Vuelta al clasicismo: el arte italiano de entreguerras

La Fundación Mapfre viene exponiendo desde 2013 un ciclo de arte italiano que se inició con una muestra sobre el realismo impresionista de los Macchiaioli, continuó con la dedicada al divisionismo y al futurismo y culmina ahora con el arte italiano de principios del siglo XX, aquel que retomó la tradición clásica de la armonía y la belleza en un panorama dominado por los ismos y las vanguardias, a las que se enfrentaba (no hay que olvidar que uno de los principios del Futurismo era el de destruir “el culto al pasado”).

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Riposo. Pompeo Borra

Fue una vuelta al orden de los cánones clásicos frente al desorden histórico y cultural identificado con las experiencias de la Primera Guerra Mundial. Los artistas retomaron entonces los géneros clásicos, los bodegones, los retratos, los paisajes y los desnudos, y rescataron valores simbólicos como la maternidad y las edades de la vida, rescatando un pasado mitificado y eterno, custodio de valores antiguos. Aquí está la pintura metafísica de Giorgio de Chirico, Alberto Savinio y Giorgio Morandi; el realismo mágico de Felice Casorati y Ubaldo Oppi, y los representantes del Grupo Novecento (Mario Sironi, Achille Funi, Anselmo Bucci), tendencia esta última que responde a un cierto espíritu de época.

De los metafísicos al novecento

La revista de arte “Valori Plastici” era el órgano de expresión de la corriente pictórica de los llamados artistas metafísicos, liderada por Giorgio de Chirico, que encendió en Italia la nostalgia por un pasado de belleza y armonía.

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Piazza d’Italia. Giorgio de Chirico
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L’Architetto. Mario Sironi

Esta metafísica aludía a un sentimiento de distanciamiento y ahistoricidad. En sus pinturas las imágenes remiten a ese sentido de lo antiguo que le gustaba al pintor. De Chirico se instaló en Ferrara con su hermano Alberto Savinio, también pintor, y allí entró en contacto con Filippo de Pisis y Carlo Carrà para crear un movimiento que marcó el camino del arte italiano. En ese momento pinta su “Melancolía hermética”, en la que introduce la idea del cuadro dentro del cuadro.

Carlo Carrà interpreta, a través de objetos cotidianos, la metafísica del bodegón en obras como “Composición TA (Bodegón metafísico)”. Morandi hace de las naturalezas muertas, los candelabros, las botellas y el molinillo de café (“Naturaleza muerta”) el eje de su pintura. Severini se especializa en mesas puestas y Donghi pinta unas frutas que remiten a la artificiosidad y a la ausencia de vida para justificar el nombre de naturalezas muertas. Tras estas experiencias, los metafísicos vuelven en los años veinte a un clasicismo moderno inspirado en los grandes maestros, de Piero della Francesca a Masaccio.

El grupo de pintores conocido con el nombre de Novecento nació bajo la inspiración de la crítica de arte Margherita Sarfatti y aglutinó a nombres como Mario Sironi, Achille Funi, Aselmo Bucci y Gian Emilio Malerba. La Bienal de Venecia los reconoció oficialmente como grupo en 1924. “Arquitecto” y “Desnudo con frutero” de Sironi, estaban entre las obras expuesta allí, como también “El equilibrista” y la “Lección de música”, de Gino Severini, dos paneles decorativos realizados en origen para la Maison Rosenberg.

Uno de los géneros presentes en la exposición es el retrato, protagonista de la obra de estos pintores italianos. De Chirico se inspira en las pinturas de Durero, Miguel Ángel y Rafael, como pone de manifiesto su “Cabeza de muchacha”. El retrato de Antonio Veronesi y el de su esposa Teresa Medinelli, pintados por Felice Casorati, siguen también esta tradición, mientras el de Silvana Cenni está vinculado a la “Madonna della Misericordia” de Piero della Francesca. También “Las dos hermanas”, de Massimo Campigi se integra en esta tendencia.

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Venus dormida. Piero Marussio

Regreso al clasicismo: desnudos y paisajes

La vuelta al orden significaba también volver a situar al ser humano en el centro del mundo y a utilizar el cuerpo como su medida. Aquí también están las referencias a Masaccio, Rafael y la “Venus de Urbino” de Tiziano. Felice Casorati realiza una serie de pinturas en las que el protagonismo central es el desnudo femenino. En “Concierto”, el lenguaje clásico con el que se interpreta el presente introduce en la escena una dimensión mágica. Cagnacio de San Pietro dota a sus obras de un fuerte contenido social a través del que denuncia la degradación de la sociedad contemporánea (“El primer dinero”).

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Concierto. Felice Casorati
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Retrato de Renato Gualino, Felice Casorati

Para estos pintores comienza a cobrar una importancia cada vez mayor el lugar en el que se desarrolla la vida y de ahí que los paisajes naturales, urbanos o industriales figuren entre sus temas favoritos. Mario Sironi (“Periferias”), Carlo Carrà (“Varallo Vecchio”), Giorgio Morandi (“Paisaje”) vuelven al paisaje inspirado en la tradición, en la inmutabilidad de las cosas corrientes, esta vez reflejada en las calles de las ciudades, los edificios, los peatones y los puentes.

En esta mirada hacia el clasicismo no podía faltar el desnudo femenino, que recoge las influencias, entre otros, de la “Venus de Urbino” de Tiziano, la “Olympa” de Manet, “La Venus del espejo” de Velázquez y “La maja desnuda” de Goya. Bajo estas influencias pinta Felice Casorati su “Concierto”, en el que introduce una dimensión mágica. Los artistas italianos persiguen en sus desnudos una perfección pictórica rayana con el virtuosismo hiperrealista. Los motivos no siempre remiten a los cánones clásicos, sino que en ocasiones denuncian los vicios de la sociedad, como en “Después de la orgía”, de Cagnacicio di San Pietro.

Por último, estos pintores rescatan también un tema clásico presente en las historia del arte: las edades de la vida. Maternidades ahora laicas, ancianos, niños (“Cesare Lionello” de Casorati) son motivos presentes en las pinturas de estos artistas. A veces se mezclan los géneros, como en “Madre levantándose”, de Virgilio Guidi, que sirve de pretexto para mostrar el desnudo femenino. Para su “Maternidad” Severini utilizó como modelo a su esposa Jeanne dando el pecho a su hija Gina. A destacar el tríptico de Cagnaccio di Sampietro “Madre. La vida. El dolor. La gloria”, que refleja el dolor de una madre que ha perdido a su hijo en la Gran Guerra.

  • TÍTULO. Retorno a la belleza. Obras maestras del arte italiano de entreguerras
    LUGAR. Fundación Mapfre. Pº Recoletos, 23. Madrid
    FECHAS. junio 2017
Francisco R. Pastoriza
Profesor de la Universidad Complutense de Madrid. Periodista cultural Asignaturas: Información Cultural, Comunicación e Información Audiovisual y Fotografía informativa. Autor de "Qué es la fotografía" (Lunwerg), Periodismo Cultural (Síntesis. Madrid 2006), Cultura y TV. Una relación de conflicto (Gedisa. Barcelona, 2003) La mirada en el cristal. La información en TV (Fragua. Madrid, 2003) Perversiones televisivas (IORTV. Madrid, 1997). Investigación “La presencia de la cultura en los telediarios de la televisión pública de ámbito nacional durante el año 2006” (revista Sistema, enero 2008).

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