Ileana Alamilla[1]
Nadie puede rebatir que el agua es vida, que nuestro organismo está compuesto en un gran porcentaje de este líquido; que para la salud y la prevención de enfermedades es el elemento principal. Es básica la recomendación a la niñez del lavado de las manos, hasta hay una técnica que se les enseña con canciones, hay un tiempo recomendable en el cual las manitas deben estar bajo el hilo milagroso que llega a hogares privilegiados con solo abrir la llave.
También es una verdad indiscutible que la mayoría de personas que tienen el privilegio de contar con agua entubada y potable no valoran en su justa dimensión esa prerrogativa. Cuando se desperdicia, ya sea por descuido, falta conciencia de lo que implica su traslado hasta el seno de nuestros hogares o porque simplemente se ignora que, según el secretario general de la ONU, una de cada tres personas en el mundo vive en lugares donde escasea, se está poniendo el riesgo a la humanidad.
En Guatemala, las enfermedades más comunes se contraen por ingerir agua insalubre, son males prevenibles, como la gastroenteritis, el cólera, la fiebre tifoidea, entre otras, que se llevan la vida de los niños, quienes, además, están en estado de desnutrición. Sin alimentos y sin agua su paso a la muerte es muy probable. ¿Cómo se puede recomendar a las madres que tengan condiciones higiénicas si viven refundidas en lugares donde se carece de todos los servicios?
La encuesta de condiciones de vida del 2011 reportó que el 24.73% de la población carece de agua para consumo humano. Las tres principales causas por las cuales los niños y niñas no asisten a la escuela están asociadas con el agua, que también falta en las escuelas. Los pobres, la gente que vive en el área rural o en áreas marginales son las principales víctimas de esta carestía y vale la pena recordar que las mujeres también son las más afectadas. Es sabido que en muchos lugares tienen que recorrer largas distancias para agenciarse de un poquito de ese líquido, ida y vuelta, con tinajas en la cabeza, innumerables veces acompañadas de sus pequeñas hijas con su respectiva carga.
Se ha pronosticado que las próximas guerras serán también por disputa de recursos, pero ya no del petróleo, como ahora, o de otros minerales preciosos, sino por contar con agua, cuyo valor actualmente es menospreciado, aunque en nuestro país ya están ocurriendo conflictos donde las comunidades están defendiendo ese preciado recurso, que por mandato constitucional debe ser público.
¡No a las hidroeléctricas!, es la consigna en varios lugares en donde se están impulsando esos proyectos o se ha anunciado que iniciarán, reivindicación que paradójicamente se contrapone al lema que este año acompaña la celebración de la ONU, “sin agua no hay energía”, que recuerda ese indisoluble vínculo entre generación de energía limpia y el recurso hídrico.
El reto será conciliar las necesidades inmediatas de las poblaciones cercanas a los afluentes en disputas, que no reciben los beneficios que anuncian las empresas, con las necesidades del país en términos de readecuar la matriz energética, avenencia que resulta bastante complicada, dados los antecedentes que rodean el problema.
¿Cómo convencer a las personas que el agua es indispensable para la generación de energía que a su vez significa desarrollo si las comunidades en donde están esos recursos ya han experimentado que ese beneficio nunca les llega?
Hay que levantar ese debate con la verdad, sin manipulaciones, ni engaños; energía sí, pero para todos y todas.
- Ileana Alamilla, periodista guatemalteca, fallecida en enero de 2018.
Es sabido que gracias al agua estamos vivos, que para todos los seres vivos es signo de vida, este preciado oro de la vida actualmente está contaminado en ciertos lugres del planeta que irracionalmente están depositando en sus aguas los desechos de industrias, fábricas, mataderos y otras que sin tratamiento previo están contaminando y matando todas las especies de fauna y flora que se encuentran en los cursos de ríos, arroyos, lagunas, lagos, mar y océanos. Poco a poco nos estamos envenenando luego al consumir esa agua contaminada que trae consigo varias enfermedades en los seres que la consumen….
Donde hay agua hay vida. En la actual exploración espacial exterior, se busca la presencia de agua en el hoy o en el ayer, en el afán de establecer si hubo o hay vida extraterrestre.
La vida nuestra provino o comenzó en el agua. El planeta nuestro debería llamarse agua, porque es mucho más el océano que la tierra, pero nosotros habitamos esta última parte. La dimensión de los mares, sobre todo el Pacífico, es grande. Pero el agua más vital y clave es el agua dulce, y ella es algo así como un 2 a 3% de toda el agua disponible en el planeta y está en medio de lo terrestre.
De acuerdo a lo que escuché en cursos de escuela diplomática hace unos 18 años, en el futuro se piensa que habran guerras por el agua, y estos escenarios ya se están preparando en los «juegos de guerra».
Hace ya tiempo que miro con preocupación «el agua que corre», ya sea el de la llave hogareña, o de aquellos ríos o grandes arroyos que recorren grandes distancias, que son actualmente nada o muy poco utilizados en irrigación y otros usos útiles, y cuyos contenidos, a veces enormes, simplemente van a dar al mar con nula o escasa utilidad «humanizada» entremedio. Las grandes civilizaciones se desarrollaron en torno al agua dulce.
En Chile, la ciudad de Santiago, su capital (un tercio o más de la población total del país), debe su concentración poblacional al desarrollo de obras de regadío entre los ríos Maipo y Mapochoo, que en principio eclosionaron la agricultura en amplios terrenos de meseta antiguamente secos en la misma área (siglo XIX), después sustituida por la industrialización como eje de la economía.