El 28 de octubre de 1956 echaba a andar TVE “para servir a Dios y al franquismo”
El invierno se había instalado ya en aquel octubre madrileño de 1956. El 28 de ese mes, domingo, el día en que TVE iba a iniciar sus emisiones regulares, los termómetros registraban una temperatura mínima de 1.7 grados, y durante el día no se superaron los 13.
Andaba revuelto el mundo de la política internacional a causa de la invasión de Hungría por los tanques de la Unión Soviética y el general Franco aprovechó el acontecimiento para conceder a la agencia Associated Press una extensa entrevista en la que condenaba el hecho y, de paso, todo aquello que no se pareciese a la política española del momento. Mientras, en Francia se temían las reacciones del nuevo gobierno marroquí de Si Kekkai, de mayoría Istiqlal, en un ambiente de manifestaciones antifrancesas en el mundo árabe. En los Estados Unidos comenzaba la última fase de la carrera electoral del demócrata Stevenson contra el republicano Eisenhower por la presidencia de la nación. Vientos de guerra se cernían sobre el hasta entonces sosegado Oriente Medio a causa de una incursión de tropas israelíes a 30 Km. del territorio egipcio.
La España oficial, mientras tanto, presentaba un horizonte pacífico y risueño en el mejor de los mundos posibles, donde los acontecimientos más importantes eran las conmemoraciones del día: XX aniversario de la muerte de Ledesma Ramos y Ramiro de Maeztu, XXIII aniversario de la fundación de Falange Española, actos «en sufragio de los mártires de Paracuellos del Jarama en el XX aniversario de su inmolación…». El Papa recibía en Roma aquel día a un grupo de «excautivos» españoles, presidido por el marqués de Valdavia, mientras desde Nueva York partían seis barcos cargados de aceites comestibles y carne congelada con destino a varios puertos españoles como parte del plan de ayuda norteamericana a la España de Franco.
Se cantaban entonces las tonadillas de Concha Piquer y los boleros de Antonio Machín, mientras algunos leían «Platero y yo», del flamante Premio Nobel de literatura Juan Ramón Jiménez, entre dos Nadales: «El Jarama», de Sánchez Ferlosio, y «La frontera de Dios» de José Luis Martín Descalzo. En algunos periódicos de aquel día se podía leer un anuncio de la firma Telematic: «La televisión será para usted un placer doble a través de nuestros receptores».
La adquisición de un aparato de televisión, cuyo precio oscilaba alrededor de las 25 000 pesetas (150 euros), ya estaba más cerca de todos los bolsillos. Aquel mismo día se daba a conocer la última subida de salarios acordada para los españoles: se establecían tres escalas de sueldos mínimos de 31, 33 y 36 pesetas diarias (unos 20 céntimos de euro). Ese día, sin embargo, ninguna de estas noticias nacionales e internacionales pudo verse ni oírse en el programa inaugural de TVE porque en su primera parrilla no figuraba ningún espacio informativo.
Tampoco se vieron los dos goles que Di Stéfano consiguió para el Real Madrid en La Coruña en los momentos iniciales de la liga de fútbol, deporte que aquel día se ocupaba también de «otro gol» de Zarra (su boda), de la suerte del internacional Puskas, cuya posible muerte violenta se había metido entre los confusos rumores procedentes de Hungría, y del fallecimiento por infarto, aquella mañana, de Sánchez Pizjuán, presidente del club Sevilla, que dio su nombre al estadio.
La primera emisión de TVE alcanzó un radio de acción de 70 km. para unos mil receptores de televisión instalados entonces en la provincia de Madrid. La expectación ante la puesta en funcionamiento del nuevo medio de comunicación había venido creándose desde hacía meses a través de artículos en la prensa, comentarios radiofónicos, conferencias, mesas redondas, etc..
Dos días antes de la emisión del primer programa los responsables de TVE quisieron explicar a periodistas y curiosos las características técnicas con las que iba a iniciarse la primera experiencia televisiva en España. Se organizó a tal fin un coloquio en la Escuela Oficial de Periodismo en el que participaron el director general de prensa, Juan Aparicio; el profesor de la escuela Eduardo Sancho; el director técnico de los servicios de TVE, Sánchez Cordobés; el agregado de radiodifusión de la embajada de EEUU en España, Sr. Carvajal; el arquitecto jefe del ministerio de Información y Turismo, Sr. Osuna, y el locutor de RNE David Cubedo.
A ese acto pertenece una de las más preciadas perlas de la historia de TVE, debida a la inspiración de Sánchez Cordobés: «Ha sido un acierto -decía el director técnico de los servicios de TVE- retrasar hasta el momento presente la puesta en marcha del nuevo servicio; la televisión inglesa, con dos millones de aparatos, que es la primera que se estableció, es la más atrasada de todas». Todo un ejemplo de la inquina del momento hacia la «pérfida Albión» y del desdén hacia los logros de la BBC en todos los campos, desde los tiempos del pionero John Logie Baird. En Inglaterra la televisión había comenzado sus emisiones regulares en 1946, en Japón en 1951, en Italia en 1952, en Estados Unidos en 1944, en Brasil en 1950, en México en 1951…
Una televisión para servir a Dios y a la política
Ciertamente, aquel día, domingo de Consolación, la televisión no podía ser todavía una competencia para los otros espectáculos madrileños del fin de semana. Había aún muy pocos aparatos, así que sólo algunos privilegiados pudieron ver aquella primera emisión de octubre de 1956. Se habían adelantado ya las tradicionales representaciones de «Don Juan Tenorio» en el Teatro Español, que ese año estaba dirigido por José Tamayo y presentaba la novedad de unos decorados en los que habían participado algunos pintores españoles de prestigio (Vázquez Díaz, Benjamín Palencia, José Caballero…) junto a la interpretación, soberbia según la crítica, de Manuel Dicenta (Don Juan) y María Dolores Pradera (Doña Inés). En el Teatro Lara continuaban con éxito las representaciones de «Mónica», de Alfonso Paso, el prolífico autor que además estrenaba esos días «48 horas de felicidad» bajo la dirección de Ismael Merlo. En el María Guerrero seguía «Hoy es fiesta», de Buero Vallejo. Los espectáculos de Celia Gámez («El águila de fuego») en el Maravillas y de Juanita Reina en el Calderón, conseguían sus llenos tradicionales día tras día.
