Mandela: La interminable marcha hacia la libertad

Un hombre, imperfecto como todos

“El hombre tenía sus defectos y sus debilidades” – ha escrito Maria Malagardis en el diario Libération del 6 de diciembre 2013-, “no era un santo” como recordaba hace unos días Christopher Till, director del Museo del Apartheid de Johanesburgo, al inaugurar la exposición que la alcaldía de París le dedica en estos días de diciembre de 2013. “Pero su destino excepcional encarna la fuerza de la esperanza y la capacidad de la acción política para transformar una sociedad”. En 1957 se divorció de su primera mujer, Evelyn, con la que tuvo cuatro hijos. Para poder ver a su segunda esposa, Winnie, madre de dos de sus hijas, Zinzi et Zenani, tuvo que esperar quince años entre rejas. En aquella época, cuando Nelson Mandela se pudría en la cárcel y el poder blanco alcanzaba todo su apogeo, Winnie luchó con todas sus fuerzas para convertir el nombre de su marido en un símbolo. “Pero también era incontrolable, ferozmente independiente e incapaz de plegarse a la disciplina de un partido. Todavía hoy es un electrón libre y radicalizado dentro del ANC, popular porque es rebelde” (Pierre Haski).

Ese segundo divorcio fue doloroso para ambos. El día que cumplía 80 años, Mandela contrajo un tercer matrimonio con Graça Machel, viuda del presidente mozambiqueño Samora Machel – muerto en 1986 en un accidente de aviación en suelo sudafricano, un crash jamás elucidado que al día de hoy permanece rodeado de sombras- quien le ha acompañado hasta el final y hoy puede llamarse viuda de dos presidentes.

En los años del ocaso, y cuando ya no ni podía ni quería defenderse, se le han reprochado muchas cosas a Mandela; entre otras, que abandonara el socialismo del ANC para abrazar el liberalismo de la prosperidad económica, que tuviera un carácter ciertamente autoritario e incluso que, en sus años de poder, hubiera centrado el grueso de la lucha en la reconciliación con los blancos y prestara escasa atención a las mejoras sociales. Hoy por hoy la emancipación de los que constituyen el 80% de la población no ha acabado con las desigualdades. Solo una pequeña parte de ellos ha conseguido progresar económicamente… Aunque el apartheid ha desaparecido, hay otras forma de discriminación en Sudáfrica, como en Diepsloot, donde una parte de la comunidad está en contra de los inmigrantes africanos… (”No podemos decir que ya no hay xenofobia, porque todavía hay. La gente está frustrada. Porque el Gobierno no hace nada y hay mucho paro. Las personas se pasan sus frustraciones de unas a otras. Necesitan seguridad. No creo que haya alguien que se preocupe por lo que necesitan, así que contagian su indignación a los otros. Es duro vivir aquí si eres extranjero”. Sudáfrica: libertades y desigualdades, Euronews).

Aunque, probablemente no es éste el momento de recordarlo; tiempo habrá para que la Historia haga justicia al político y al hombre. Pero tampoco es cosa de ponerse borde, como una de las presentadoras del canal francés de información continua i-Télé (filial del grupo Canal +) que cortó a un invitado, al que había pedido su reacción ante la muerte de Madiba y empezaba a salirse del guión apuntando algún reproche, diciéndole que “hoy es el momento de la unanimidad”.

“Quisiera… en este instante doloroso en que Mandela se nos empieza a escapar entre los discursos y los encomios, los parabienes y los paramales, los monumentos y las estatuas… –escribe Ariel Dorfman en el periódico argentino Página 12- quisiera rescatar a ese hombre real, tangible, corpóreo”.

Invictus

Sea como fuere, el paso del tiempo ha respetado intacta la leyenda del luchador, la del “alma invencible y orgullosa” que canta su poema preferido, Invictus, del inglés William Henley (2), escrito en el hospital donde le amputaron el pie en 1875, a consecuencia de una tuberculosis ósea:

“En las tinieblas que me rodean negras como un pozo donde ahogarse doy gracias a los dioses, cualesquiera que sean, por mi alma invencible y orgullosa:

En crueles circunstancias no he gemido ni llorado/ Magullado por esta existencia/ estoy de pie, aunque herido.

En este lugar de ira y llantos/ se perfila la sombra de la muerte. No sé que me reserva la suerte/ pero sé que no siento, y no sentiré miedo.

Por estrecho que sea el camino por numerosos que sean los castigos infames Soy el dueño de mi destino el capitán de mi alma”.

Este poema hizo mucha compañía a Mandela en sus infinitos años de cárcel. (3)

(1)La película, un biopic titulado aquí Mandela, del mito al hombre y protagonizada por el actor británico Idris Elba, tiene previsto su estreno en España en los primeros meses de 2014.

(2) William Ernest Henley (1843-1903)

Out of the night that covers me, Black as the pit from pole to pole, I thank whatever gods may be For my unconquerable soul.

In the fell clutch of circumstance I have not winced nor cried aloud. Under the bludgeonings of fate My head is bloody, but unbowed.

Beyond this place of wrath and tears Looms but the Horror of the shade, And yet the menace of the years Finds and shall find me unafraid.

It matters not how strait the gate, How charged with punishments the scroll, I am the master of my fate: I am the captain of my soul.

(3) Clint Eastwood realizó una película sobre Mandela en 2009, con el título de Invictus.

