Elizabeth Taylor: lejos del mundanal ruido

Se publica una nueva edición de “Una vista del puerto”, la gran novela de Elizabeth Taylor

Algunas personas de esos pequeños pueblos donde todo el mundo se conoce tratan de escapar de la monotonía que ahoga sus vidas inventándose una existencia paralela, a la que nutren de esperanzas y deseos inconfesables.

Xulio Formoso: Elizabeth Taylor

 

La escritora británica Elizabeth Taylor (no confundir con la actriz) fue una profunda observadora de esas personas, de su soledad, de la uniformidad de sus vidas, porque ella misma residió durante muchos años en una de esas poblaciones, Penn, en el condado de Buckinghamshire, al sudeste de Gran Bretaña, en la que llevó la vida de un ama de casa que cuidaba de dos hijos mientras escribía sus novelas.

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Portada de «Una visita al puerto», de Elizabeth Taylor

Una de ellas, “Una vista del puerto” (Gatopardo ediciones), podría ser en parte recreación de su propia biografía. En la ficción, Beth, una escritora como ella, que vive también en un pueblo de la costa del sur de Gran Bretaña (cuyo nombre nunca se menciona), cuida de sus dos hijas y de su marido, el médico Robert Cazabon, mientras escribe una nueva novela en el tiempo libre que le dejan sus quehaceres.

Es consciente de su situación y en ocasiones reivindica otra forma de vida a través de un feminismo reprimido: “En eso consiste el ingenio de los hombres: implantan y fomentan en nosotras los instintos que les conviene que tengamos para que acabemos avergonzándonos de no poseerlos” (p.188).

Una de las pocas alegrías de Beth es la de compartir su tiempo con su vecina Victoria Lawson, Tory, una vieja amiga de juventud con un hijo que estudia en un internado, que vive una dolorosa soledad después de su traumático divorcio. La soledad es una de las presencias protagonistas de la novela, una soledad en la que viven atrapados, cada uno a su manera, casi todos los personajes.

“Una vista del puerto” es un relato coral escrito desde el punto de vista de algunos habitantes de esa pequeña localidad costera a la que un día llega Bertram Hemingway, un oficial de marina jubilado que decide dedicar sus últimos años a la pintura, su frustrada vocación de juventud, en la tranquilidad del pequeño pueblo.

El cuadro que pinta, “Una vista del puerto”, da título a la novela. Una novedad así no puede sino despertar la atención de todos los vecinos, que tratan de granjearse la amistad de este afable personaje que los entretiene con sus narraciones sobre los viajes fabulosos que ha realizado a lo largo de su vida y con disertaciones sobre sus conocimientos sobre los más variados temas.

Pero al mismo tiempo Betram viene a sacudir la monotonía de esos habitantes y viene también a introducir cambios insospechados porque, soltero empedernido, ha decidido encontrar en aquel lugar a la mujer de su vida.

Elizabeth Taylor aprovecha las diferentes personalidades de los habitantes sobre los que hace recaer el desarrollo de la novela para analizar desde diversos puntos de vista cómo transcurren las vidas de los vecinos, sus deseos insatisfechos, sus envidias, sus pensamientos más oscuros y las relaciones que mantienen unos con otros.

La visión no es únicamente personal sino también física: desde su inmovilidad a causa de una parálisis, la anciana Rose Bracey goza de una vista panorámica de la calle y de las casas del puerto desde el piso superior de su casa, desde el que contempla las idas y venidas de los vecinos; la viuda Lily Wilson puede ver los mismos movimientos desde el observatorio de la ventana del almacén de figuras de cera que regenta, donde tiene su vivienda; Prudence, la hija mayor de Beth y Robert, atisba desde la ventana de su habitación escenas comprometidas…

Elizabeth Taylor va haciendo pasar a sus personajes por escenarios cerrados (la taberna-hostal Anchor, donde se aloja Bertram, las casas de Beth y de su amiga Tory, la tienda de la Señora Bracey) en los que somete a un minucioso examen sus relaciones a través de conversaciones aparentemente intrascendentes en las que esperanzas y expectativas se sobreponen a la monótona realidad de sus vidas, siempre pendientes del qué dirán. Sobre todas esas historias destaca la de una relación de adulterio, trama central del relato, que llevará a sus protagonistas a tomar decisiones dolorosas.

El adulterio o sus variantes es también trasunto de la biografía de Elizabeth Taylor, de quien, después de su muerte y la de su marido, se publicó la correspondencia secreta que mantuvo durante quince años con un hombre a quien conoció cuando ya estaba casada.

En la novela, estas relaciones se contemplan como una especie de liberación para los protagonistas, a quienes siempre les quedará, por lo menos, la sensación de haber alejado sus vidas de la monotonía: “El modo en que me sacaste de la tristeza de mi vida cotidiana ha sido lo único maravilloso que me ha sucedido en la vida. Será doloroso volver a hundirme de nuevo en ella y saber que nunca se repetirá nada semejante durante el resto de mis días”, termina diciendo uno de los amantes al final de la novela.

Una escritora por descubrir

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Elizabeth Taylor, escritora

La escritora inglesa Elisabeth Taylor (1912-1975) es una gran desconocida entre nosotros a pesar de tener editada en España casi toda su obra, doce novelas y cuatro libros de cuentos. Entre los escritores con los que se carteaba con frecuencia estaban Virginia Wolf, Dorothy Parker y Kingsley Amis, quien la consideraba una de las mejores escritoras del siglo XX.

Nunca persiguió la popularidad y le molestaba que se investigase en su vida privada (mandó destruir sus papeles y documentos personales, no así sus escritos literarios: tiene una novela póstuma, “Acusación”) y siempre estuvo ideológicamente cerca de la izquierda laborista de Gran Bretaña.

Ignorada durante años en su propio país, en los años ochenta del siglo pasado la Editorial Virago rescató sus novelas del olvido y las publicó con prólogos de escritores consagrados, lo que suscitó un nuevo interés por su obra. Su literatura fue comparada entonces con la de Jane Austen y tuvo el reconocimiento que no había logrado en vida.
Su novela “Ángel”, que fue llevada al cine en 2007 por François Ozon, estaba considerada por la crítica británica como una de las diez mejores narraciones publicadas en el país tras la segunda guerra mundial.

Francisco R. Pastoriza
Profesor de la Universidad Complutense de Madrid. Periodista cultural Asignaturas: Información Cultural, Comunicación e Información Audiovisual y Fotografía informativa. Autor de "Qué es la fotografía" (Lunwerg), Periodismo Cultural (Síntesis. Madrid 2006), Cultura y TV. Una relación de conflicto (Gedisa. Barcelona, 2003) La mirada en el cristal. La información en TV (Fragua. Madrid, 2003) Perversiones televisivas (IORTV. Madrid, 1997). Investigación “La presencia de la cultura en los telediarios de la televisión pública de ámbito nacional durante el año 2006” (revista Sistema, enero 2008).

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