En los años sesenta ocurrieron acontecimientos que fijaron en todo el mundo las directrices para lo que quedaba del siglo XX. En los Estados Unidos fueron unos años marcados por el crecimiento económico, que venía acelerándose desde el final de la Segunda Guerra Mundial, y por la violencia, que afectó a todos los estamentos.
Garry Winogrand. New York, ca. 1962. Gelatina de plata. Garry Winogrand Archive, Center for Creative. Photography, University of Arizona. © The Estate of Garry Winogrand, cortesía Fraenkel Gallery, San Francisco.Simultáneamente a la expansión de la sociedad de consumo se producían disturbios raciales en Newport y Detroit, se cometían asesinatos como los de John y Robert Kennedy o el de Martin Luther King, crímenes como el de Sharon Tate a manos de la secta de Charles Manson… y el mundo se asomaba al abismo de otra guerra mundial con la crisis de los misiles en Cuba. Las revistas ilustradas registraban en sus páginas la prosperidad económica con fotografías de coches suntuosos, artículos de lujo, sofisticados electrodomésticos y vacaciones en paraísos turísticos, junto a los desastres de la guerra de Vietnam, las pruebas nucleares y los accidentes de automóvil.
Garry Winogrand. New York, años 1950. Gelatina de plata. Garry Winogrand Archive, Center for Creative Photography, University of Arizona © The Estate of Garry Winogrand, cortesía Fraenkel Gallery, San Francisco. Arriba: Garry Winogrand. New York, 1969. Gelatina de plata. Colección Jeffrey Fraenkel y Alan Mark © The Estate of Garry Winogrand, cortesía Fraenkel Gallery, San Francisco. Fotografía: Don RossEl fotógrafo Garry Winogrand (1928-1984) venía registrando estos cambios desde los años cincuenta, cuando decidió dedicarse a la fotografía tras abandonar la universidad. Influido por dos obras que marcaron la historia de la fotografía, “The Americans” de Robert Frank y “American Photographs” de Walker Evans, Winogrand se propuso hacer un retrato de esa otra América que vivía entre la opulencia y aquella inquietud que anunciaba sombríos presagios.
Garry Winogrand publicó en vida cinco libros que dejaron una de las huellas más profundas en la fotografía norteamericana. En “The Animals” (1969) recogió imágenes de animales tomadas en zoos de ciudades de los Estados Unidos, con la intención de denunciar su situación de cautividad y hacer un paralelismo entre el comportamiento de los animales y el de los seres humanos.
En “Women Are Beautiful” (1975) incluye fotografías de mujeres hermosas que había ido encontrando a su paso por las ciudades que recorría. “Public Relations” (1977) son fotografías de actos políticos públicos tomadas durante la década de los sesenta, cuando el fotógrafo cubría las convenciones de los partidos y las campañas electorales para revistas como “Collier’s”, “Redbook” y “Life”. “Stock Photographs” (1980) es un fascinante monográfico de imágenes de la feria de ganado y del rodeo de Fort Worth. Finalmente, “Garry Winogrand” es un catálogo publicado en 1976 con una selección de su obra.
Winogrand continuó haciendo fotografías de manera compulsiva hasta su muerte temprana en 1984, pero en sus últimos años apenas publicaba (dejó más de 6000 carretes sin siquiera revelar). Todo este material, incluyendo muchas fotografías inéditas, también de esos carretes, se muestra ahora en la mayor exposición celebrada sobre la obra de este artista, ordenadas en tres categorías temáticas que recorren los itinerarios que Winogrand recorrió a lo largo de su carrera.
Del Bronx a Manhattan
Hijo de inmigrantes de la Europa del este, Garry Winogrand huyó de la miseria del Bronx de Nueva York alistándose en las Fuerzas Aéreas. Después, durante su paso por la universidad de Columbia, se aficionó a la fotografía y comenzó a registrar la vida que se manifestaba ante sus ojos en las calles bulliciosas de Manhattan: riadas de gente, desfiles, grandes edificios, escaparates, mujeres atractivas.
