La infección por una bacteria espiral y móvil, denominada Helicobacter pylori, es la causa principal de la gastritis crónica y de la úlcera, tanto del estómago como del duodeno y ambas son predominantemente enfermedades infecciosas.
Cerca del 60 % de la humanidad está infectada por Helicobacter pylori aunque las áreas más afectadas son África /80 %), América Latina y el Caribe (63,5 %), Asia (54.7 %) y las menos afectadas Norteamérica, Europa y Oceanía (25 %).
En todos los casos, los pacientes debutan con una gastritis crónica que va acompañada de dispepsia, úlceras pépticas, linfoma gástrico, adenocarcinomas gástricos entre otros problemas serios. De igual forma puede producir anemia ferropénica, cáncer de colon, enfermedad inflamatoria intestinal, enfermedad por reflujo gastroesofágico, entre otras enfermedades.
La infección por la bacteria H. pylori es muy común y aunque existen indicios que se puede transmitir a través de la saliva o del contacto oral con agua y alimentos que estuvieron en contacto con heces contaminadas, sin embargo, su transmisión todavía no es totalmente clara. A veces no se presenta con síntomas aunque muchos pacientes refieren mal aliento, falta de apetito, mareos, vómitos, ardor de estómago o anemia.
¿Cómo se trata?
La infección puede haberse extendido desde el moco gástrico pasando por la superficie del epitelio, la superficie epitelial, las células epiteliales, etcétera, con lo cual, la dificultad para que el antibiótico sea eficaz es importante. Para ello, aunque no existen medicamentos específicos para erradicarlo, desde hace algunas décadas se pautan antibióticos en dosis masivas hasta ver si alguno opone resistencia.
De acuerdo con el tratamiento pautado es conveniente administrar en dosis adecuadas probióticos porque producen efectos beneficiosos sobre la flora intestinal y disminuye los efectos adversos de los antibióticos. En cualquier caso, la verificación de la erradicación de esta infercción se realizará cuatro semanas después de haber terminado el tratamiento bien por el test del aliento o bien por antígenos fecales.
Esto supone que debe erradicarse la infección por los posibles efectos adversos que supone tenerla durante meses. El esquema ideal para que esto suceda no es del todo eficaz llegado el caso dado que existe cierta resistencia a los antibióticos por un gran número de personas, existe falta de adherencia al tratamiento, y pueden existir múltiples sitios de crecimiento con lo cual no es sencillo terminar con la infección. Mientras eso sucede la higiene, lavarse las manos antes y después de comer, no estar en contacto con sitios sucios y comer frutas y verduras además de fermentos lácticos es conveniente.
La presencia de bacterias espirales en el estómago humano fue descrita por primera vez a principios del siglo XX, pero no fue hasta el año 1982 cuando Robin Warren y Barry Marshall, galardonados con el premio Nobel de Medicina, redescubrieron el germen y establecieron por primera vez su relación con la gastritis crónica y con la úlcera gastroduodenal. El descubrimiento de la bacteria Helicobacter pylori constituye, sin duda, uno de los avances más importantes en Medicina de las últimas décadas.