Reverdecer del anarquismo II

Roberto Cataldi[1]

El artículo anterior sobre el Anarquismo dio lugar a varias opiniones y dudas, por eso procuraré mencionar algunos hechos que estimo de interés. Por otra parte, desde hace semanas medios locales argentinos denuncian protestas callejeras y también delitos cometidos por individuos violentos que serían anarquistas, incluso se habla de “neoanarquismo”.

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Protestas contra la cumbre del G20 en Buenos Aires

En efecto, con la reunión del G-20 han coincidido en Buenos Aires movimientos antiglobalización -siempre presentes en estas reuniones- con activistas venidos de otros países y movimientos locales que reclaman por la mala situación social y económica del país.

En la historia universal es una constante la tentación de ciertas élites convencidas de que tienen derecho a gobernar, de que el poder les pertenece, aun teniendo en contra la voluntad de las mayorías, y logran imponerse por cualquier medio al que procuran darle una pátina de legitimidad. El Estado como institución que detenta el poder sobre una región y sus habitantes existe como tal desde la Edad Media. Pero la autoridad en la etapa más primitiva de nuestra civilización estuvo representada por grupos familiares de tipo patriarcal o matriarcal. En la antigua China el Taoísmo habría sido una fuente de esta corriente, y en Grecia se reconoce a los estoicos y su mentor Zenón, quien predicaba “la soberanía moral del individuo”. La visión de Zenón difiere de la de Platón, con su utopía de La República. Zenón pretendía una comunidad libre, sin gobierno. Una idea seductora, sobre todo cuando uno es joven y observa cómo el Estado interviene en la vida de los ciudadanos, regulando no siempre de manera equitativa, defendiendo intereses espurios, siendo perjudicados los más débiles. A pesar de todo, no creo que la solución sea un mundo sin Estados, tampoco la existencia de Estados autoritarios o dictatoriales. Habrá que ver cómo se replantea el problema.

Claro que si esto pasa con las instituciones del Estado donde la transparencia y la equidad deberían ser la regla, no nos debe sorprender lo que hoy sucede con muchas instituciones privadas. Recuerdo que hace varios años le comenté a un amigo jurista y hombre de emprendimientos uno de mis proyectos institucionales, luego frustrado por falta de colaboración pese a que fue muy elogiado. Yo estaba entusiasmado con lo que podíamos construir, pues, era un proyecto innovador. Pero después de escucharme dijo: “lo veo demasiado democrático”, y añadió: “más allá de que todos opinen las decisiones las debe tomar una sola persona, no un cuerpo colegiado, porque el peligro está en la anarquía y eso es caos”. Mi amigo, de alguna manera, delineaba lo que acontece con el poder en todas partes. De allí que Bakunin sostuviese que el poder corrompe, aún a los mejores. El doctrinario anarquista decía que el Estado y la religión a través del miedo privan de la libertad al individuo y terminan por esclavizarlo.

El ejercicio de la libertad y la protección de la propiedad privada son sin duda dos temas fundamentales en la dialéctica política de la modernidad. Los “anarco-socialistas” sostienen que la propiedad de los bienes de capital y el pago de un salario por el trabajo constituyen una “agresión”. En principio, dudo que los bienes de capital y el trabajo sean en todos los casos una agresión, habrá que examinar cada situación. En la Europa del Siglo XVI los precursores religiosos del anarquismo moderno fueron los anabaptistas, pero las raíces filosóficas hay que buscarlas en el Renacimiento, en la Ilustración, en el liberalismo clásico. Luego de la Revolución Francesa, el anarquismo se dividió en una corriente individualista con Max Stirner y otra socialista con Proudhon, de ésta última saldrían las escuelas económicas colectivista de Bakunin y comunista de Korpotkin.

Como hice mención en el artículo anterior, en la historia del anarquismo moderno es inevitable remitirse al movimiento obrero por su acogida en la clase trabajadora. La Escuela de Salamanca en el Siglo de Oro habría sido un precedente filosófico, jurídico y económico del liberalismo libertario. Como era previsible, el anarquismo prendió muy fuerte en los sindicatos, al punto que se habló de “anarcosindicalismo”. Aquellos sindicalistas desafiaron abiertamente a la autoridad e insistieron en que ésta debía justificarse a sí misma. Era un movimiento utópico, además de desestructurado.

El catalán Josep Termes decía que el anarquismo surgió de un frente obrero ante un  contraste brutal entre ricos y pobres, que llevó a generar un modelo de vida diferente, en donde se evitaba alimentar otras ideologías, y se le daba cabida a la educación sexual, el esperantismo, la práctica vegetariana, el naturismo. Al frente del movimiento siempre estuvieron los obreros, jamás hubo intelectuales, más allá de que los anarquistas los buscaron. El marxismo, en cambio, en toda época contó en su dirigencia con intelectuales de fuste. Claro que es probable que muchos intelectuales no hayan querido participar por el miedo al radicalismo anarquista, que llegaba a plantear una conducta extremista, pues, la revolución debía ser ya, y tal vez allí residió el motivo de su fracaso.

