Isabel Allende: El amante japonés

La escritora Isabel Allende ha pasado por Madrid para presentar su nueva novela El amante japonés que publica Plaza y Janés. Después de Madrid, tiene programada una gira por toda Europa antes de recalar de nuevo en EEUU, donde vive.

El-amante-japones-Plaza-y-Janes Isabel Allende: El amante japonésLa presentación en Madrid tuvo lugar en Casa de América, y allí, entre los decorados del Salón Embajadores, Isabel Allende habló de sus motivaciones para seguir escribiendo y de la importancia de la memoria en su obra y en su vida. David Trías tomó en primer lugar la palabra como presentador por parte de la editorial para, acto seguido, dar paso a los escritores e informadores presentes en la sala. Fue así como tuvo lugar un nutrido diálogo en el que Isabel allende fue desgranando las ideas y aspiraciones que nutren su libro, así como las que conforman su propia vida.

En El amante japonés, sus temas son los de siempre: la memoria, el amor pasión, pero sobre todo la vejez, el dolor y la muerte con la eutanasia como fondo.

En ésta, como en todas sus anteriores novelas, lo esencial en su escritura sigue siendo la capacidad de contar historias. Ella lo explica así: «Siempre tuve un buen oído para las historias que la gente me contaba, pero éstas tienen que responder a mi experiencia personal, tienen que imbricarse en mi memoria, en mi vida. Si no, no podría dedicarme a ellas durante dos años, los dos años que son imprescindibles de pasión absoluta para producir la novela.»

El germen del amante japonés, una novela que explora las cicatrices que las guerras dejan en las personas, las familias y las culturas, está en lo que una amiga le contó una tarde, a saber: que tenía a su madre de 90 años ingresada en una residencia para mayores de San Francisco y que allí dentro tenía un amigo que era un jardinero japonés. -¿Son amantes? -preguntó enseguida Isabel Allende-. ¡No! -exclamó escandalizada la amiga. Son amigos. (Para las hijas, las madres nunca tienen nada, comenta ella y reímos los demás.)

Pero Isabel Allende empezó a darle vueltas a esta historia y a crear esta novela que responde a las ganas de amar y a la necesidad absoluta de estar enamorado a esa edad. -¿Por qué? ¿Es que la relación Eros -Tánatos es más fuerte con la edad? -No, pero sí existe una mayor necesidad de intimidad y de estar con otro a solas, de compartir sólo con él lo que se tiene, porque todo eso se ha perdido con la vejez, la familia se ha dispersado y se tiene menos de todo eso».

La historia comienza en la residencia para mayores Lark House, de San Francisco, una casa muy particular. En la casa, hay zonas comunes y habitaciones individuales privadas. Es allí, en esas zonas públicas compartidas, donde surge el amor pasión que Isabel imagina para esta mujer de nombre Alma Velasco, natural de Varsovia y cuyos padres la enviaron a San Francisco para alejarla de la Segunda Guerra Mundial,

El amor pasión es su fuerte, pero para ello hay que estar dispuesto a sufrir y «ahora -dice la novelista- todos nos hemos vuelto muy cautos, hasta los jóvenes, nadie quiere sufrir y va precavido al amos por si luego le falla o le falta».

Su estilo se ha vuelto -lo reconoce- más depurado con la edad, de frases más cortas. Y también deben influirle las modernas tecnologías y, naturalmente, el vivir en una cultura angloparlante.

¿Se encariña con los personajes de sus novelas, tarda en olvidarlos? -Nunca terminas un libro sino que te das por vencido, y pena por despedirte de ellos, ninguna; lo que estás es deseando que se vayan de una vez,. Lo que pasa es que vuelven, disfrazados, pero yo los reconozco y digo «aquí está la viejecita pobre de Nepal, aquí está»…

¿Hay en nuestra sociedad una violencia soterrada -o más bien sorda y silenciada- hacia los viejos, como estorbos y como cargas? -Sí, sobre todo en EEUU, donde hay un auténtico culto al joven. Nos han enseñado que a los 30 éramos adultos y a los 50 viejos, pero gracias a la generación de postguerra, al Baby boom, todo eso está cambiando ahora porque como somos tantos, vemos que con setenta tenemos padres de noventa o de cien años y no queda más remedio que considerarnos jóvenes, somos jóvenes, lo que nos permite pensar en los padres como no tan viejos y permitirles la posibilidad de amar y de vivir la pasión. Por eso, porque los hijos no se quieren ver como viejos.

Tuvo gracia cuando le preguntaron por el goce femenino como algo que hay que reivindicar al mismo nivel que la pasión en la vejez. -¿Y el goce femenino? – Atrasadísimo- contestó rápida y segura: «Lo que hay es que ocuparse del goce masculino, que el problema es de los hombres que no se les para… Eso del goce femenino es una reflexión que se hace usted, no yo (era un hombre el que preguntaba e insistía), porque es mentira que el goce femenino sea ya un problema para nadie».

