Hoy viernes, 28 de julio se celebra el Día Mundial contra la Hepatitis, una patología crónica que ha pasado a ser una enfermedad absolutamente curable en el 95 % de los casos. La inflamación del hígado se divide en tres formas, a,b y c. Las tres comparten el mismo nombre y en algunas ocasiones los mismos síntomas pero las diferencias son muy importantes. La hepatitis A provoca una hepatopatía crónica y se contagia a través de alimentos, las heces o agua contaminada. Esta variante no es mortal salvo que acabe siendo una insuficiencia hepática aguda y normalmente se padece y no se sabe. Es suficiente guardar reposo e hidratarse. La hepatitis B conlleva un alto riesgo de muerte por cirrosis o por cáncer hepático. La B tiene una vacuna desde 1982 y las autoridades sanitarias recomiendan administrársela a todos los recién nacidos en las primeras 24 horas de vida.
La variante más conocida es la hepatitis C provocada por el virus VHC que causa aproximadamente 400.000 muertes al año y que ha registrado 71 millones de nuevos casos en todo el mundo según la Organización Mundial de la Salud (OMS) que considera el año 30 como el fin de esta enfermedad. Afecta aproximadamente al 2 % de la población y se transmite por la sangre.
La aparición de nuevos tratamientos con antivirales de acción directa han permitido que lo que hace unos años era impensable, hoy se cure en unas doce semanas. Los pacientes son tratados de acuerdo con su patología y lo que antes era crónico y suponía el trasplante hepático, hoy, parece una realidad porque se cura. El problema ahora es que una vez que hemos hallado las terapias eficaces tengamos que estar pendientes de los diagnósticos exactos y del acceso a los tratamientos. Las diferencias en estos dos campos entre los países desarrollados y el tercer mundo sigue siendo abismal.
En España, se han contado con un plan estratégico de abordaje de la Hepatitis C y más de 76.000 pacientes han recibido los nuevos tratamientos lo que ha supuesto para el ministerio de Sanidad, que ellos estén ya libres de la enfermedad. Este plan se prolongará hasta 2020 y tiene entre sus objetivos garantizar el acceso a los tratamientos innovadores de forma que España siga apostando por una tasa de curación del 97 % y que estas terapias puedan extenderse a los pacientes que presenten grados de fibrosis pulmonar menos significativas. Todo ello forma parte de la estrategia mundial del sector de la salud contra las hepatitis víricas que comenzó en 2016 y tiene previsto que finalice en 2021.