Juan Carlos Botero: el azar, la culpa y la violencia

Un secreto hilo envuelve nuestras vidas. ese misterio une los capítulos de esta elaborada y extraña novela «Los hechos casuales», del autor colombiano Juan Carlos Botero; relato por momentos autobiográfico, con fuertes rasgos históricos y testimoniales de la violencia en Colombia, en otros, se asemeja a una novela psicológica sobre la soledad del hombre y en otros, a una novela thriller, con desenlace sorpresivo.

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Juan Carlos Botero en su casa de Miami con escultura de Botero padre

Juan Carlos Botero podría incluirse en la generación Post Boom de Latinoamérica, con las voces en Colombia de Juan Gabriel Vázquez, Jorge Franco, Pilar Quintana, pero su azarosa vida y su exilio lo sitúan como un autor independiente, comparte, sin embargo, con los escritores colombianos el tema de la violencia que ha azotado por décadas a Colombia.

Es hijo del famoso pintor Fernando Botero, ha tenido una vida de intensas experiencias: secuestro, exilio y amenazas.

Nacido en Bogotá en 1960, estudió en reputadas universidades: de los Andes, Javeriana y Harvard. Comenzó su carrera literaria con el premio de cuentos Juan Rulfo, en 1986 y del Concurso Latinoamericano de Cuento-México (1990).

Su carrera literaria se inicia en 1992, con un libro inspirado en los relatos breves de Hemingway que Botero nominó «Las semillas del tiempo-Epífanos», luego, en 1998 publica «Las ventanas y las voces» y en 2002 «La fiesta y otros cuentos».

Ese mismo año presenta la novela sobre el mar, mundo que conoce muy bien como buceador, «La Sentencia» (2002) y en el 2006 «El Arrecife». Se dedica a investigar el arte en dos ensayos: «El idioma de las nubes» (2007) y «El arte de Fernando Botero» (2010).

En la feria del libro del Miami Dade College, acaba de presentar su última novela, «Los hechos casuales» (2022), con gran éxito de ventas, en la que aborda un tema controversial: «la casualidad». El poder del azar, lo imprevisto que cambia el rumbo de nuestras vidas, mostrándonos la fragilidad del ser; pero también enfoca el tema de la soledad del ser humano, la culpa y la violencia de su tierra natal.

Desde su refugio en Miami, continúa con su tarea periodística. Ha sido columnista en el diario El Tiempo y La Prensa de Bogotá y actualmente lo es de El Espectador. Cuando no escribe, da conferencias en diversas universidades y centros académicos de Estados Unidos.

Lo entrevisté en su casa estilo colonial floridano, junto al mar, en Miami, y comenzamos un viaje por su vida literaria y sus libros. Este es su testimonio.

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JC Botero con un ejemplar de «Los hechos casuales»

Adriana Bianco: En tu ambiente familiar, tu padre pintor, tu madre Gloria Zea, una reconocida gestora cultural, sin duda, viviste mucha cultura, arte y literatura. ¿Cuándo descubriste tu vocación literaria?

Juan Carlos Botero: Fíjate que a veces los escritores se «descubren escritores» gracias a otros escritores. Hay casos famosos como Vargas Llosa leyendo la obra de Flaubert, a García Márquez le paso cuando leyó a Kafka. Yo descubrí mi vocación cuando leí a Sábato, luego fui muy amigo de él, fue muy importante en mi carrera. Cuando leí «Sobre Héroes y tumbas» me produjo una clase de resonancia que no me había pasado con otros libros. Cuando terminé de leer el libro de Sábato, lo cerré con la convicción de que quería ser escritor. Fue a los diecisiete años, así empezó mi carrera literaria. Tenía el deseo, pero no tenía ni el oficio, ni el conocimiento, y me llevó tiempo aprender.

AB: Escribiste cuentos y tuviste premios en México, el Premio Rulfo que es muy importante. ¿El cuento te dio aliento para abordar la novela?

