Preeti Rathi tenía 25 años cuando murió en un hospital de la ciudad india de Mumbai, exactamente un mes después de que un hombre le lanzará ácido en el andén de una estación de trenes, informa Ranjita Biswas (IPS) desde Kolkata (India).
Rathi, quien falleció el 2 de junio, había ido de Nueva Delhi a Mumbai para trabajar como enfermera en un hospital naval en el sur de la ciudad.
El agresor no ha sido capturado pese a que el sistema de televisión de circuito cerrado lo habría identificado y de las posteriores protestas masivas de su familia y activistas que se unieron a la causa.
No se trata de un caso aislado. De hecho, en los últimos años, cientos de mujeres y adolescentes de distintas ciudades de India sufrieron terribles experiencias similares.
Las víctimas que sucumben a las heridas invariablemente sufren una muerte dolorosa. El ácido les come la piel dejando heridas que se infectan rápidamente y causan septicemia, entre otros cuadros médicos.
Las que sobreviven quedan marcadas de por vida con terribles cicatrices. Muchas viven ocultando, lo que describieron a IPS, como sus rostros y cuerpos «deformados» de las miradas de horror.
Faltan datos oficiales, pero estudios de investigadores independientes y organizaciones de derechos humanos muestran que los ataques con ácido son un delito de género, que tiene a las mujeres jóvenes como principal objetivo. La mayoría de las veces, los agresores son hombres despechados.
Los ataques con ácido se clasifican como delitos contra las mujeres, los que ascendieron a 244.270 en 2012, e incluyen violación, muertes por dote (cuando la familia política la mata o la empuja a un suicidio como forma de chantaje para obtener una dote mayor) y trata de mujeres y adolescentes, según la Oficina Nacional de Registro de Delitos.
El oriental estado indio de Bengala Occidental concentra 12,7 por ciento de los casos, mientras su capital, Kolkata, es la tercera ciudad de India más peligrosa para las mujeres, después de Nueva Delhi y Bangalore.
Subhas Chakraborty, de la Fundación de Sobrevivientes de Ácido de India, con sede en Kolkata, dijo a IPS que la organización elevó una demanda al gobierno de Bengala Occidental sobre el derecho a la información para recopilar cifras reales de ataques contra las mujeres en este estado.
«Solo hubo 56 casos registrados y 77 víctimas entre 2006 y 2011», observó Chakraborty. Según ella, es probablemente que la cantidad real de incidentes sea mucho mayor.
El Centro Global Avon para la Mujer y la Justicia, de la Facultad de Derecho de Cornell, en Estados Unidos, registró 153 casos de ataques con ácido denunciados en la prensa, entre enero de 2002 y octubre de 2010.
La Campaña y Lucha contra los Ataques con Ácido contra las Mujeres recopiló una lista de 65 incidentes en el sureño estado de Karnataka entre 1999 y 2008.
La organización intervino en el sonado caso de Hasina Hussain, a quien ayudó a recurrir a la justicia en 1999, quemada con ácido por su exempleador, Joseph Rodríguez, quien, despechado porque la entonces joven de 19 años rechazó su propuesta de matrimonio, le tiró dos litros de ácido.
Aun con la ayuda de una organización no gubernamental, la Corte Superior de Kolkata demoró siete años en condenar a Rodríguez a cadena perpetua.
Activistas reclaman medidas
C J Pragya, de la sureña ciudad de Bangalore, ya no se estremece cuando piensa en mostrar su rostro, otrora bello y ahora cubierto de cicatrices. Lejos de esconderse, creó la organización stopacidattacks.org y lanza campañas contra estos ataques.
Pero muchos actores, pese a que reconocen el valor de los esfuerzos individuales, sostienen que la falta de medidas a escala nacional no detendrá las agresiones con ácido.
Desde hace años, las activistas reclaman que se endurezcan las leyes y que los organismos estatales le presten la debida atención a este asunto.
Hace siete años, la Corte Suprema Justicia sugirió al gobierno que promoviera una ley «completa e integral» para atender a esta amenaza, según Chakraborty.
Pero se necesitó del brutal episodio de violación de una estudiante de medicina en un autobús en movimiento en Nueva Delhi, el 16 de diciembre de 2012, y de la consiguiente movilización popular de protesta, para que el gobierno acelerara la aprobación de la Ley de Enmienda del Derecho Penal, en abril de este año.
La reforma acompañó cambios normativos a gran escala para proteger a las mujeres contra la violencia y prevé duras sanciones contra quienes violen sus derechos.
La pena por ataques con ácido actualmente prevé un mínimo de 10 años de cárcel y hasta cadena perpetua, además de una multa que puede ascender a 16.600 dólares, según el texto enmendado hace un par de meses.
El dinero recaudado se volcará a la financiación de extensas intervenciones quirúrgicas necesarias para la reconstrucción facial.
Sonali Mukherjee, una joven del estado indio de Dhanbad, por ejemplo, debió someterse a 22 operaciones tras ser víctima de un ataque en 2003, relató Chakraborty.
Pero el dinero no basta para recompensar a las familias ni a la víctima de un ataque con ácido. La rehabilitación sigue siendo uno de los grandes problemas para las sobrevivientes. Muchas familias pobres carecen de los recursos que requiere el complejo tratamiento necesario, que incluye atención psicológica.
La Alta Corte de Punyab pidió al gobierno local que diseñara una política para facilitar un tratamiento gratuito, que incluya atención psicológica.
Ácido de fácil acceso
Las activistas aplauden los cambios legales, pero cuestionan la falta de restricciones a la venta del arma agresora: el ácido.
Una botella de ácido sulfúrico, clorhídrico o nítrico se puede adquirir por solo 30 rupias (50 centavos de dólar) casi que en cualquier esquina.
La abogada de derechos humanos Aparna Bhat presentó en 2006 un litigio de interés público en un tribunal federal reclamando la prohibición de la venta de ácidos en mostrador.
Entonces Bhat representaba a Laxmi, quien quedó marcada de por vida cuando un novio despechado le lanzó ácido en el rostro.
La abogada alegó que la falta de mecanismos normativos permite que la sustancia corrosiva sea de fácil acceso para el agresor, con lo que coinciden activistas que denuncian que el arma está al alcance de la mano.
La Corte Suprema alertó el 9 de este mes que iba a prohibir la venta de ácido, si el gobierno central y los estaduales no lo regulaban antes.
Venganza de género corregida y aumentada, con ácido. La armonía física del cuerpo, y especialmente del rostro, es muy importante para el ser humano y más para la mujer. Por eso la maldad vengativa de atentar al rostro femenino es de mayor envergadura; si la mujer no muere, sufrirá en lo síquico de por vida, que es lo buscado por el vengador; tal como los torturadores expertos utilizan con sus víctimas elementos cotidianos (ej. una botella de coca cola introducida en los orificios del cuerpo, quemaduras con cigarriillos, etc.) para que estos últimos continúen sufriendo posteriormente en la vida normal pues estarán encontrándose con tales elementos en todas partes y lo asociarán mentalmente con el sufrimiento a que se les sometió.