Garry Winogrand. New York, ca. 1962. Reproducción digital póstuma a partir del negativo original. Garry Winogrand Archive, Center for Creative Photography, University of Arizona © The Estate of Garry Winogrand, cortesía Fraenkel Gallery, San Francisco.Arriba: Garry Winogrand. New York World ́s Fair. (Exposición Universal de Nueva York), 1964. Gelatina de plata. San Francisco Museum of Modern Art, donación de Dr. L. F. Peede, Jr. © The Estate of Garry Winogrand, cortesía Fraenkel Gallery, San Francisco. Fotografía: Don Ross
Pero en estos temas se recogían ya las dos caras de la sociedad americana. Las mujeres, por ejemplo, se manifestaban en toda su belleza y su tensión erótica, pero también expresaban soledad y temor. La prosperidad de los 50 indicaba que la Depresión había terminado, pero en los personajes que registra su objetivo hay también tristeza, furia, desenfreno y caos. Los clubes nocturnos, los espectáculos de humor, el deporte y las mujeres elegantes se mezclan con personas caídas en las aceras, ancianas desamparadas, gentes heridas con vendajes de urgencias, con muletas o en sillas de ruedas. Tragedia y comedia en las calles de la gran manzana.
Dos de sus primeras fotografías fueron seleccionadas por Edward Steichen para la exposición “The Family of Man” de 1960, cuyo impacto internacional supuso un primer espaldarazo para Winogrand.
Auge y caída de un estudioso de norteamérica
El objetivo de Winogrand era tener un retrato de América, no sólo de Nueva York, por muy representativa que fuera esta ciudad. Por eso, tras obtener una beca del Guggenheim decidió echarse a la carretera por todo el territorio, como habían hecho Robert Frank y Jack Kerouac. Quería “averiguar quiénes somos y cómo nos sentimos”.
Garry Winogrand. Fort Worth, 1975. Gelatina de plata. San Francisco Museum of Modern Art, donación de Dr. Paul Getz. © The Estate of Garry Winogrand, Fraenkel Gallery, San Francisco. Arriba: Garry Winogrand. Fort Worth, Texas, 1974- 1977. Gelatina de plata. Garry Winogrand Archive, Center for Creative Photography, University of Arizona. © The Estate of Garry Winogrand, cortesía Fraenkel Gallery, San FranciscoLos años centrales de la década de los sesenta fueron los más prolíficos y los de mayor calidad de sus fotografías. Aquella América que había captado con su cámara en la ciudad de Nueva York estaba también más allá de Manhattan. Los americanos, artificiosos y triviales, construidos sobre apariencias y fantasías, henchidos de ociosidad y mal gusto, pueblan sus fotografías, en las que ahora forma y contenido son inseparables, siguiendo la teoría de su amigo John Szarkowski, quien sustituyó a Edward Steichen en la dirección del departamento de fotografía del MoMA: “Lo más importante de una imagen no es lo que describe, sino cómo se presenta eso de manera subjetiva”.
Era la América donde uno podía hacer realidad sus sueños, pero también naufragar en el intento. Sus fotografías se hacen más sombrías a medida que acaba la década de los sesenta y comienzan los años setenta, donde la soledad, la desolación, la angustia y la pobreza se manifiestan con más fuerza en su obra.
Paisajes inhóspitos y espacios vacíos, personajes que reflejan en sus rostros preocupación, abatimiento y desesperanza. Sus dos divorcios le enseñaron a sentir también la soledad y el desamparo de muchos de los protagonistas de sus fotografías. La decisión de mudarse a vivir a Austin con su tercera mujer en 1973, creyendo que el centro de gravedad de Norteamérica se había trasladado de Nueva York a Texas y California, minó sin embargo su creatividad al cortar las raíces con su ciudad natal. Hizo más fotos que nunca (12 000 carretes en poco más de 10 años), pero no volvió a sentir la inspiración de sus mejores momentos. Las últimas fotografías no son sino la expresión de una voz atormentada por el caos.