Régis Debray estuvo en Madrid con motivo de la Feria del Libro 2016, en la que Francia fue el país invitado, para presentar su último libro Elogio de las fronteras, en el Parque del Retiro y en la sala de prensa del Instituto Francés de Madrid, donde mantuvo un diálogo con los medios en un español bastante aceptable.
Régis Debray, antiguo activista de la Revolución Cubana, de la controvertida y fallida revolución boliviana del Ché, de su paso por el Chile de Allende, supo rentabilizar como nadie estas experiencias para hacer una respetable carrera política, bastante efímera por sus diferencias ideológicas con François Mitterrand. Terminada esa relación con su abandono definitivo de la política, se sumerge en la vertiente cultural francesa como filósofo inventor de la Mediología. Ha publicado numerosísimos trabajos, muchos de ellos relatos de su fascinante vida que, haciendo honor a este último, han traspasado fronteras.
Elogio de las fronteras es el tema de una conferencia que pronunció en Tokio en marzo de 2010 en la Casa Franco – Japonesa. Define la frontera como “un nuevo espacio de combate intelectual en el que la demarcación y el límite son condiciones necesarias para la civilización.”
Respondiendo in extenso a varias preguntas comenta sobre varios tipos de fronteras o ausencia de fronteras. La soberanía, por ejemplo, en la UE, tiene una frontera común como todo y un sistema de fronteras internas de puertas abiertas como partes, en el que cada uno reconoce la soberanía del otro. Una puerta cerrada es un mal uso de la frontera. Esto en cuanto a fronteras físicas. Las fronteras políticas son ambiguas y las económicas hoy en día con la globalización de los mercados y la tecnología digital prácticamente han dejado de existir. Están las fronteras que establecen las guerras y las que son diseñadas por y para la paz.
Dice Debray que tuvo conciencia de que la frontera significa libertad durante un viaje a Palestina en 2006, cuando un palestino le hizo ver la diferencia entre frontera y vallas. «Hay vallas porque no hay una frontera que delimite nuestro territorio, nuestro espacio de libertad y protección». Como siempre, todo depende del lado desde donde se mire: los judíos dicen que la frontera se alarga hasta donde haya un judío. ¿Tendrá esto que ver con los asentamientos que no cesan? Añade Debray: «Deberían decir de una vez (los judíos) donde está la frontera a la que tienen derecho los palestinos».
Comentando la situación de los refugiados huidos de la guerra en Siria y países limítrofes, Irak por ejemplo, reconoce que la política de la UE es vergonzosa. Comenta la actitud de Ángela Merkel, quien en un principio abrió Alemania sin restricciones, pero después tuvo que frenar a consecuencia de los problemas internos que esto levantó en el país o porque se dio cuenta de que la riada de llegadas masivas amenazaba con ser incesante e incontrolada. Pero la otra consecuencia terrible, son los kilómetros de vallas que se han alzado en los confines de la UE, borrando fronteras con sus puentes y puertas de acceso. Prueba evidente de que una valla es lo contrario de una frontera.
A una pregunta sobre fronteras para capitales financieros, responde Debray que «claramente el concepto de globalización es puramente económico. Es un círculo vicioso, porque políticamente no hay tal globalización, ni las personas están globalizadas. La existencia cada vez más notoria de fronteras étnicas evidencia este hecho. Por otra parte, si bien hay fronteras lingüísticas e ideológicas, para la cultura o no hay fronteras o éstas son absolutamente permeables. La cultura se globaliza a través de Internet como el sistema financiero”.
Hay una pregunta sobre el modelo financiero de los países islámicos frente al capitalismo, a la que Régis Debray responde en términos quizá necesariamente un tanto ambiguos: “Si bien en todos los países islámicos se respeta formalmente el Corán, en ciertos aspectos se produce una adaptación al sistema dominante, incluso por parte del fundamentalismo islámico. Hay sin duda sectores progresistas partidarios de la norma universal asociada al progreso científico. Pero también se produce una cierta frustración ante la invasión de sistemas que afectan a su pasado y tradiciones”.
No podía faltar una pregunta sobre el marxismo a alguien que fue un notorio marxista en su juventud: “El problema del marxismo como sistema económico es que no se tomó en serio la cultura. No se tomó en serio la religión ni las costumbres. Impuso su visión del mundo, una visión que en su día pudo ser necesaria pero insuficiente. Reconciliar al marxismo económico con las diversas tradiciones culturales, como lo hicieran Pasolini, Bertolt Brecht y algún otro hubiera inyectado puntos de transición que hubieran prolongado su vigencia, incluso ahora”.
Elogio de fronteras, en principio conferencia dirigida a un público japonés, empieza hablando de la diferencia de tener como frontera abierta ‘lo azul’, es decir el océano, a estar rodeado de tierras separadas entre sí por una delgada y cambiante línea fronteriza. “Son ustedes un país sin fronteras, felices en su jardín cerrado, pero cayeron en la tentación de salir de él para conquistar Asia, por lo que fueron salvajemente castigados en 1945…y como contrapartida eso sirvió para la modernización del país. Pero la tradición persiste. Sus pescados crudos, sus caracteres de escritura, sus calles sin nombre, sus lazos religiosos, sus kimonos, todo eso teje bajo la superficie de una ultramodernidad sin complejos una red de finas mallas sorprendentemente resistentes”.