La Historia y el posmodernismo

A partir de la década de 1970, los posmodernistas vinieron a trastornarlo todo.

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El posmodernismo es una confluencia de corrientes de pensamiento nacidas para enfrentarse a lo moderno, entendido como lo propio de la cultura de las sociedades industriales, aquello que admira con embeleso a la razón y que se sostiene con total convicción gracias a su creencia indiscutible en que el progreso es la línea que hila el pasado, el presente y el futuro de los seres humanos.

La posmodernidad de los posmodernistas, que puso en solfa el mismísimo sentido de un concepto capital de la disciplina histórica, el de verdad, pareció haber venido a demoler el edificio de la Historia que venía fraguándose desde la Antigüedad en Occidente y que era inherente a la propia modernidad del ser humano desde que a partir del Renacimiento éste se considerara a sí mismo el centro de todas las cosas.

Pero había un problema. Los posmodernistas habían creado un mundo que muchos historiadores clásicos consideraron más propio del postureo que de las posturas ciertas del pensamiento humano.

La defensa que los historiadores pata negra hicieron de su oficio es que el posmodernismo ha degenerado, en palabras del historiador español Jaume Aurell y el historiador británico Peter Burke, «en un escepticismo paralizante o en un relativismo con un fin incierto». A eso hay que añadir que el posmodernismo historiográfico prácticamente carece, a decir de sus denostadores (para quienes los posmodernistas expresan una mera actitud teórica), de referentes en la práctica, carece de auténticas obras de Historia (no teórica, sino verdadera) en la que se estudie el pasado.

Coda: el pensador británico del siglo veinte especialista en filosofía de la Historia, Michael Oakeshott, distinguía el pasado histórico del pasado práctico: si entendía al primero como aquello que los historiadores profesionales conservan de una manera desinteresada para estudiar cuanto ha ocurrido tal y como realmente fue y como un fin en sí mismo, al pasado práctico lo tenía por un depósito de memoria, ideales y ejemplos, por una sucesión de acontecimientos dignos de ser recordados e incluso repetidos.

Algo a lo que, se opondrán los historiadores posmodernistas, hasta el extremo de que uno de sus más correosos representantes, el filósofo e historiador estadounidense Hayden White refutará rotundamente al considerar dudosa, desde su absoluto descreimiento de la cientificidad, la mera existencia del pasado histórico: «Al elegir nuestro pasado, elegimos un presente, y viceversa. Utilizamos uno para justificar el otro.»

  • Este texto, levemente adaptado, pertenece a mi libro La Historia: el relato del pasado, publicado este año 2020 por Sílex ediciones.
José Luis Ibáñez Salas
Editor de material didáctico para diversos niveles educativos en Santillana Educación, historiador y escritor. Director de la revista digital de divulgación histórica Anatomía de la Historia, es autor de El franquismo, La Transición, ¿Qué eres, España?, La Historia: el relato del pasado y La música (pop) y nosotros (publicados los cinco libros por Sílex ediciones), fue socio fundador de Punto de Vista Editores y escribe habitualmente relatos (algunos de los cuales han aparecido en el blog literario Narrativa Breve, dirigido por el escritor Francisco Rodríguez Criado) y artículos para distintos medios de comunicación, como la revista colombiana Al Poniente o las españolas Nueva Tribuna, Moon Magazine y Analytiks. Tiene escrita una novela y ha comenzado a escribir otras dos.

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