La biografía es un género que tiene poca tradición en España. Ha habido excelentes biógrafos, aunque pocos, y abundan los memorialistas, una especialidad más cercana a la autobiografía.
Así que hay que celebrar que algunos autores practiquen esta especialidad aunque lo hagan de manera discontinua, simultaneándola con otros trabajos, y sobre todo elogiar la dedicación a este género porque es uno de los menos reconocidos y de los peor remunerados si tenemos en cuenta el tiempo, el esfuerzo y los gastos que conlleva escribir una biografía.
Uno de estos sacrificados biógrafos es el gallego (de Tomiño, Pontevedra) J. Benito Fernández, quien lleva publicadas algunas excelentes, como las dedicadas al poeta Leopoldo María Panero y a Eduardo Haro Ibars, así como un ensayo sobre André Gide y Roland Barthes que en buena medida es también un trabajo sobre sus vidas.
Benito publica ahora “El incógnito Rafael Sánchez Ferlosio. Apuntes para una biografía” (Ardora), una extensa semblanza del escritor y Premio Cervantes, autor de una de las mejores obras literarias y ensayísticas de las letras españolas.
Una biografía no autorizada
Abordar la biografía de Rafael Sánchez Ferlosio es en principio toda una osadía, dado el carácter imprevisible y la personalidad del autor de “El Jarama”, poco partidario de la comunicación con los medios (de la comunicación en general) y contrario a que se hable de su vida, sea cual fuere la forma en que se aborde: “el autor –dice J. Benito- se niega a relacionarse con los otros; sólo la escritura le sujeta a la realidad, sólo la escritura le saca de la psicosis”.
Benito persiguió durante años para este libro una entrevista con Ferlosio que el escritor le negó rotundamente hasta el final (el autor cuenta en el prólogo las peripecias y los desencuentros sobre este particular).
Puede pensarse que una biografía sobre un autor vivo no tiene el mismo valor que hubiera tenido con las aportaciones del propio autor, pero en mi opinión esta ausencia no desautoriza la validez de la biografía (se tendrían que descalificar, entonces, todas las biografías de personajes fallecidos) y porque además el protagonista tiende en general a idealizar su propia vida, lo que mediatiza las opiniones que pueda suscitar su persona.
Y además porque en buena medida este tipo de trabajos son producto de la investigación y de los testimonios de las personas que se relacionaron con el biografiado, así como del estudio pormenorizado de su obra, condiciones que este libro cumple exhaustivamente.
Una vida y una época
J. Benito Fernández escribe la biografía de Rafael Sánchez Ferlosio siguiendo un orden cronológico, comenzando con los orígenes familiares y llegando hasta la muerte de su íntimo amigo Agustín García Calvo en 2012 (aunque en el capítulo dedicado a la cronología se extiende hasta 2017). Los primeros capítulos los dedica al padre del biografiado, el escritor Rafael Sánchez Mazas, en un texto que es casi otra biografía del que fuera uno de los fundadores de la Falange y ministro del primer gobierno de Franco (el tratamiento dado a algunos personajes en este libro puede considerarse casi como otras tantas biografías paralelas: la exmujer de Ferlosio, Carmen Martín Gaite; su hija Marta, su hermano Chicho).
Simultáneamente a la biografía de Sánchez Ferlosio, J. Benito va desgranando los acontecimientos que jalonan la vida del escritor, desde los más íntimos y personales a los que marcaron la vida política y social de la posguerra y la transición: los disturbios estudiantiles de los años 50, la represión y la lucha antifranquista en la clandestinidad, el atentado a Carrero Blanco, el 23-F, la huelga general del 14-D del 87, las guerras del Golfo, el 11-S y los atentados terroristas de Madrid… hasta aspectos sociológicos y culturales del periodo, como el turismo, la emigración, la movida madrileña, las tertulias en las que participa Ferlosio, así como los acontecimientos que alimentaron las polémicas en las que se vio envuelto a lo largo de su vida, elementos todos ellos que contextualizan el devenir biográfico de Sánchez Ferlosio y de su obra.
Uno de los aspectos que Benito trata con detalle en el libro es el de las relaciones de Sánchez Ferlosio con los familiares y con los amigos que lo han acompañado a lo largo de su vida (muchos entrevistados por el autor) y con las personas que formaron parte de su entorno, la llamada “ferlosía”: Alfonso Sastre, Medardo Fraile, Ignacio Aldecoa, Jesús Fernández Santos, Manuel Sacristán, Tomás Pollán, Juan Benet, Javier Pradera…
J. Benito no elude las relaciones cambiantes y polémicas que Sánchez Ferlosio ha mantenido con su obra a lo largo de los años, comenzando con la inicial satisfacción de haber ganado el Premio Nadal en 1956 con la novela “El Jarama” y el posterior desprecio que manifestó por esta obra desde muy pronto.
Recoge también sus opiniones críticas sobre la televisión (“una de las mayores fuerzas que han puesto a la familia en bancarrota”), los nacionalismos (“fetiches de identidad histórica”), los toros (desde su afición apasionada a su rechazo absoluto), el referéndum de la OTAN (sobre el que llegó a manifestarse a favor y en contra), o las fiestas populares (es partidario de prohibir “los Sanfermines de Pamplona, las Fallas valencianas, la Feria y Semana Santa de Sevilla, la romería del Rocío…y por la vía de urgencia… la abolición de la Virgen del Pilar”).
Benito lo hace con un estilo sencillo pero literariamente muy expresivo, recreando ambientes y paisajes y convirtiendo el texto en una lectura que en ocasiones resulta novelesca.
Las anécdotas que jalonan cada capítulo convierten además esta biografía en una entretenida sucesión de detalles que enriquecen la personalidad de un escritor cuya vida se expone a la consideración de los lectores.
Hay aquí material suficiente para alimentar tanto las expectativas de quienes admiran a Sánchez Ferlosio como las de sus (pocos) detractores.