Sobre la capacidad de la literatura para transformar las conciencias o directamente la realidad, ella afirma:

«La novela no está para cambiar la sociedad ni las conciencias, es una obra de arte, no es activismo ni didactismo y yo distingo muy bien cuándo estoy en mi Fundación de cuando escribo novelas. Ahora, es cierto que siempre me asomo yo a ellas, que quieras o no, allí sale el autor, pero estamos ante una obra de arte como puede ser un cuadro o la danza… Conté todo en Paula, todo lo mío, me vacié entera, y mi madre se asustó y yo también me asusté, toda mi intimidad al aire. Pero luego vi que a todo el mundo le pasaban más o menos las mismas cosas, así que dije a qué tanto misterio, no pasa nada por que se enteren. Me salvó la vida sacarlo todo, contarlo todo. Sí. A mí sí que me cambió.»

Respecto al tema de la eutanasia, Isabel Allende se pronuncia con voz muy clara:

«La gente tiene ideas erróneas porque no conoce la ley. La eutanasia no es empujar al suicidio ni matar a los viejos, sino impedir que la gente sufra contra su voluntad enchufados a una máquina. Si con cien años tienen ganas de vivir, que vivan, pero si enferman y no hay nada que hacer, ¿les voy a enchufar a una máquina para que sigan vivos? Yo tengo a mi padrastro con cien años y a mi madre con noventa y tantos y son felices, no se me ocurre matarlos. Pero si mi madre enferma y no tiene cura, le daré mucho cariño y mucha compañía, pero también, si es necesario, morfina. Yo tengo hecho mi testamento vital y espero que mi hijo y mi nuera lo respeten llegado el momento».

Carmen Balcells fue alguien muy importante para ella. Tanto, que al grito de «yo no soy tu amiga, soy tu agente literario», la obligó a seguir escribiendo cuando se quiso retirar en medio de un fuerte bache moral. Y fue entonces cuando escribió como en un juego «El juego de Ripper».

Lo que alivia el desprenderse de lo material es algo que ha experimentado dejando su casa después de separarse de su marido para irse a vivir con lo justito a un apartamento. Como en la residencia de la tercera edad de su novela, espera conocer de nuevo el amor y, desde luego, ese despojarse le ha servido para escribir más y mejor. Se escribe más a gusto con lo poco, el desprendimiento es muy liberador, vivir con sólo lo necesario, ¡qué descanso y qué energía da! Lo otro (alfombras, cuadros, muebles) se regala y listo.

Como nota curiosa, Isabel allende escribió en sus orígenes de escritora una obra de teatro. -¿Teatro? -se pregunta ahora. -Escribir teatro es un trabajo en equipo. La novela, en cambio es en solitario, mejor para mí.

Biobibliografía de Isabel Allende

Isabel Allende nació en 1942 en Perú, donde su padre era diplomático chileno. Vivió en Chile entre 1945 y 1975, y posteriormente residió en Venezuela hasta 1988 y en California a partir de entonces. Inició su carrera literaria en el periodismo. En 1982 su primera novela, «La casa de los espíritus», se convirtió en uno de los títulos míticos de la literatura latinoamericana. A ella le siguieron otros muchos, todos los cuales han sido éxitos internacionales, con ventas de toda su obra que ascienden a 65 millones de ejemplares en treinta y cinco idiomas.

En 2010 fue galardonada en Chile con el Premio Nacional de Literatura y en 2012, en Dinamarca, con el Premio Hans Christian Andersen por su trilogía «Memorias del Águila y del Jaguar». Otros títulos de la autora son De amor y de sombra, Eva Luna, Cuentos de Eva Luna, El plan infinito, Paula, Afrodita, Hija de la fortuna, Retrato en sepia, La Ciudad de las Bestias, Mi país inventado, El Reino del Dragón de Oro, El Zorro, El Bosque de los Pigmeos, Inés del alma mía, La suma de los días, La isla bajo el mar, El cuaderno de Maya y El juego de Ripper.

Nunci de León
Doctor en Filología por la Complutense, me licencié en la Universidad de Oviedo, donde profesores como Alarcos, Clavería, Caso o Cachero me marcaron más de lo que entonces pensé. Inolvidables fueron los que antes tuve en el antiguo Instituto Femenino "Juan del Enzina" de León: siempre que cruzo la Plaza de Santo Martino me vuelven los recuerdos. Pero sobre todos ellos está Angelines Herrero, mi maestra de primaria, que se fijó en mí con devoción. Tengo buen oído para los idiomas y para la música, también para la escritura, de ahí que a veces me guíe más por el sonido que por el significado de las palabras. Mi director de tesis fue Álvaro Porto Dapena, a quien debo el sentido del orden que yo pueda tener al estructurar un texto. Escribir me cuesta y me pone en forma, en tanto que leer a los maestros me incita a afilar mi estilo. Me van los clásicos, los románticos y los barrocos. Y de la Edad Media, hasta la Inquisición.

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