Los aficionados al cine vibraban entonces con la Romy Schneider de «Los jóvenes años de una reina» y «Sissi», mientras convertían a Alberto Sordi en el actor de moda por sus interpretaciones en «El soltero» y «La bella de Roma», que no era otra que Silvana Pampanini. Antonio Vilar era entonces el más admirado galán hispano mientras en sus películas se colaba de contrabando la propaganda del régimen con mensajes como el de «Embajadores en el infierno». Un censurado Tennessee Williams exhibía a Marlon Brando y a Vivian Leigh, dirigidos por Elia Kazan, en «Un tranvía llamado deseo», mientras a García Berlanga le dejaban estrenar por fin su «Calabuch».
El alcalde de Madrid, conde de Mayalde, no pudo asistir a la inauguración de TVE porque por aquel entonces estaba de visita oficial en París, para ver cómo manejaban los franceses los problemas de un gran municipio. Era, en esas fechas, el ilustre viajero de la política española, junto al ministro de Asuntos Exteriores Martín Artajo, quien entonces visitaba Turquía. Así que aquel domingo 28 de octubre no pudo pronunciar ningún discurso ante la audiencia que asistía a la inauguración de la programación en los locales del madrileño Paseo de La Habana.
Pero hubo otras alocuciones históricas aquella jornada, día de Cristo Rey. Por ejemplo, la de José Ramón Alonso, director de programas y emisiones, quien puso en su intervención los pilares del nuevo medio en España: «Hemos querido que la televisión comenzara a funcionar precisamente en este día de Cristo Rey porque nos hemos trazado dos caminos: el de servir a Dios y a la política en España», sólidos pilares sobre los que descansó durante muchos años la programación de TVE.
Sin embargo, los dos únicos discursos televisados en aquella primera emisión fueron el del director general de radiodifusión, Jesús Suevos, y el del ministro de Información y Turismo, Gabriel Arias Salgado, quien reforzaba, con un poco más de prosodia, al de su subordinado. Decía este último a los pocos españoles atónitos ante las pantallas: «Hemos elegido estas dos fechas -se refería ahora a la festividad de Cristo Rey y al XXIII aniversario de la fundación de Falange Española- para proclamar así los dos principios básicos fundamentales que han de presidir, sostener y enmarcar todo el desarrollo futuro de la televisión en España: la ortodoxia y rigor desde el punto de vista religioso y moral, con obediencia a las normas que en tal materia dicte la Iglesia Católica, y la intención de servicio y el servicio mismo a los principios fundamentales y a los grandes ideales del Movimiento Nacional».
El primer programa
Después de la carta de ajuste de las 18.00 horas y de la cabecera de presentación de las 18.15 dio comienzo la primera emisión de TVE en un escenario rígido y grandioso, como no podía ser de otra manera, con una misa oficiada por monseñor Bulart dedicada a Santa Clara, a quien a partir de entonces alguien quiso atribuirle el patronazgo de TVE. A los discursos inaugurales de Arias Salgado y de Jesús Suevos siguieron un reportaje sobre «España, hoy», dos No-Do de estreno y los documentales «Blancos mercedarios», del espacio «Imágenes», y «El Greco en su obra maestra», alternando con las actuaciones de los Coros y Danzas del distrito madrileño de La Latina y de los grupos provinciales de Madrid y Málaga. La actuación de la orquesta de Roberto Inglez acompañando a la cantante Monna Bell, muy popular entonces, y la actuación del pianista José Cubiles, todo ello en directo, completaron el programa inaugural de esta primera emisión regular de TVE, tras la cual el Himno Nacional y las Banderas de Cierre pusieron el broche a la jornada.
Una expansión imparable
A partir de este momento comenzó la programación del nuevo medio en nuestro país, con tres horas de emisión, desde las 21.00 a las 24.00. Este tiempo se fue ampliando poco a poco y en abril de 1957 ya se alcanzaron las cinco horas (excepto los lunes y los meses de verano, en los que no había programación, por descanso de toda la plantilla de trabajadores de TVE), mientras el número de aparatos aumentaba vertiginosamente: 3000 en diciembre de 1956; 12000 en 1957, 175000 en 1960… TVE, con una primera programación carente de estructura y de continuidad, con grandes dosis de improvisación y ciertamente nada preocupada por los contenidos culturales e informativos, echaba a andar entre retransmisiones de desfiles, corridas de toros, actos políticos y de propaganda del régimen, concursos, obras de teatro, música en directo…
El 30 de mayo de 1957 se retransmitió el primer encuentro internacional de fútbol, que disputaron el Real Madrid y la Fiorentina de Italia. Luego llegaría el magnetoscopio, la moviola, los telefilmes, Eurovisión, la inauguración de Prado del Rey, La Segunda Cadena, los satélites de comunicación, Torrespaña, el cable y la televisión privada, “Operación Triunfo”, “Cuéntame”, la televisión digital y la interactividad… pero para la pequeña historia de nuestra televisión, el 28 de octubre de 1956 fue el día en que nació TVE.