Serge Guilbaut: París pese a todo

Una exposición en el Reina Sofía de Madrid muestra la riqueza del arte creado en la capital francesa cuando la capitalidad cultural del mundo se trasladó a Nueva York

Después de la II Guerra Mundial París pareció perder la capitalidad del mundo del arte que venía manteniendo desde los años finales del siglo XIX. Los mercados y las pujantes casas de subastas buscaban horizontes más rentables en ciudades como Londres o Nueva York, y muchos grandes artistas se apuntaron a aquella subasta de millones de dólares con los que la jet set y los grandes magnates de las finanzas regaban generosamente cualquier novedad, desde expresionismo abstracto al pop art.

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Vista de la sala de la exposición París pese a todo. Artistas extranjeros 1944-1968.
Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía. Noviembre 2018.
Foto: Joaquín Cortés/Román Lores. Archivo fotográfico del Museo Reina Sofía

Cuando en 1964 Rauschenberg ganó el León de Oro de la bienal de Venecia la crítica consideró que definitivamente había llegado el relevo para la capitalidad mundial del arte. El historiador canadiense Serge Guilbaut publicó entonces un ensayo demoledor: “De cómo Nueva York robó la idea del arte moderno”.

Pero en París, lejos de desaparecer el talento y la originalidad, miles de artistas siguieron creando una obra que no desmerece en absoluto de los géneros que triunfaban entonces en el resto del mundo. Pintores, escultores, fotógrafos… europeos y de otros continentes como África, Asia y América, unos buscando la tradición y el magisterio de creadores como Picasso y Kandinsky y otros huyendo de los totalitarismos instalados en la vieja Europa, poblaron un universo de bohemia influido por el movimiento beatnik, que tenía su asiento en los clubes de jazz y su púlpito en los cafés donde la intelectualidad debatía sobre el futuro de una cultura en transformación acechada por la guerra fría, los movimientos de descolonización, y una insaciable sociedad de consumo.

En aquel París de posguerra florecieron desde el realismo socialista hasta las nuevas expresiones de la figuración y la abstracción, mientras el surrealismo experimentaba nuevos caminos en el campo de la crítica social y la contestación política, movimientos todos ellos que confluyeron en el Mayo del 68.

La obra de esta nueva manifestación del arte que se concentró en el París de la posguerra se muestra estos días en una exposición del Museo Reina Sofía de Madrid bajo el título de “París pese a todo. Artistas extranjeros 1944-1968”, comisariada precisamente por Serge Guilbaut.

Cronología de una resistencia

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Eduardo Arroyo: Los cuatro dictadores | Mussolini, 1963
Oleo sobre lienzo 235 x 140 cm.
Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía.

En 1944 se clausuraba en París, dos días antes de su muerte, la última exposición de Kandinsky, mientras se celebraba un homenaje a Picasso, un desafío a los nazis que aún ocupaban entonces la capital francesa y que habían calificado su obra como “arte degenerado”. De este modo, el pasado se enlazaba con el futuro de las nuevas manifestaciones que comenzaban a surgir en la capital francesa: el art brut de Jan Krizek y del español José García Tella, la abstracción geométrica de Carmen Herrera, el nuevo surrealismo de Jean Michel Atlan, el automatismo de Jean Paul Riopelle, el realismo crítico de Nancy Spero

Una de las sala de esta exposición está dedicada a los artistas ligados a las galerías de arte en las que exponían aquellos años: la Galería Huit, especializada en obra multirracial (Al Held, Raymond Handler, el escultor  japonés Shinkichi Tajiri o la fotógrafa Sabine Weiss), su sucesora, la Galería Arnaud, donde colgaron sus cuadros John Koening, Jeanne Copel, Ralph Coburn y el español Luis Feito; la Galería de Denise René, en la que expusieron Duchamp, Calder y Víctor Vasarely.

sabine-weis-paris-1952 Serge Guilbaut: París pese a todo
Sabine Weiss: París, 1952
Fotografía, copia moderna, 30 x 40 cm

París, no obstante, nunca había dejado de ser el foco de atracción para turistas de todo el mundo, especialmente americanos. La película “Un americano en París”, de Vincente Minnelli, se proyecta en uno de los monitores de esta exposición como un testimonio más de aquella atracción, y en otro se puede ver “Dos o tres cosas que sé de París», de Jean-Luc Godard (también se escuchan canciones de Jacques Brel, de Sylvie Vartan, de Yves Montand…).

En la misma sala están las obras del norteamericano Sam Francis, de los españoles Eduardo Chillida y Pablo Palazuelo, del rumano Jean Isidore Isou y de los componentes del grupo CoBra, formado por artistas daneses, belgas y holandeses. Otra de las salas reúne las grafías chinas de Zao Wou Ki y Chun Thechun, las formas del japonés Kumi Sugai y las abstracciones de Beauford Delaney.

Los procesos de descolonización de aquellos años implicaron decisivamente a artistas de los territorios liberados, como el argelino Mohammed Khadda, y a otros solidarios como la norteamericana Gloria Herrera, el chileno Roberto Matta, el francés Jean-Jacques Lebel y el islandés Erró. En los sesenta acudieron también a París autores como el argentino Antonio Berni, el estadounidense Larry Rivers y el español Eduardo Arroyo, quienes manifestaban en sus obras una oposición explícita al capitalismo, a la sociedad de consumo y a la espectacularización de la vida cotidiana.

  • TÍTULO. París pese a todo
  • LUGAR. Museo Reina Sofía de Madrid
  • FECHAS. Hasta el 22 de abril (22:04:2019)
Francisco R. Pastoriza
Profesor de la Universidad Complutense de Madrid. Periodista cultural Asignaturas: Información Cultural, Comunicación e Información Audiovisual y Fotografía informativa. Autor de "Qué es la fotografía" (Lunwerg), Periodismo Cultural (Síntesis. Madrid 2006), Cultura y TV. Una relación de conflicto (Gedisa. Barcelona, 2003) La mirada en el cristal. La información en TV (Fragua. Madrid, 2003) Perversiones televisivas (IORTV. Madrid, 1997). Investigación “La presencia de la cultura en los telediarios de la televisión pública de ámbito nacional durante el año 2006” (revista Sistema, enero 2008).

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