Acaba de publicarse en Francia la revista trimestral «Vieux», una iniciativa del septuagenario periodista Antoine De Caunes, hombre de radio, cine y televisión que se hizo célebre en Francia, sobre todo en los mejores años de Canal Plus, como humorista en el programa «Nulle part ailleurs» de Philippe Gildas. Su periodicidad trimestral es al menos promesa de reflexión, frente a la superficialidad de la prensa diaria y semanal actual.
Una revista cuyo título y formato anuncia su intención: dirigirse a esas generaciones de personas nacidos entre 1945 y 1960, es decir con 64 a 79 años cumplidos. Una franja de edad cuyo estado de salud es muy diferente, según las clases sociales y los trabajos o profesiones desarrollados.
Pero en todo caso un sector de la sociedad muy solicitado por los especialistas del marketing comercial, aunque despreciado y marginalizado en el mundo laboral.
Esos jubilados, entre los que se encuentra este cronista, que han logrado, a menudo gracias a numerosas luchas, esfuerzos y reivindicaciones, obtener jubilaciones dignas para poder vivir y no solo sobrevivir. Esos jubilados, insisto, según las profesiones ejercidas, que gozan aún de buena salud para disfrutar los años que les quedan. Eso sin olvidar a los que nos han dejado tempranamente por causa de enfermedad sin poder disfrutar largo tiempo de su merecida pensión.
El mercado «senior» de un cierto nivel económico se ha convertido pues en blanco de la avidez de un sistema capitalista que busca desarrollar el consumo a ultranza, creando falsas necesidades por doquier en un mundo vacío de sentido, en el que la imagen instantánea remplaza la lectura.
A su encuentro va pues la revista «Vieux», con una temática que va de la ecología y la biodiversidad, la cultura, o los problemas del envejecimiento y la ausencia de diálogo intergeneracional, lo que tiene sin duda cierto interés, pero evidentes límites.
Una sociedad en la que los multimillonarios del CAC 40, campeones de la evasión fiscal y sus representantes políticos han pedido a las clases más privilegiadas que convenzan a las clases medias de que tienen que apretarse el cinturón y empobrecerse, todo ello debido a los supuestos privilegios de los que ganan el salario mínimo, o a los que en el desempleo viven con seiscientos euros por mes, o más todavía por culpa de esos emigrantes que, expulsados de todas partes, construyen chabolas en las grandes ciudades, y que tan solo aspiran a una vida digna.
De la misma manera la vida digna de un jubilado es asimilada en la argumentación de los multimillonarios accionistas a un supuesto privilegio, comparándolos con el empobrecimiento cada vez mayor de las clases medias y con el desarrollo de la miseria y de los suburbios como nunca hubo en Francia desde 1960, y de los flujos migratorios provocados por las nuevas políticas coloniales. La destrucción de los servicios públicos y las privatizaciones a ultranza alimentan la mayor injusticia social vivida en Europa desde la segunda guerra mundial. Es el timo de la estampita a escala planetaria.
Esta sociedad francesa neo liberal en perdida de humanidad, se encuentra al borde de la ruptura con el Estado de derecho, la ley trabajo, la ley de pensiones, la ley sobre inmigración, aprobadas sin mayoría en el parlamento, la ley para reducir la indemnización del desempleo, la represión creciente del movimiento ecologista radical, y del movimiento social y sindical, y la criminalización de toda opinión que difiera de la del monarca presidente Emmanuel Macron y de los guardianes de la Corte.
Incluida evidentemente la poderosa movilización actual de miles de jóvenes y menos jóvenes contra el genocidio perpetrado en Palestina por Netanyahu con el apoyo de los EEUU, reprimida violentamente por una policía antidisturbios cada vez más identificada con el racismo de la ultraderecha.
¿Y que tiene eso que ver con la revista «Vieux» se preguntarán? Pues bien pretendo así hacerles entender que lo que le falta a esta revista, cierto con muy buenas intenciones, es el tema social y una cierta radicalidad (etimológicamente ir a las raíces del problema), si quiere desarrollar como lo dice su primer número ese dialogo entre las generaciones.