Los socialistas no tenían premura, consideraban que a la revolución se llegaba luego de un largo proceso, como puede ser las elecciones democráticas. En España el anarquismo aglutinó al campesinado de Andalucía, al sindicalismo en Cataluña -principalmente Barcelona- y, finalmente al movimiento que se desarrolló en Zaragoza. Ellos tuvieron un papel importante en la lucha contra el nacionalcatolicismo. En aquella época, anarquistas armados por un lado y mercenarios pagados por dueños de empresas por otro, fueron responsables de muchos asesinatos políticos. He leído que al finalizar la Guerra Civil miles de anarquistas habrían sido ejecutados.

Entre los seguidores del francés Proudhon, conocidos como federalistas, el más famoso fue Francisco Pi y Margall, quien llegó a ser calificado como “casi un anarquista”. Las clases trabajadoras de la época fueron muy permeables a esta ideología que combatía la opresión de un Estado que actuaba de manera brutal y que además era corrupto, así como también combatía a la opresión que sufrían desde el capital y la religión. Los anarquistas buscaban un cambio revolucionario que trajese una estructura social sin gobierno, mediante la participación directa desde abajo que daría la legitimación necesaria y, una dirección colectiva y democrática de los medios de producción. Hubo una organización española que dio origen a lo que se llamó el “anarco-feminismo” y fue Mujeres Libres, que se caracterizó por luchar contra el fascismo y también contra los propios anarquistas que consideraban a las mujeres esclavas de los hombres. Ellas pretendían reivindicar sus derechos, superar la ignorancia en que vivían, mejorar las condiciones de trabajo y también defender su condición sexual.

A principios del Siglo XX, la ciudad de Rosario presentaba una importante concentración obrera ligada a las exportaciones, era la segunda concentración obrera de la Argentina, y los trabajadores según apuntan las crónicas de la época eran sometidos a duras condiciones de trabajo, por eso allí se hizo la primera huelga a nivel nacional y, simultáneamente se propagó la idea de supresión de toda autoridad (acratismo), al punto que entonces Rosario fue llamada la “Barcelona del Río de la Plata”. Entre los años 1920 y 1930 los obreros anarquistas chocaron con el fascismo, fue una lucha cuerpo a cuerpo, a partir de allí comenzó a decaer. En efecto, el fascismo ganó la batalla. Varias décadas después surgieron los hippies (reencarnación de los antiguos cínicos), el Mayo Francés, la antipsiquiatría, el ecologismo, los movimientos antiglobalización, así como otras manifestaciones sociales y culturales que en el fondo mantienen vivo ese espíritu ácrata.

Osvaldo Bayer es quizás el intelectual argentino más representativo del anarquismo local actual. Uno podrá estar en desacuerdo con él en lo que atañe a algunas de sus tesituras políticas, pero su investigación histórica está documentada, tiene avales y puede verificarse. La lucha contra la figura del general Julio Argentino Roca como también del coronel Federico Rauch, no es pura ficción, por más que disguste a los defensores del “relato oficial”. Él dice que con Roca y la Campaña del Desierto no solo se cometió un genocidio sino que se restableció la esclavitud, bástenos con leer los avisos en los diarios de la época donde se anunciaba la entrega de indios a familias (…) Una época de negociados con las tierras y apogeo de la corrupción. Pero Belgrano y San Martín consideraban que en la lucha contra el indio no era necesario masacrarlos.

Hoy han cambiado muchas cosas, sin embargo no la indignación que encendió los ánimos de los anarquistas. Tal vez sea más visible porque ya no solo se trata de las clases bajas, que siempre vivieron mal y se las ignoró, ahora el problema reside en las clases medias, donde muchos de los que apoyaron a la globalización, luego de dos o tres décadas cayeron en la cuenta de que fueron estafados. Por eso no solo es el populismo, fenómeno que no es nuevo, pues estaba presente en el Imperio Romano. La estrategia es aprovechar el descontento de amplias franjas de la sociedad y proponer medidas muy simples untadas con ideas farragosas. La preocupación aumenta y advertimos ciertos peligros. No es necesario mencionar los ejemplos, todos los tenemos en la cabeza.

  1. Roberto Miguel Cataldi Amatriain es médico de profesión y ensayista cultivador de humanidades, para cuyo desarrollo creó junto a su familia la Fundación Internacional Cataldo Amatriain (FICA)
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