México: se cumplen 50 años de la matanza de la Plaza de las Tres Culturas

Durante muchos años en México gobernó el  PRI, Partido Revolucionario Institucional, un oxímoron cuyas siglas dominaron durante largos años la vida política, social y económica de los mexicanos. El nombre de Revolucionario lo heredó de la revolución que Pancho Villa y Emiliano Zapata llevaron a cabo en el país azteca para derribar la dictadura de Francisco Madero en 1913, una revolución que terminó por devorar también a ambos líderes.

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Tlatelolco por Xulio Formoso
Puedes encargar un póster de este dibujo de Xulio Formoso a [email protected]

Pocos años después la formación, efectivamente, degeneró en una gigantesca y permanente institución que controlaba todos los resortes del país (desde los medios de comunicación a los sindicatos y las organizaciones campesinas) cuyos mandatarios, los tapados, llegaban a la presidencia designados a dedo por sus antecesores en el cargo.

En 1968 hacía cuatro años que la presidencia la ocupaba Gustavo Díaz Ordaz. Le llamaban El Chango por su aspecto físico, parecido al de un mono. Ese año México se preparaba para un acontecimiento histórico porque iba a acoger por primera vez la celebración de unos Juegos Olímpicos y, con todo lo que había ocurrido ese año (los sucesos de mayo en Berkeley y París, los asesinatos de Martin Luther King y Robert Kennedy, la invasión soviética de Checoslovaquia) la obsesión de Díaz Ordaz era no sólo evitar el boicot a los Juegos, que se pedía desde algunas organizaciones internacionales, sino  aprovechar el acontecimiento para impulsar la imagen de México a nivel internacional dado que todas las televisiones del mundo iban a dirigir sus focos hacia el país. México vivía uno de sus periodos económicos más florecientes, con índices de crecimiento nunca antes alcanzados, aunque esta imagen deslumbrante escondiera la existencia de enormes desigualdades y bolsas de pobreza que provocaban frecuentes manifestaciones obreras y campesinas, fuertemente reprimidas.

El colectivo de los estudiantes era el único que había conseguido evadirse del control totalitario del PRI y hacer llegar sus protestas a la sociedad mexicana. En marzo había organizado una gran marcha contra la guerra de Vietnam y meses después los estudiantes se unieron a los trotskistas para intentar poner en práctica en México la unión de obreros y estudiantes experimentada en París durante el mayo francés. Para Díaz Ordaz estos movimientos formaban parte de una conspiración global impulsada por franceses y cubanos para hacer fracasar la celebración de las Olimpiadas, por lo que se incrementaron las medidas de vigilancia y represión ante cualquier movimiento.

Masacre en Tlatelolco

El estallido de la violencia comenzó con un acontecimiento marginal: el 23 de julio dos bandas urbanas rivales, los Arañas y los Ciudadelas, se enfrentaron en un choque que era habitual entre ellos, pero esta vez involucraron a una manifestación paralela de estudiantes que se celebraba en las inmediaciones. En vez de reprimir los enfrentamientos violentos de las bandas, las fuerzas del orden persiguieron a los estudiantes y arrestaron a unos veinte. Tres días después, para exigir su liberación, se organizó una marcha que desembocó en graves enfrentamientos cuando agentes militares infiltrados en la manifestación estudiantil incendiaron autobuses y lanzaron piedras para justificar la brutal respuesta de los antidisturbios. En agosto la represión había provocado ya varios muertos y la protesta de los estudiantes se había extendido a otros estados.

El 18 de septiembre tropas y vehículos blindados del ejército evacuaron los edificios del campus de la Universidad Nacional Autónoma de México y detuvieron a cientos de estudiantes y profesores. Como protesta, las organizaciones estudiantiles convocaron para el 2 de octubre una concentración en la plaza de Tlatelolco, conocida también como Plaza de las Tres Culturas, a la que acudieron alrededor de diez mil personas entre estudiantes, obreros y hasta amas de casa y familias con niños. De pronto, apenas se había iniciado la lectura del manifiesto que convocaba a la multitud, el ejército comenzó a disparar indiscriminadamente contra los manifestantes desde los edificios que rodeaban la plaza. El fuego continuó durante dos horas y media y el ejército impidió la huida de los concentrados bloqueando las calles que daban acceso a la plaza, en la que se iban amontonando decenas de cadáveres. Miembros del grupo paramilitar Batallón Olimpia se habían infiltrado entre los manifestantes para orientar los tiroteos del ejército y la policía. En una de sus manos calzaban un guante blanco  para que los tiradores los identificaran y no apuntasen sus armas contra ellos.

El gobierno mexicano dijo que habían muerto cuatro estudiantes pero en los días siguientes las cifras de muertos fueron en aumento hasta alcanzar 325. Durante años no se pudo saber si muchos de los desaparecidos habían resultado también muertos. La periodista italiana Oriana Fallaci contó en su crónica para “L’Europeo” (incluida en su libro “Nada y así sea”) que fue dada por muerta y trasladada a la morgue con varios disparos en la espalda. Salvó la vida gracias a que alguien se dio cuenta de que respiraba y la llevó al Hospital Francés.

Después de aquel trágico 2 de octubre, la represión, a través de detenciones ilegales, desapariciones, persecuciones y ejecuciones extrajudiciales, provocó la práctica desaparición del movimiento estudiantil en México. Las Olimpiadas comenzaron sólo diez días después, el 12 de octubre, y se prolongaron hasta el 27 sin que los acontecimientos de Tlatelolco supusieran ningún impedimento para su desarrollo. Dos años después, en 1970, fue elegido presidente de México Luis Echeverría, el tapado de Díaz Ordaz. Echeverría era quien ocupaba la cartera de ministro del Interior durante los sucesos  de Tlatelolco.

Francisco R. Pastoriza
Profesor de la Universidad Complutense de Madrid. Periodista cultural Asignaturas: Información Cultural, Comunicación e Información Audiovisual y Fotografía informativa. Autor de "Qué es la fotografía" (Lunwerg), Periodismo Cultural (Síntesis. Madrid 2006), Cultura y TV. Una relación de conflicto (Gedisa. Barcelona, 2003) La mirada en el cristal. La información en TV (Fragua. Madrid, 2003) Perversiones televisivas (IORTV. Madrid, 1997). Investigación “La presencia de la cultura en los telediarios de la televisión pública de ámbito nacional durante el año 2006” (revista Sistema, enero 2008).

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