Una investigación de la UOC y la UPF, realizada entre 2011 y 2020, revela que solo el 13,6 por ciento de los productos de los anuncios analizados tienen un valor nutricional alto.
No todos los productos alimentarios y bebidas que se publicitan como mediterráneos, en alusión a un estilo de vida saludable, lo son en realidad; al menos no la mayoría. Así lo revela un estudio elaborado por las investigadoras Mireia Montaña, profesora de los Estudios de Ciencias de la Información y de la Comunicación de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC), y Mònika Jiménez, profesora del Departamento de Comunicación de la Universidad Pompeu Fabra (UPF), que concluye que la mayoría de los productos alimentarios y bebidas publicitados bajo el concepto ‘mediterráneo’ no están incluidos en la pirámide nutricional de la dieta mediterránea.
En la investigación se analizaron 1219 anuncios de alimentos de 103 productos y 541 anuncios de bebidas de 109 productos, correspondientes a publicidad difundida en diferentes tipos de medios de comunicación en España (periódicos, revistas, televisión, radio, internet, etc.) entre 2011 y 2020.
Los resultados mostraron que solo el 13,59 por ciento de los productos publicitados bajo el reclamo ‘mediterráneo’ tenían un valor nutricional alto, según su valor Nutri-Score. En cuanto al resto, otro 13,59 por ciento tenía un valor nutricional muy bajo y un 29,13 por ciento, bajo; un 25,27 por ciento obtuvo un valor nutricional medio, y un 19,42 por ciento tenía un valor nutricional medio-alto.
Palabras clave que engañan
Como explica Montaña, llevaban tiempo analizando el contenido de la publicidad de productos de alimentación, sobre todo aquellos destinados a niños y niñas, cuando, al analizar las palabras clave más utilizadas en los anuncios, se dieron cuenta de que muchos de esos productos se vinculan a la dieta mediterránea y eso crea la falsa sensación de que son saludables. De ahí que, aunque no sea estrictamente publicidad engañosa, ambas investigadoras crean necesaria una regulación más estricta.
«Según la legislación española aplicada a la publicidad, no es estrictamente publicidad engañosa. Pero la ley de la publicidad data de los años ochenta y tiene grandes imprecisiones, además de ser muy vaga en ciertos aspectos», señala Mònika Jiménez. «Por eso, aunque algunos de los componentes de estos productos están amparados en el concepto de dieta mediterránea, en realidad se trata de publicidad engañosa, ya que tienen solo algún componente que forma parte de la pirámide nutricional de la dieta mediterránea. Si analizas el etiquetado, no tienen mucho de producto saludable. Es decir, no se mira el producto completo», añade.
Concretamente, los productos alimentarios que más recurren al reclamo de ‘mediterráneo’ son el tomate frito y las salsas, seguidos de sopas y comida precocinada. En cuanto a las bebidas, el 89 por ciento de las que lo utilizan en el periodo estudiado son alcohólicas. Y se trata de una tendencia que crece cada año.
De seis productos alimentarios que utilizaban el reclamo ‘mediterráneo’ en 2011 pasamos a 20 en 2020. Además, este último año solo un 30 por ciento de los productos se consideran de valor nutricional alto o medio-alto. En bebidas, la tendencia también es la misma: pasamos de ocho bebidas que usaban ese reclamo en 2011 a 16 en 2020. «Desafortunadamente, encontraremos cada vez más este tipo de reclamos publicitarios con una base incierta porque es algo que vende. Todo lo natural vende», añade Mònika Jiménez.
Un reclamo dañino
Una de las principales razones para fomentar una alimentación saludable basada en la dieta mediterránea es combatir la obesidad. Como llevan años advirtiendo los expertos, la obesidad se ha convertido en una ‘epidemia’ en la sociedad actual. Según la OMS, el 44 por ciento de las personas adultas de 18 años o más tienen sobrepeso o son obesas. Y el panorama no es distinto en España: la Encuesta Europea de Salud del año 2020 reveló que un 16,5 por ciento de hombres de 18 años o más y un 15,5 por ciento de mujeres padecen obesidad. La principal causa de esta situación es una dieta basada en productos de nivel nutricional bajo que, a su vez, son ricos en grasa, sal o azúcares.
«La dieta mediterránea ha sido reconocida como un patrón dietético que tiene múltiples beneficios para la salud y contribuye a muchos otros objetivos de desarrollo sostenible propuestos por las Naciones Unidas», recuerda la profesora Mireia Montaña, por lo que, consciente de esos beneficios, la publicidad lo utiliza como reclamo para llegar a los consumidores, pero el lenguaje engañoso «puede dañar la salud de los consumidores», indica.
Además de una regulación más rigurosa, las investigadoras concluyen que también es necesario formar al consumidor para que entienda las etiquetas nutricionales. «Al fin y al cabo estamos hablando de alimentos y, por lo tanto, de salud. Pero en nutrición todo es muy laxo, y no debería ser así, porque una mala alimentación se traduce en camas de hospital, obesidad y enfermedad», afirma Jiménez.