El reconocimiento como personalidad del ajedrez en la Cuarta Gala del Salón de la Fama de América, celebrada a finales del pasado octubre en México, vuelve a recordar la figura del escritor brasileño Joaquim Machado de Assis (1839-1908).
De su relación con el ajedrez ya hemos escrito pero habría que ahondar ahora en sus problemas ajedrecísticos y sus referencias concretas al tablero en su amplia obra literaria.
En 1868, como confesó en una crónica tardía, Machado ya asistía al Clube Fluminense para jugar, luego pasó al Gremio de Ajedrez. El ajedrez lo consideró como una forma de ejercitar la mente y conectar con personas de distintos ámbitos sociales, lo definió como una contribución al desarrollo intelectual y a la formación de importantes valores como la paciencia y la perseverancia.
Es “la ocupación más noble del hombre en sus horas muertas” escribió. Así, contribuyó a popularizar el ajedrez con su obra y llevarlo a los lectores, en cierto modo fue una metáfora en algunas de sus cuentos y relatos.
En 1894 en una publicación declara: ″El ajedrez es un delicioso juego, por Dios. Imagínense la anarquía, donde la reina se come el peón, el peón se come al obispo” (alfil en portugués), ″el obispo se come el caballo, el caballo se come a la reina, y todo el mundo se come a todos. Anarquía elegante”.
En 1898 se publicó toda una serie de problemas de ajedrez en un libro bajo el título ‘Caissana brasileira’. De los 500 problemas seleccionados, el número diez es obra del escritor, uno de los primeros publicados en Brasil, y que ya se había editado previamente en la revista ‘Ilustração Brasileira’ en 1877.
Se trata de un movimiento en que las blancas juegan y ganan en dos movimientos. La jugada Ab5!! es la clave que acaba en mate con diferentes variaciones.
1. Ab5!! Rd8 2. Rf7# es la tercera elegida, antes las otras opciones: 1. Ab5!! e5 2. Df6# y por último aunque sea respuesta múltiple de las negras con el caballo, el resultado final es el mismo. 1. Ab5!! Cc4- Ca4- Cd3-Cc4 2. Df6#
Referencias en cuentos y novelas
Machado de Assis escribió 205 cuentos y diez novelas, en muchas hay referencias literarias, directas e indirectas, a los 64 escaques. Su cuento ‘Cuestión de vanidad’ (1864) contiene numerosas alusiones donde el ajedrez es central. El cuento esboza la relación con el ajedrez con la cuestión del cálculo.
La historia trata del ‘amor’ de Eduardo por dos mujeres, la viuda María Luísa y la joven Sara. Durante meses, vive y corteja a las dos sin que ninguna sepa de la otra, hasta que las mujeres descubren la estafa en un baile.
El ajedrez aparece con el tío de Sara, Silvério, del que se dice ″era demasiado serio para el juego y demasiado frívolo para un negocio”.
Página 30- «De hecho, el tío Silvério era un gran ajedrecista. Desafortunadamente, Eduardo no lo era menos, así que en cuanto se anunció su visita, Silvério corrió hacia la puerta con los brazos abiertos».
Pág. 33 – «¡Y sin embargo este chico juega bien al ajedrez! La palabra ‘ajedrez’ hizo estremecer a Eduardo. Era la señal de un peligro inminente. Sin embargo, como un buen caballero que era, le ofreció el brazo a Sara y se fue con todos a la mesa del comedor.»
Pág. 35 – «Eduardo se vio obligado a aceptar el juego de ajedrez. Para la hija de Almeida esto fue una gran alegría».
Pág. 36 “Cuando Eduardo declaró que aceptaba la partida del ajedrez, la niña sintió que su corazón latía con más fuerza. Ella misma fue a arreglar lo necesario para la partida, no sin levantar la vista a menudo hacia Eduardo, cuya mirada, clavada en ella, era fascinante…. Le ordenó entrar, y pronto apareció en la puerta el valiente ajedrecista, con una sonrisa y un gesto cariñoso «. «La partida terminó a la medianoche. Sólo habían jugado dos partidas, en las que siempre ganaba Silvério. Esto era porque no estaba enamorado, y Eduardo, si no lo estaba, creía que sí».
Pág. 50 – «Le ordenaba entrar y pronto el valiente ajedrecista aparecía en la puerta, con una sonrisa y un gesto afectuoso».
En ‘Historia de una lágrima’ (1867): «El mayor jugaba al ajedrez con Valadares; el poeta recitaba versos; Elisa lo llenaba todo con su gracia y sus palabras».
En ‘Cuál de las dos’ (1872): “Cálculos inútiles, dirá el lector de buena fe, esos de esta muchacha provinciana, que hizo del amor una partida de ajedrez” escribe.