Hemeroteca

Le Monde, Libération, L’Humanité, Rue 89, El Plural, Página 12, i-Télé, i-24 News, BFMTV y Euronews de los días 6 y 7 de diciembre 2013.

http://youtu.be/aOWxd48gmHo

Música para un héroe

Nelson Mandela no solo ha sido un símbolo de la lucha contra la discriminación y el apartheid; también ha sido, y seguirá siendo, un icono social (como Che Guevara, como Mao…) decorando todo tipo de objetos de consumo, un personaje muy cinematográfico con una trayectoria vital fascinante y una fuente de inspiración para poetas y autores de canciones. El interminable encarcelamiento de Mandela, su liberación y el fin del apartheid, son temas que han inspirado a decenas de artistas. A Mandela le han cantado en vida los mejores intérpretes del siglo XX, en estadios donde se amontonaban cien mil cuerpos bailando al ritmo de su nombre; él mismo tuvo oportunidad de sumarse más de una vez a esos homenajes, cantando y bailando en el escenario,

A finales de los años ’70, Bono, el cantante del grupo U2, fue uno de los primeros músicos que denunció el encarcelamiento de Mandela. U2, con Bono al frente, acaba de publicar la canción “Ordinary Love”, que aparece en la banda sonora de la película Mandela : del hombre al mito.

En 1984, el grupo The Special AKA edita “Free Nelson Mandela”, un tema rítmico de aire festivo: «21 years in captivity/Shoes too small to fit his feet/His body abused, but his mind is still free/ You’re so blind that you cannot see». Escrita por Jerry Dammers, es una canción de lucha y también un exitazo de ventas.

En 1987, el grupo sudafricano Savuka, compuesto por músicos negros y blancos y dirigido por Johnny Clegg, publica en el álbum “Third world child” un título realmente comprometido: “Asimbonanga”, una palabra zulú que significa “no le hemos visto”. Cantada en esa lengua y con los estribillos en inglés, utiliza metáforas para hablar del preso de Robben Island: “Una gaviota vuela al otro lado del mar/ Sueño con callar el silencio/ ¿Quién tiene palabras para derribar la distancia/ entre tu y yo?”. Johnny Clegg fue uno de los primeros músicos blancos que colaboró con músicos negros en Sudáfrica, lo que durante el apartheid estaba totalmente prohibido. En 1999, durante un concierto de Johnny Clegg, Mandela subió al escenario y la cantaron juntos.

También en 1987, el trompetista Hugh Masakela compuso “Bring Him Back Home”, convertida enseguida en el himno del movimiento por la liberación de Nelson Mandela. Hugh Masakela se había visto obligado a exiliarse en 1961 y no regresó a Sudáfrica  hasta 1991, una vez abolido el apartheid.

Youssou N’Dour, cantante senegalés comprometido con varias causas de defensa de derechos humanos, organizó en 1985 un concierto por la liberación de Mandela, en el Estadio de la Amistad de Dakar. Ese mismo año editó el álbum “Nelson Mandela”.

El 8 de junio de 1988, seiscientos millones de telespectadores, en sesenta y siete países, vieron el concierto-homenaje en el 70 aniversario de Mandela, celebrado en el estadio de Wembley. El grupo británico Simple Minds compuso para la ocasión la canción “Mandela Day”, que imaginaba el día de la liberación del prisionero, lo que ocurrió poco más de un año después.

La canción “I just called to say I love you” escrita por Stevie Wonder para la banda Sonora original de la película La chica de rojo, realizada en 1985 por Gene Wilder. ganó el Oscar de aquel año y fue un éxito. Cuando subió a recoger el premio, Stevie Wonder se lo dedicó a Nelson Mandela.

En 1986, el trompetista Miles Davis publicó un álbum dedicado al arzobispo anglicano Desmond Tutu, quien dos años antes había ganado el Nobel de la Paz. El último corte, “Full Nelson”, es un homenaje al líder sudafricano.

Grabado en Sudáfrica, el álbum “Graceland” de Paul Simon, que incluye la canción del mismo nombre, fue un boom en los años ’80. Aunque no hace referencia directa a Mandela, sirvió para dar a conocer a distintos músicos sudafricanos comprometidos, sobre todo al grupo Ladysmith Black Mambazo.

Y también”When you come back” de Vusi Mahlasela, “”Freedom Now” de Tracy Chapman, “Prophets of Rage” de Public Enemy, “Just a Breath of Freedom” de 2Pac…

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Mercedes Arancibia
Periodista, libertaria, atea y sentimental. Llevo más de medio siglo trabajando en prensa escrita, RNE y TVE; ahora en publicaciones digitales. He sido redactora, corresponsal, enviada especial, guionista, presentadora y hasta ahora, la única mujer que había dirigido un diario de ámbito nacional (Liberación). En lo que se está dando en llamar “los otros protagonistas de la transición” (que se materializará en un congreso en febrero de 2017), es un honor haber participado en el equipo de la revista B.I.C.I.C.L.E.T.A (Boletín informativo del colectivo internacionalista de comunicaciones libertarias y ecologistas de trabajadores anarcosindicalistas). Cenetista, Socia fundadora de la Unió de Periodistes del País Valencià, que presidí hasta 1984, y Socia Honoraria de Reporteros sin Fronteras.

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