JCB: Tenía muchos deseos de escribir una novela, pero las historias te encuentran a ti, más que tú a ellas. Encontré la primera historia relacionada con el mar y me di cuenta de que había un potencial maravilloso porque no había muchas novelas sobre el mar. En poesía, casi todos los poetas aluden al mar. Pero en la narrativa en castellano, la temática marina no tiene un Conrad, un Hemingway, el único que ha tratado el tema del mar como protagónico es Pérez Reverte. Yo tengo cuentos relacionados con el mar y dos novelas: «La Sentencia», sobre cazadores de tesoros y «El Arrecife», la iniciación de un muchacho en el mar. Comencé con ese tema antes de mudarme a Miami en el 2000. Desde pequeño he tenido una pasión por el mar, por el fondo marino, su flora y fauna, es un mundo fantástico…

AB: Sé que buceas y navegas…

JCB: Si. Soy un fanático del mar y creo que es importante escribir sobre lo que conoces, para que tus textos tengan veracidad. Las experiencias que viví en el mar alimentaron y crearon mis relatos. Al mar hay que tenerle mucho respeto, es un mundo extraordinario.

AB: Tu eres periodista y has colaborado con varios periódicos. Escribes periodismo y novelas, son dos estilos diferentes…

JCB: La actividad periodística se ha mantenido constante en mi vida, he sido columnista en Colombia desde el año 86. Son dos estilos diferentes. La novela busca contar una historia durante bastante tiempo. La tarea periodística tiene una finalidad de denuncia inmediata. Uno escribe cuando esta «cabreado», escribe sobre las cosas que te indignan, en mi caso, el periodismo es así. Tiene grandes ventajas, es puntual y la reacción del público es rápida. En cambio, con la novela hay que publicarla y recién llega la respuesta del público. Con el periodismo tienes que comunicar con claridad, analizar el tema y sintetizarlo porque el problema del espacio es contundente.

Por ejemplo, he publicado ocho libros y después me demoré ocho años en escribir esta novela «Los hechos casuales», cuando la terminé coincidió con la pandemia, y entonces la revisé y la reescribí en su totalidad y fue acertado, la versión inicial no me gustaba.

AB: «Los hechos casuales» es una novela urbana, de amor a Bogotá… En eso te conectas con tu generación, que escriben sobre el mundo urbano y fundamentalmente sobre la Colombia de la violencia.

JCB: Si, mi generación, Mario Mendoza, Santiago Gamboa… En realidad, yo comencé con el tema de la ciudad en mis cuentos, en mi primer libro que se llama «Las semillas del tiempo (Epífanos)» y luego, en «Las ventanas y las voces», donde hay cinco cuentos sobre la ciudad y dos sobre el mar.

AB: Tu naciste en Bogotá, es tu territorio y están allí tus experiencias…En «Los hechos casuales» hay aspectos autobiográficos.. ¿no es cierto? …

JCB: Claro… uno va canalizando diversas inquietudes y facetas en los libros. En la novela hay varios elementos autobiográficos: la infancia, el colegio, la relación con mi padre, con mi madre, la violencia en Colombia, las amenazas. La violencia la viví en carne propia y fue muy dura, igual el secuestro, el exilio. No siempre estas experiencias personales aparecen claramente, se disimulan en el relato, sirven para nutrir la literatura…

AB: Podemos decir que es un libro catártico, donde los recuerdos se mezclan con la ficción…

JCB: Sin duda, fue un libro catártico para mí. El colegio, el secuestro, me pasaron siendo muy joven, fue una carga. Uno escribe ficciones, también para liberarse de aspectos oscuros y la literatura produce esa catarsis.

AB: Has vivido el arte desde pequeño con tu padre pintor, el gran maestro Botero. Me gustaría que me hablaras de esa relación «Arte y Literatura» y las mutuas influencias.

JCB: Yo tengo una actitud reverencial con el arte y los grandes maestros del arte clásico. Es un privilegio poder contemplar esas obras maestras que han sobrevivido miles de peripecias: incendios, inundaciones, saqueos, guerras, robos y están allí colgadas en los museos, y sus artistas sufrieron tanto para ofrecerlas a la humanidad. El arte, para mí, ha sido la escuela de «la mirada», cada cuadro, cada escultura te desafía porque uno intuye que hay significados que no están visibles, uno tiene que «saber ver» informarse, leer, visitar los museos, hasta ir desentrañando los significados valiosísimos de cada obra de arte.