En su portada se anuncia: ‘Viejos, yo asumo. En este primer número han participado artistas, filósofos, médicos, académicos, políticos, o periodistas para reflexionar y sonreír sobre el tiempo que pasa’.
Mi interés va más al tiempo que nos queda para impedir los ya anunciados desastres. El porvenir de «Vieux» dependerá de su respeto de la pluralidad de opiniones.
Por el momento hay en sus opciones un coctel compuesto por una hábil dosis de análisis y entrevistas sobre ecología, envejecimiento, cultura, poesía, música, tecnología, cine, divertimento, filosofía, política y humor.
Todo ello con papel brillante, tapas acartonadas y formato de fácil lectura. Prometedor por el precio de casi diez euros por trimestre, para esa franja de edad que prefiere el papel escrito a la tableta electrónica.
La ecología como la vejez, o el papel de los «seniors» y de su experiencia en nuestra sociedad capitalista a la deriva financiera, son temas, evidentemente políticos, que exigen un cruce de miradas franco y sin tabús, que probablemente serán menos consensuales, pues exigen un pluralismo político y social, si se busca verdaderamente responder al problema planteado.
Hechas estas consideraciones previas, les diré que deseo larga vida a «Vieux» por sus buenas, aunque moderadas intenciones, esperando que encuentre las mejores ideas para ese necesario intercambio de experiencias, totalmente olvidadas y ninguneadas por los «jóvenes y viejos» que gobiernan, aplicando una nefasta política más vieja que su propia edad.
Hay artículos pues que me han interesado, en «Vieux», como las entrevistas con Daniel Auteil, con el poeta Yvon Le Men, la entrevista de la joven Diana Salles con una apicultora bio, o la joven periodista Salomé Saqué (autora del ensayo «Se joven y cállate» sois jeune et tais toi) que preconiza con mucho tesón y talento el dialogo entre las generaciones.
La tentativa muy «soft» de enfrentar a una joven militante ecologista (Camille Étienne) con un viejo ex ecologista y político oportunista hoy jubilado (Brice Lalonde), no está sin embargo a la altura de un franco debate sobre ecología y política, representativo de las opiniones que se enfrentan hoy en día.
Personalmente pienso que lo ecológico y lo social están estrechamente unidos. Como dijo el militante sindicalista brasileño Chico Mendes, ya fallecido: «La ecología sin lucha de clases es como una lección de jardinería».
Los llamados bobos, burgueses bohemios, muy sensibles a toda la temática «branché» que presenta esta revista: la comida bio, la agricultura bio, la defensa de la biodiversidad, el CO2 y la contaminación atmosférica o de otras riquezas naturales, como el agua potable y los océanos, están con mucha razón preocupados por «el fin el mundo» que provocan las políticas económicas neoliberales.
Pero la inmensa mayoría de esa misma sociedad, está más preocupada hoy por «llegar a fin de mes» con sus escasas rentas o salarios. Eso sin ignorar tampoco esa temática que nos afecta a todos, pues pesticidas, amianto o radioactividad son según los científicos, responsables de buen número de enfermedades actuales.
La confluencia de esas dos temáticas, el fin del mundo, y el fin de mes, es la clave para buscar una acción ciudadana y política eficaz contra este sistema mundializado, financiero y totalitario que nos proponen las multinacionales.
Pueda «Vieux» orientarse en esa dirección y contribuir a ese debate más allá del publico anciano que se siente aun joven (aunque nos hayan echado del trabajo con un ERE) y que como yo leerá sin duda el próximo número anunciado para el mes de septiembre.
Paso pues a la juventud de todas las clases sociales en las páginas de «Vieux», a condición que Antoine de Caunes, que empezó un día en la prensa como «pigiste (freelance)», quiera o sepa darles la palabra.