De próximo estreno en Francia en el mes de agosto, he tenido ocasión de ver en París «Cerrar los ojos», cuarto largometraje de ficción en la breve y siempre brillante filmografía del cineasta vizcaíno Víctor Erice.
Con solo cuatro largometrajes, Víctor Erice ha logrado el más absoluto y merecido reconocimiento de la crítica cinematográfica española e internacional.
En su haber: «El espíritu de la colmena» 1973, Concha de oro en el festival de San Sebastián; «El sur» 1983, en competición en el festival de Cannes; «La luz del membrillo» 1992, premio del jurado y de la Fipresci en el festival de Cannes; y ahora «Cerrar los ojos» 2023, selección oficial en Cannes premiere. A ellos se añaden toda una serie de guiones, videos, cortos y mediometrajes menos conocidos por el público en general.
Por su radicalidad y su ética cinematográfica, Erice es al cine español lo que Godard al cine francés, pero su genial filmografía poco prolífica nos hace pensar en cambio en el aforismo del poeta Baltasar Gracián: lo bueno si breve dos veces bueno.
Su carrera como director está atravesada por proyectos interrumpidos e inacabados, entre ellos la adaptación al cine de la novela de Juan Marsé «El embrujo de Shanghái». El guión de Erice nunca fue filmado por un litigio con el productor. Finalmente, con un guión muy diferente la película fue realizada por Fernando Trueba.
Diez años después del gran éxito de su ópera prima «El espíritu de la colmena», su segunda ficción, «El sur», que estaba pensada como una película en dos partes: el norte y el sur, resultó una brillante pero inacabada película, a raíz del conflicto entre el director y su productor, lo que no le impidió ser un enorme éxito de público y de crítica. Erice prefirió no acudir a Cannes en donde la película había sido seleccionada, por considerar que era una obra inacabada.
Nueve años más tarde Erice regresó al festival Cannes con «El sol del membrillo» y obtuvo el premio del jurado, con esa magistral y poética evocación del trabajo del pintor español Antonio López García.
Tras una muy larga ausencia, treinta años después nos propone ahora «Cerrar los ojos[1]», su cuarto largometraje, que es una suerte de auto reflexión sobre la creación artística y una obra inacabada, en donde se mezcla el tema de la identidad, la memoria, la historia del cinematógrafo y una mirada perspicaz y crítica sobre nuestra sociedad contemporánea.
De la historia de España y las heridas causadas por la dictadura franquista, a la evocación y homenaje a la historia del cinematógrafo, del tema de la paternidad y la identidad a la creación artística como elemento de la ficción en la ficción, con guiños y citas de su propia filmografía inacabada, Erice y su cómplice Michel Gaztambide (guionista entre otras de «Petra» de Jaime Rosales), han construido un excelente guión que nos invita a abrir los ojos y recuperar la memoria.
Erice reivindica la fuerza artística peculiar y magnífica del cinematógrafo en esta época invadida por la telerrealidad y el cine industrial, con citas que van de Josef Von Sterneberg (The Shanghai gesture), a Carl Theodor Dreyer del que uno de sus personajes afirma «Con Dreyer es la ultima vez que vimos milagros en el cine»; de la cancion de un clasico del western «Río Bravo» de Howard Hawks, hasta Nicholas Ray o la auto cita de sus propias películas.
Frente al streaming y las series en la pequeña pantalla, Erice reivindica la grandeza artística del cinematógrafo y de la puesta en escena. Nostalgia del celuloide y de la moviola, pero también lucidez sobre el presente en que vivimos, en el que el cine cumple hoy más que nunca ese necesario trabajo sobre la memoria y el tiempo pasado.
No es un azar si Erice sitúa como eje de su guión la historia de una película inacabada, con una doble búsqueda: Miguel Garay director de cine (interpretado por Manolo Solo) va en busca de un actor e intérprete de su película «La mirada del adiós» Julio Arenas (a cargo de José Coronado), quien desapareció de forma inexplicada. Búsqueda en el mundo real a la que se ve enfrentada también Ana, la hija del actor desaparecido (interpretada por Ana Torrent, la que un día fue niña en «El espíritu de la colmena»).
Pero antes la ficción, dentro de la ficción nos lleva a una gran mansión en Francia en 1947, en donde el misterioso señor Levy (interpretado por Josep María Pou) en esa película inacabada de Garay, pide a un hombre necesitado de dinero que busque a su hija en la lejana ciudad de Shanghái).
Los dos niveles de la narración se entrelazan así en dos historias paralelas, sobre el tema de la relación entre un padre y una hija, pero también en la reflexión sobre la amistad, la vejez y la muerte.
A sus 83 años de edad Víctor Erice nos libra aquí una suerte de emocionante testamento artístico y cinematográfico, una película que entra por esa puerta grande de los grandes clásicos del cine español y de la historia del cine.
Lamentable e incomprensible a mi juicio la decisión de Thierry Fremaux de no seleccionar en competición la película de Erice, relegándola a la sección Cannes premiere.
Víctor Erice no acudió a Cannes el pasado mes de mayo y escribió una carta abierta en el diario El País en donde explicaba el porqué de su decisión.
- La película se estrena en Francia el 16 de agosto 2023.