AB: Al leer tu novela me parecía que los detalles, que son muy notorios, eran pinceladas para llegar a la composición total del cuadro…Es una técnica pictórica al servicio del estilo literario.

JCB: Sí, creo que hay una relación del detalle con la pincelada… (se sonríe), A mí como escritor me parece importante captar con exactitud el detalle porque de la combinación y la suma de los detalles se llega a la totalidad de la imagen. Eso lo he aprendido de Hemingway, fue el primero en darse cuenta de que el detalle es el detonador.

AB; Esto que dices está relacionado con el tejido narrativo de «Los Hechos casuales». Al leer la historia te das cuenta como nuestra vida depende de «hechos casuales».

JCB: Totalmente. A veces, detalles insignificantes definen una historia, encadenados pueden llevar a resultados tremendos; cuento en mi libro, varios de estos hechos.

AB: Mencionas en el libro la teoría del Caos del matemático Lorenz. Nietzsche relacionaba el fenómeno con el desorden y para Aristóteles la casualidad era irracional y oculta. Lo causal se torna perturbador.

JCB: Nos perturba por lo sorpresivo, pero también es necesario no desconocer el azar como una de las formas más determinantes de la existencia. Yo quería explicar eso en mi relato, ver la suma de eslabones que llevan a consecuencias a veces fatales.

AB: Me interesa la cuestión del lenguaje. ¿Cómo manejas el lenguaje cuando te pones a escribir?

JCB: Tengo una actitud de respeto total por la lengua. Uno es un eterno aprendiz del lenguaje, calibro cada palabra del texto, investigo, me informo, tanto en el diccionario como en las obras de grandes maestros: Cervantes, Vargas Llosa, García Márquez. Es fundamental ese apoyo y acudo siempre a los maestros para encontrar la solución lingüística, trabajar el idioma es algo que me reboza, me supera.

AB: Tú conoces la obra de tu padre, lo viste pintar, y has escrito el libro «El arte de Fernando Botero», donde el lenguaje de la crítica de arte es también un lenguaje especial.

JCB: Ese era el gran desafío, porque los críticos de arte tienen un lenguaje propio y parece que inclusive creen que si el lector no entiende lo que dicen es mejor y es problema del lector. El objetivo en mi libro era lograr una escritura transparente y clara para que todo el mundo entendiera la obra de mi padre.

Mi padre cada vez que leía un artículo y le gustaba, comentaba y yo tomaba apunte del comentario y también cuando se equivocaban en cuanto a su estilo. Carlos Fuentes tiene textos que no son aceptados por mi padre, y otros maestros también cometían errores en cuanto a su obra, y él comentaba esas opiniones conmigo.

AB: ¿Tu, a medida que hacías el libro, lo platicabas con él? ¿Cómo fue el método de trabajo?

JCB: He conversado con él sobre su obra toda mi vida pero con respecto al libro, lo vio cuando ya estaba terminado y le encantó.

AB: ¿Estás trabajando en alguna otra novela…Cuáles son tus proyectos?

JCB: Estoy trabajando en un libro de recuerdos. Quiero contar la historia de lo que fue nuestra infancia con mi padre, que fue muy particular porque en la pobreza que vivía, lo que hacía para deleitarnos y distraernos era conmovedor. La gente conoce su faceta de filántropo, pero hay una faceta personal de él, que la gente no conoce y que es la más conmovedora, el amor a sus hijos, cuando él vivía en medio de tanta pobreza…

AB: El tema de la paternidad es poco explorado literariamente. Hay alguna novelas y cuentos sobre la maternidad, pero muy poco sobre lo que les pasa a los hombres con la paternidad… tal vez es difícil contar porque es algo muy ancestral…

JCB: Si es muy ancestral y hay poco escrito, pero es algo muy bello para contar el tema del padre y el hijo. Estoy preparando, además, una selección de comentarios de arte. Como ves, tengo bastante trabajo y me apasiona escribir.

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