Cuando tenemos obesidad durante año, el tejido adiposo (grasa), aumenta la cantidad de adipoquinas pro y anti inflamatorias liberadas; esas sustancias que están implicadas en varias manifestaciones clínicas que refiere el paciente. Entre muchas, hablamos de diabetes, hipertensión arterial o enfermedad cardiovascular.
Al comienzo de esta andadura por pasar a la obesidad, el tejido adiposo del paciente se vuelve resistente a la acción de la insulina debido a la acción a su vez, de alguna de las adipoquinas, como son, el factor de necrosis tumoral o la inteleucina-6.
Más adelante, cuando esa resistencia en otros tejidos produce un aumento tanto en los niveles de glucosa como de insulina, conducen a la aparición diferentes efectos adversos, entre los que se encuentran: aumento del estrés oxidativo, disfunción endotelial, aumento de la presión arterial y alteraciones del metabolismo lipoproteico, todos ellos perjudiciales para la salud.
En una primera etapa, el paciente obeso tiene problemas de resistencia insulínica en el tejido adiposo, pero no en el sistema muscular, en el hígado o en el corazón. Si bien, en una segunda etapa, los AGL se depositan en esos órganos, sensibles a la acción de la insulina, y producen lipotoxicidad. La lipotoxicidad produce diferentes efectos en los mismos: induce resistencia a la insulina en el músculo y el hígado al interferir con el transportador de glucosa y la captación de la misma, lo que obstruye el metabolismo de la glucosa y, en última instancia, impide la secreción de insulina por las células β pancreática.
Si nos han explicado que tenemos resistencia a la insulina, presentamos una disminución de la función biológica de esta hormona que obliga a generar un incremento en sus concentraciones plasmáticas con el fin de mantener la homeostasis. Además, se le considera un factor de riesgo para enfermedades cardiovasculares como la hipertensión arterial y la cardiopatía isquémica o bien para desarrollar diabetes mellitus. También lo utilizan los profesionales de salud (médicos clínicos, nutriólogas, epidemiólogos) en casos de Hígado graso no alcohólico como predictor del Síndrome Metabólico. El HOMA-IR fue propuesto como un modelo matemático en 1985, por David Matthews y colaboradores en Oxford Inglaterra.
La realización de ejercicio físico, junto con el seguimiento de una dieta equilibrada, aproximada al patrón mediterráneo, con bajo consumo de grasa y sal. Estas opciones serían de ayuda para mejorar la resistencia a la insulina y los niveles de adipoquinas en las personas con obesidad, ayudando así a mejorar su estado de salud a largo plazo y es fundamental si le han diagnosticado resistencia a la insulina porque usted, puede que ya tenga prediabetes y no lo sabe.