Guatemala, narcotráfico y violencia: prevenir y curar, los guatemaltecos estamos cansados

Ileana Alamilla[1]

Estamos cansados de la violencia y de la inseguridad. En su informe Guatemala: Narcotráfico y Violencia, publicado en octubre del 2011, el International Crisis Group hace mención de uno de los mayores problemas que enfrenta el país: la irrupción de los carteles. Nuestra geografía nos ha convertido en una de las intersecciones más concurridas para las drogas ilícitas. La población, empobrecida y subempleada, es una buena fuente de reclutas para esas organizaciones. Ya hemos visto y sentido lo que eso significa para todos.

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Asesinatos politicos en Guatemala

También nos afecta la presencia de las pandillas y la delincuencia común, que florecen bajo las mismas condiciones que les permiten a los narcotraficantes operar con flagrante impunidad: fuerzas policiales desmoralizadas, un sistema judicial que suele ser objeto de intimidaciones, corrupción generalizada y una población que desconfía de las entidades encargadas de aplicar la ley, a tal punto que los ricos dependen de fuerzas de seguridad privada, en tanto que los pobres se arman para formar grupos de autodefensa.

Esto fue advertido desde hace ya varios meses por la entidad citada, que nos situó entre las ¡10 ciudades más peligrosas del mundo! Y la escalada de riesgos y peligros ha ido aumentando. Además de esos sanguinarios delincuentes que siembran terror, que hacen que las personas tengan miedo de estar en su casa, en la calle, en las camionetas o en lugares públicos, contamos con otros flagelos de los que también estamos hartos: de ser engañados por quienes detentan espacios de poder, de ser atracados por los que pueden disponer de bienes y personas y estafados; por los malos políticos que no cesan en sus insaciables y voraces apetitos de enriquecerse a toda costa, de ascender socialmente, con saqueos y corrupción incluidos.

Es tema de conversación permanente la frustración colectiva y la sensación de abandono que nos acompaña desde hace tanto, que no nos acordamos cuánto. Cada vez los gobiernos desilusionan con más rapidez y las campañas anticipadas para correr tras los incautos y decepcionados se adelantan descaradamente para empezar a promover al sustituto de quien aún debe gobernar por algún tiempo.

La población decepcionada descalifica indiscriminadamente los poderes del Estado, la institucionalidad, a los y las funcionarias. Hay quienes reprochan que seamos un pueblo que no reclama sus derechos, que permitimos que nos pisoteen sin protestar mientras otros contrariamente critican las protestas sociales, afirmando que solo sirven para terminar de amolar a esa misma ciudadanía.

Ciertamente nadie puede con seriedad pensar que habrá soluciones inmediatas. Se requieren políticas públicas que busquen soluciones de largo aliento, pero también inmediatas, para que mientras se combaten las plagas que nos están carcomiendo estructuralmente, se haga prevención y control de daños, impulsando acciones urgentes que busquen anticiparse a los hechos, así como intervenciones que mitiguen los efectos de los daños causados.

Tenemos derecho a exigirle al Estado que nos garantice un poco de paz y tranquilidad. El Gobierno debe mostrar resultados.

  1. Ileana Alamilla, periodista guatemalteca, fallecida en enero de 2018.

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