Sefardíes, España y Estados Unidos

«Sefardí» alude a los judíos relacionados con la cultura ibérica, porque el término proviene de Sefarad, que significa España en hebreo

Los sefardíes son los judíos que vivieron en España hasta ser expulsados, por los Reyes Católicos, en 1492. En la diáspora muchos de sus descendientes llegaron a Portugal, a Turquía, Países Bajos, Argentina, Canadá y Estados Unidos, en menor cantidad a Perú, Colombia, Marruecos, Panamá e Italia. Actualmente, la mayor parte reside en Israel.

Haciendo historia sabemos que algunos fueron prósperos comerciantes, otros se destacaron en profesiones y oficios. En España, estaban afincados en numerosas poblaciones: Sevilla, Barcelona que aún conserva el barrio judío, Córdoba, Granada, Gerona, Ávila, Málaga y otras ciudades, como la ciudad de Lucena, a 67 kilómetros de Córdoba, que estuvo habitada casi solamente por judíos, y se la conocía como «La perla de Sefarad». La necrópolis de Lucena es una de las más grandes de la época hebrea.

La expulsión de los judíos trajo consecuencias funestas para España, en varios aspectos.

Los sefardíes que se establecieron en el Imperio Otomano contribuyeron al desarrollo del imperio, participaron en la industria mercantil y comercial, se destacaron en la administración y la cultura, establecieron la primera imprenta en 1493, y fueron los médicos del sultanato. Al mismo tiempo se sentían muy ligados a la tierra española de sus ancestros, guardaron sus tradiciones, costumbres y lengua, En tierras extranjeras, nunca perdieron el sentimiento del terruño español unido al resentimiento, a la nostalgia y al sentido de pertenencia.

América, asimismo, atrajo desde la época de la colonia a comunidades judías, entre ellas a los sefardíes, y los judíos norteamericanos son activos promotores de la sociedad. Actualmente, existen reductos donde se habla el judeoespañol y el libro, publicado por la Academia Norteamericana de la Lengua Española (ANLE): «El español sefardí como una variedad de la lengua española», recoge gran cantidad de información y datos, y los artículos analizan el tema desde diferentes ángulos.

Su editor, Fernando Gil, doctorado en leyes y ciencias políticas, teólogo especialista en lenguas bíblicas y excatedrático en las áreas de derecho internacional y la filosofía del derecho, comenta en la Introducción que el libro fue concebido en el 2016, con la intención de reunir una serie de estudios sobre la variedad lingüística del español, el español sefardí. En el libro participan profesores e investigadores israelíes, estadounidenses, latinoamericanos, y españoles: David. M. Bunis, José Guillermo Anjel Rendo, Luisa Kluger, Paloma Díaz-Mas, Bryan Kirschen, Gerardo Piña-Rosales, Ilan Stavans, Cristóbal José Álvarez López, Adelaida Sourdis Nájera y el editor Fernando Gil.

«Todos ellos -dice Gil en la introducción- a partir de sus propias disciplinas, esbozan sus planteamientos con ahínco, lanzan sus conceptos, corroboran sus tesis con datos y relatos, plasman sus pesquisas y elaboran conclusiones con la autoridad que les concede tanto su experiencia académica como su pasión por el español sefardí, conocido también como judeoespañol, españolit, espanyol maestro, franco, levantino, ladino, djidio o djudezmo».

Sorprende que en los Estados Unidos haya vestigios del español sefardí, por eso hablamos con algunos de los expertos que trataron el tema.

La doctora Luisa Kluger, lingüista, investigadora, catedrática de la lengua y de literatura hispánica, estudios judaicos y literatura sefardí, tuvo la amabilidad de atendernos y nos comentó lo siguiente:

«A principios del siglo veinte, la desintegración del Imperio otomano y los problemas de Europa, llevaron a muchos sefardíes a emigrar, por razones económicas, políticas y sociales, y muchos lo hicieron a Estados Unidos. En los inmigrantes, y especialmente en el caso de los sefardíes se da la necesidad de adaptación lingüística sociocultural pero al mismo tiempo una necesidad natural de mantener las tradiciones del grupo a través de la lengua. El judeo español de los Estados Unidos pasó por una evolución, y aunque conserva muchas de sus características lingüísticas, naturalmente el uso del inglés y del español estadounidense han causado «interferencias» y el español sefardí no se favoreció en la supervivencia. En realidad, esta variedad de la lengua española corrió una suerte similar a la de muchas otras lenguas de herencia en los Estados Unidos, por la integración al crisol de las diversas culturas, que forman la cultura norteamericana. También hay otro aspecto, el flujo de los hablantes del español sefardí se interrumpió durante la Segunda Guerra Mundial. Creo que hay una recuperación pero es más bien un interés arqueológico porque al no haber nuevas generaciones que utilicen la lengua, pierde vitalidad».

Tuvimos acercamiento con el escritor, profesor y exdirector de ANLE, Gerardo Piña-Rosales, a su vez excelente fotógrafo de raras y bellas imágenes. A partir de su reporte: «The Gomez Mill House: Un enclave sefardí en el valle del Hudson», quisimos conocer más sobre el hallazgo y la historia del Molino en NewBurgh. Esto fue lo que nos comentó:

«En realidad, me llamó la atención en el mapa la indicación ‘The Gomez Mill House’, parecía un sitio que se podía visitar, y al día siguiente me fui a ver, estaba relativamente cerca de donde vivo y cuando llegué me encontré con una casa en buenas condiciones, junto a un río, y vi el Molino. Comencé a sacar fotos, el lugar es muy pintoresco, no es una mansión es un cottage, la casa parece que la iban a demoler pero luego quedó como museo, pertenecía a una familia de origen sefardí, y me dije: Este es un buen testimonio de la presencia sefardí en tierras americanas».

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The Gomez Mill House

Al preguntarle sobre el futuro del español sefardí, me contestó:

«Quisiera ser optimista porque yo viví en Marruecos y en los sesenta tenía un convivio natural con los sefardíes en Tánger, pero ya quedan muy pocos, la diáspora se hizo cada vez mayor. Aquellos sefardíes hablaban haketía, mezcla de castellano antiguo, hebreo, árabe, francés, etc. El exdirector de RAE Dario Villanueva, participó en la presentación de la Academia Nacional del Ladino en Jerusalén, que esta incorporada a la ASALE».

Le comenté que cuando estuve en Israel, constaté que había una comunidad considerable que hablaba el judeoespañol y conocí varias familias.

Piña-Rosales me confirmó: «Las lenguas subsisten si tienen hablantes. Tratamos de conservarlas, difundirlas, estudiarlas pero sólo el uso las mantiene vivas».

Ésa es la misión y la importancia de este libro: estudiar, difundir y mantener viva una larga tradición lingüística que vincula a los sefardíes con España y con los Estados Unidos, como con otros países donde los sefardíes continuan hablando el español sefardí, uniendo historia, tradición y lengua.

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