Editorial Visor reedita “El diario de Hamlet García”, una de las grandes novelas sobre la guerra civil española
El exilio español ha dado algunas de las mejores obras literarias del siglo XX. En condiciones a veces muy precarias, los escritores, poetas, ensayistas e historiadores que huyeron de la represión franquista crearon desde la nostalgia, la soledad y la lejanía, textos que se leen ahora, a la distancia de casi un siglo, con verdadero fervor.
Entre los autores del exilio descubiertos por las últimas generaciones de españoles se ha recuperado estos últimos años la figura de Manuel Chaves Nogales, una de cuyas obras maestras, “A sangre y fuego”, hemos glosado aquí en otra ocasión. Ahora le toca el turno a Paulino Masip, autor de una de las novelas más audaces sobre nuestra guerra civil, “El diario de Hamlet García”, que recupera la editorial Visor.
Chaves Nogales y Paulino Masip han seguido carreras paralelas en cierto modo. Ambos fueron republicanos de izquierdas, los dos trabajaron como periodistas (Chaves Nogales en “Ahora” y Masip dirigió “El Sol”, “La Voz” y “La Vanguardia”) y uno y otro murieron en el exilio sin haber podido volver a su país. Les une también una actitud que tanto a uno como a otro les ha llevado a denunciar el hecho de que también en el bando republicano se cometieron fechorías e injusticias que tendrían que haberse evitado.
El diario de un filósofo
Hamlet García (nombre literario, apellido común), el protagonista de la novela de Masip, se presenta a los lectores como “profesor ambulante de metafísica”, después de haber renunciado a los fastos y a la burocracia de una carrera de Filosofía (tampoco Aristóteles tenía un título, se justifica). Es una persona tímida, indecisa, temerariamente expuesta a las vicisitudes de una situación de inseguridad y violencia a causa de su buena voluntad y de la ignorancia sobre la maldad humana. Casado y con dos hijos, comienza a escribir un diario para registrar su vida cotidiana y algunos de los pensamientos que le asaltan incesantemente. La primera entrada está registrada el 1 de enero de 1935 y la última el 30 de octubre de 1936. Entre estas dos fechas el acontecimiento más destacado es la rebelión del ejército nacional contra el gobierno legítimo de la República y el estallido de la guerra civil, que lo sorprende solo (su familia se había ido de vacaciones a Ávila) en un Madrid asediado e inseguro.
Hamlet García lleva una vida uniforme, sin grandes sobresaltos, y así lo registra su diario durante el primer año y medio, meses en los que las entradas apenas recogen acontecimientos importantes de una vida monótona, entre episodios de infidelidad conyugal y reproches por su apoliticismo y su desinterés por todo lo que no sea la metafísica. Sólo las relaciones con dos de sus alumnos suben su autoestima y le hacen tomar conciencia del valor de su magisterio. De personalidad excéntrica y aspecto estrafalario, los acontecimientos que se desarrollan en su entorno no parecen interesarle demasiado: “A lo que parece, ha sido muerto a tiros un político famoso, en represalias por el asesinato de un militar socialista, cometido por amigos de aquél”. El 17 de julio de 1936 sólo escribe una frase: “Hoy ha hecho mucho calor”.
Pero desde el 18 de julio, el día en que se produce el levantamiento contra la República, sus anotaciones se hacen más extensas y sus reflexiones más profundas. La guerra lo envuelve en su torbellino, suspende la monotonía de su vida, le obliga a ver con otros ojos los acontecimientos que se desarrollan a su alrededor y le muestra las dificultades de vivir en una situación de precariedad en la que faltan los alimentos, la soledad ya no es para él aquel estado de paz en el que acostumbraba a desarrollar su vida y los bombardeos y tiroteos le advierten de la continua presencia de la muerte. Hasta llega a dudar de su pasado y de su vocación. Desaparece la indolencia que caracterizaba su personalidad, se despiertan sentimientos apagados o reprimidos y hasta renace un cierto erotismo dormido, una pasión amorosa imposible. Poco a poco la metafísica va dando paso a la física.
Como las observaciones de Hamlet García son las mismas que el mismo Paulino Masip pudo haber tenido durante su estancia en el Madrid asediado, cobran una gran importancia las descripciones de los ambientes, las calles, la violencia, las virtudes y los defectos de las gentes que sufrieron las dificultades de aquella situación, desde las de quienes se iban a la sierra a defender a tiros la ciudad contra los asaltantes hasta las de los que se quedaban en la retaguardia por miedo inventando mil excusas. Y también los que se pasaron en la represión y el castigo a sospechosos quintacolumnistas. Hay sitio también para la crítica a las informaciones que generan uno y otro bando: “Me duele todo esto porque es una superchería hinchada frívolamente. Nuestra historia contemporánea es una sarta de mentiras y ésta va a ser de las más gordas…”. Masip consigue trasladar al lector la ansiedad, la inseguridad, el temor de quienes vivían diariamente sometidos a la agitación y el sobresalto.
“El diario de Hamlet García” se publicó por primera vez en 1944 en México, y en España no vio la luz hasta 1987neditado por Anthropos, con prólogo de Pablo Corbalán. La excelente introducción de la edición de Visor está a cargo de Antonio Muñoz Molina.