Fiesta ecológica: VI Suelta de Tortugas Navideñas, que eleva a seis el número de ejemplares de tortuga boba que Dénia devuelve al mar
Centenares de personas, la mayoría niños y niñas acompañados de sus padres, informa lamarinaplaza.com, se congregaron en la playa de les Albaranes de Dénia para asistir a la liberación, por parte de la Conselleria de Infraestructuras, Territorio y Medio Ambiente, de seis ejemplares de tortuga boba recuperados con el programa ARCA del Mar, con el que colabora activamente desde este año el Ayuntamiento de Dénia y, en especial, la Cofradía de Pescadores.
La alcaldesa de Dénia, Ana Kringe, ha participado junto con el director general del Medio Natural, Alfredo González, los concejales de Pesca y Medio Ambiente de Dénia, Sisco Signes y Juan Carlos Signes, y técnicos de la Conselleria de Infraestructuras, Territorio y Medio Ambiente, en la VI Suelta de Tortugas Navideñas. En total se han devuelto al mar seis ejemplares de tortuga boba.
Según ha afirmado Kringe, “el convenio firmado entre el Ayuntamiento, la Cofradía de Pescadores y la Generalitat el pasado verano denota la implicación de pescadores y consistorio en la recuperación de la fauna marina protegida”. Asimismo, la alcaldesa de Dénia ha querido destacar la masiva afluencia de público a la suelta, lo que “demuestra el alto grado de concienciación medioambiental de los dianenses”.
Por su parte González ha asegurado que esta suelta «culmina la campaña de varamientos y reintroducciones de 2013, en la que el 90% de las tortugas marinas que han llegado heridas a las costas de la Comunitat Valenciana han sido recuperadas y devueltas al mar».
«El alto índice de recuperación se debe a los cuidados que reciben los animales tras pasar por las instalaciones del Centro de Recuperación de fauna La Granja de El Saler y de L’Oceanogràfic, donde durante 2012 han ingresado un total de 24 ejemplares por diferentes causas, lo que supone el segundo año, desde que se puso en marcha este programa, en cantidad de ejemplares recogidos», ha añadido.
«Especialmente importante -ha resaltado el director general- resulta la colaboración de los pescadores en la recogida de ejemplares varados en nuestras costas. Desde el año 2007 se lleva a cabo una campaña de colaboración con ellos para recuperar las tortugas pescadas accidentalmente y el resultado es altamente satisfactorio». En 2009 el porcentaje de tortugas marinas entregadas por parte de los pescadores era del 25% mientras que en la actualidad este porcentaje ronda el 80%».
320 tortugas desde 1991
Los ejemplares de tortuga han llegado a La Granja por diferentes causas, que hacen necesaria su acogida y recuperación, como la captura accidental con redes de arrastre o «enmallamiento» (53%) o la pesca con trasmallo (20%) o la incidencia de los anzuelos de pesca alojados en esófago, estómago o intestino de las tortugas.
Desde 1991 en el Centro de Recuperación de Fauna «La Granja» de El Saler ha acogido 320 tortugas bobas vivas, de las que cerca del 90% han podido ser devueltas al mar.
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Tortuga marina, ahogada después de enredarseLas tortugas bobas fueron intensamente cazadas por su carne y sus huevos. Aunque la caza ha disminuido debido a la legislación internacional que las protege, todavía se consume carne y huevos de tortuga en los países donde no se hacen cumplir estrictamente las leyes. En México por ejemplo, los huevos de tortuga son un plato común, y los lugareños afirman que los huevos son un afrodisíaco. El consumo de huevos o carne de tortuga puede causar enfermedades graves debido a las bacterias dañinas que contiene, como Pseudomonas aeruginosa y Serratia marcescens, y por los altos niveles de metales tóxicos que se forman como resultado de la bioacumulación.