En los cuentos ‘Rui de Leao’ (1872) y ‘Antes que cases’ (1875) las referencias al ajedrez son circunstanciales, aunque tienen su valor por su regularidad y, sobre todo, como pasatiempo ilustrado, practicado por hombres y en ambientes privados (los clubes y los torneos sólo surgirían más tarde). En el segundo cuento citado, el personaje de Ángela dice ″La vida no es un juego de ajedrez”.
‘Quién hace una buena cama…’ (1875). En el capítulo V se menciona: ″Ernesto se convirtió en una necesidad en la casa. Sabía jugar todos los juegos, desde el ajedrez hasta las prendas.”
‘La astucia del marido’, (1878) En esta historia, dos hombres compiten por la mano de Clarinha, prometida por su padre a Valentim Barbosa pero la chica realmente quiere a su primo Ernesto. Valentim, que juega al ajedrez con su futuro suegro en los tableros, empieza a jugar con su rival en la vida.
En su novela ‘Iaiá García’ (1878). «Los domingos siempre cenaba el señor Antunes, con quien jugaba una partida de billar. Trataba de enseñarle ajedrez, pero se desanimaba después de cinco lecciones … De las cualidades necesarias para el ajedrez, Iaiá poseía las dos esenciales: vista rápida y paciencia benedictina; cualidades preciosas en la vida, que también es el ajedrez, con sus problemas y partidas, unas ganadas, otros perdidas, otras nulas”.
También en su novela ‘Memorias póstumas de Brás Cubas’ (1881) considerada el inicio del realismo brasileño con un cambio en la técnica narrativa, el protagonista, Brás Cubas usa el juego para comparar su vida con una partida de ajedrez.
En el cuento ‘El Alienista’ (1882), el protagonista, el doctor Simao Bacamarte se comporta como si fuera un apasionado del ajedrez que usa el juego para estudiar la mente humana.
Desde 1883 en adelante, las referencias al juego, recogidas en sus obras, se hicieron más escasas aunque más profundas.
Cuento ‘El incrédulo frente a la cartomante’, también conocido como ‘La cartomántica’ o incluso ‘El adivino’ (1884). “Camilo le enseñó a jugar a las damas y el ajedrez, y jugaban por la noche; ella mal y él, para serle agradable, poco menos que mal.”
En la novela Don Casmurro (1899), el narrador Betinho utiliza el juego para comparar su relación con Capitu con una partida de ajedrez.
En otra novela, ‘Esaú y Jacob’ (1904). En el capítulo XIII, titulado ‘Epígrafe’ se recoge por parte del personaje del consejero Aires una referencia a diagramas de ajedrez en un breve comentario: ″…hay un beneficio en que las personas de mi historia colaboren en ella, ayudando al autor, a través de una ley de solidaria, una especie de intercambio de servicios, entre el ajedrecista y sus trebejos”.
En el mismo capítulo cita posteriormente el autor: “Si aceptas la comparación, podrá distinguir el rey y la reina, el alfil y el caballo, sin que el caballo pueda formar una torre, ni la torre un peón. También está la diferencia de color, blanco y negro, pero eso no quita el poder a la marcha de cada pieza, y al fin y al cabo, ambos pueden ganar la partida y así va el mundo. Quizás sería recomendable poner aquí un diagrama de las posiciones bellas o difíciles, como en las posiciones del juego. Si no hay tablero, este proceso es de gran ayuda para seguir los movimientos, pero también puede ser que tengas suficiente visión para reproducir diferentes situaciones en tu memoria.”
Luego exclama: “¡Fuera los diagramas! Todo transcurrirá como si realmente vieras el juego que se desarrolla entre persona y persona, o, más claramente, entre Dios y el diablo”.
Aquí el ajedrez, se convierte en una alusión a los personajes Esaú y Jacob (Dios y Diablo, blanco y negro) que se baten en duelo por el amor de Flora. En definitiva, la literatura convertida en un enigma de ajedrez.
En su última novela, ‘Memorial de Aires’ (1908). “Yo quedaré en casa. Si aparece un ajedrecista, jugaré al ajedrez; si solo juegas a las cartas, a las cartas. Si no viene nadie, me lanzaré a componer un poema de memoria”.
Machado de Assis, que cuenta con un monumento en Madrid, ubicado cerca de la avenida Brasil, ha sido ampliamente traducido, siendo las últimas ediciones publicadas de su obra en español, Memorias póstumas de Brás Cubas, ilustrado por la portuguesa Mariana Rio (Sexto Piso, 2017); El Alienista y otros cuentos (A. Machado Libros 2018); Resurrección (UAM Ediciones, 2020) y Cuentos sobre la esclavitud (FCE, 2022).