La costa occidental de los Estados Unidos forma parte de un corredor migratorio crítico para las tortugas bobas del Pacífico, en el cual cruzan el Pacífico desde las zonas de anidación en Japón hasta la costa de California. Mediante estudios de telemetría se descubrieron importantes hábitats de alimentación para los juveniles situados en el centro del Pacífico Norte. Estos hábitats se superponen con los caladeros para la pesca a gran escala –con redes de deriva en el pasado, y las pesquerías de palangre en el presente– lo que resulta en altos niveles de captura accidental de tortugas bobas. Muchas tortugas bobas juveniles se concentran en las costas de Baja California Sur, México, donde la pesca costera a pequeña escala aumenta el riesgo de mortalidad de las tortugas; los pescadores confirmaron la captura accidental de decenas de tortugas bobas por día por barco con aparejos de pesca de fondo.75 La forma de pesquería comercial más responsable de la captura accidental de tortugas bobas son las redes de arrastre utilizadas por los barcos camaroneros en el golfo de California. Se estima que en el año 2000, entre 2.600 y 6.000 tortugas bobas murieron por el uso de palangre pelágico en el Pacífico.
En el océano abierto, los aparejos de pesca forman la mayor amenaza para las tortugas bobas. A menudo se enredan en palangres o redes de enmalle. Según un informe del año 2009 del Servicio de Pesca de los Estados Unidos, la principal amenaza para las tortugas en el Pacífico Norte es el ahogamiento por enredo en equipo de pesca como palangre y redes de enmalle. También se enredan en trampas, nasas, redes de arrastre y son víctimas de dragas.9 Atrapadas en este equipo no vigilado, pueden sufrir lesiones graves o ahogamiento. La implementación de dispositivos excluidores de tortugas en las redes y en otras trampas puede reducir el número de tortugas atrapadas accidentalmente.
Cada año se vierten cerca de 24.000 toneladas métricas de plástico en el océano. Las tortugas ingieren una amplia gama de estos restos flotantes, incluyendo bolsas, láminas, gránulos, globos y líneas de pesca abandonadas. Las tortugas pueden confundir el plástico con medusas flotantes, un alimento común. El plástico ingerido provoca numerosos problemas de salud, incluyendo la obstrucción intestinal, una reducción de la capacidad de absorción de nutrientes y malnutrición, asfixia, ulceraciones, o hambruna. Además, los plásticos ingeridos liberan compuestos tóxicos, incluyendo bifenilos policlorados, que pueden acumularse en los tejidos internos y afectar los huevos. Estas toxinas pueden conducir al adelgazamiento de las cáscaras de los huevos, daño tisular, o desviación de la conducta natural.
La iluminación artificial desalienta la anidación e interfiere con la habilidad de los neonatos de navegar hacia el mar. Las hembras prefieren anidar en playas que no tienen iluminación artificial. En las playas explotadas, a menudo los nidos son agrupados en torno a edificios altos, posiblemente porque bloquean las fuentes de luz artificial. En condiciones normales las crías son atraídas por la reflexión de las estrellas y de la luna sobre la superficie del agua del mar. Confundidas por la luz artificial, navegan tierra adentro, lejos de la protección del agua, lo que las expone a la deshidratación y la depredación cuando sale el sol. Cada año la iluminación artificial causa decenas de miles de muertes entre los neonatos.
La invasión y destrucción de hábitat por los humanos es otra amenaza para las tortugas marinas. En condiciones naturales optimales, las playas de anidación son playas de arena abiertas que se extienden por encima de la línea de marea alta. Sin embargo, las playas explotadas suelen tener construcciones encima de la linea de marea alta y priva las tortugas de sitios de anidación adecuados, obligándolas de anidar más cerca de las olas. La urbanización a menudo conduce a la sedimentación de las playas de arena, disminuyendo su viabilidad como zona de anidación. La construcción de muelles y puertos deportivos puede destruir los hábitats cercanos a la costa. El tráfico marítimo y el dragado pueden degradar el hábitat y lesionar o matar las tortugas si los barcos chocan con ellas.
Las variaciones anuales de las temperaturas climáticas pueden afectar la proporción de machos y hembras entre los neonatos, ya que la temperatura del nido determina el sexo de las crías. Temperaturas elevadas pueden sesgar los coeficientes de género a favor de las hembras. Sitios de anidación que fueron expuestos a temperaturas inusualmente cálidas en un período de tres años, produjeron una proporción de hembras de 87–99%. Esto suscita preocupación por la relación entre los rápidos cambios de la temperatura global y el riesgo de extinción de la población de tortugas bobas.Un efecto más localizado proviene de la construcción de edificios altos cerca de las playas, que reducen la exposición al sol y conducen a una reducción de la temperatura media de la arena, lo que resulta en un cambio en las proporciones de género, favoreciendo la proporción de tortugas machos entre los neonatos.
Fuente: Wikipedia