Es una de las fotografías más vecees reproducidas en todo el mundo, la del hombre –con camisa blanca y una boolsa de plástico en la mano- que paró una columna de tanques en la Plaza de Tiananmen, en el centro de Pekín, en las protestas que iniciaron días antes los estudiantes de la capital -en contra de una corrupción que empezaba ya a generalizarse y que ha ido en aumento con el transcurso del tiempo (algunos casos sonados han llegado a los tribunales y algunos políticos ascendentes han caído vertiginosamente para “dar ejemplo”), y culminaron con una masacre de manifestantes la noche del 3 al 4 de junio de 1989.
Ahora, cuando se cumplen 25 años de aquellos asesinatos de estado, en Twitter ha empezado a circular la imagen original, sin editar, que fue tomada por el fotógrafo Jeff Widener, de la Agencia Associated Press, desde un balcón del Hotel Beijing, informa Pierre Haski, uno de los fundadores del digital francés Rue 89, durante muchos años corresponsal en Pekín del diario Libération.
Es una fotografía verdaderamente impresionante que muestra -en contra de la imagen recuadrada que habíamos visto hasta ahora- la magnitud del despliegue de carros de combate aquel día en la Plaza y hace aun mayor el valor de un hombre que desafió completamente solo nada menos que al letal ejército chino.
En una tribuna publicada en el mismo diario por el investigador David Bartel, titulada “25 años después China sigue atormentada por el 4 de junio”, el autor mantiene la tesis de que hace un cuarto de siglo el Partido Comunista Chino (PCC) “dejó escapar la ocasión histórica de salir de los ciclos de movilizaciones y violencia revolucionaria inaudita que han marcado la historia de la República Popular de China (RPC) y a la vez crear una experiencia nueva de socialismo en un gran país (…) que durante mucho prefirió los sabios a los guerreros (…) cuando los estudiantes pidieron audiencia a sus dirigentes, podían haber aprovechado la ocasión, única en el mundo comunista, para reanudar la relación perdida con su población representada –es importante- por las fuerzas vivas, la juventud de la nación(…) es importante, nuestro mundo sería diferente (…) en 1989, el PCC plantó las semillas de lo que es hoy la RPC”.
Con todos los instrumentos de la violencia legal en sus manos y el ánimo de perdurar todo cuanto sea posible, la dirección del partido implantó aquella noche un nuevo tipo de relación entre el pueblo y sus dirigentes y que, en estrecha colaboración con el neoliberalismo de la globalización, con el paso de los años ha dado como resultado un nuevo tipo de totalitarismo, el que hoy continúa censurando, persiguiendo y encarcelando a todos cuantos disienten de la política oficial. Y que, ahora como antes, controla estrechamente la vida de sus ciudadanos: desde el número de hijos hasta la navegación por Internet.
Es cierto que, en estos años, millones de ciudadanos chinos han salido de la indigencia, pero según Bartel –quien retoma la expresión que Engels empleó para otro tiempo y otro lugar, de manufacturas que “fabrican algodón y pobres”- ha sido para ir a parar a unas fábricas en las que los trabajadores, con frecuencia antiguos campesinos a quienes arrebataron sus tierras para construir autopistas y centros comerciales- se encuentran en condiciones indignas y carecen de derechos.
China es hoy un país en el que progresa “la esquizofrenia en relación con el derecho: en cualquier momento se adoptan medidas de excepción que dejan desamparada a la persona jurídica” (Stéphanie Balme, Raisons Politiques, 2001/3). “la lista es larguísima, pero baste recordar que el Premio Nobel de la Paz duerme en la cárcel”.
China se ha convertido en estos 25 años en pionera de una nueva tendencia del capitalismo global con su muy particular forma de capitalismo burocrático y autoritario muy refinado: “un modelo caro a algunos dirigentes desarrollistas” y que preocupa a los trabajadores occidentales que ahora tienen que competir directamente con los trabajadores chinos: “Hay algo tristemente nauseabundo en la tendencia contemporánea a enfrentar a los pobres con los pobres”.
Las personas que participaron en el movimiento revolucionario chino de 1989, al día de hoy “siguen siendo personas no gratas para el PCC, la Madres de Tiananmen continúan llorando a sus desaparecidos y, cada año, la llegada de esta fecha pone histéricas a las autoridades. Porque aunque el partido y los grandes intereses económicos hacen perfectamente bien un ‘trabajo de amnesia’, la RPC sigue viviendo a la hora de Tiananmen”. Hace pocas fechas se celebraba en Pekín un seminario para hablar de democracia: todos los participantes fueron detenidos –entre ellos dos conocidas figuras de la oposición, el filósofo Xu Youyu y el abogado Pu Zhinqiang- y no saldrán de la cárcel hasta el 5 de junio.
Cuando se acerca la fecha se suceden las detenciones por todo el país: “Realizadores, periodistas, abogados, profesores universitarios…se multiplican las desapariciones… En su locura totalitaria, la ciberpolicía (más de 10.000 agentes) ha suprimido en el equivalente chino de Wikipedia todas las referencias al año 1989”. Ya tampoco sirve pero, durante un tiempo, para eludir la censura en Internet, los internautas chinos hacían gala de muy buen humor y llamaban a la fecha el 35 de mayo.
En abril de 2014, en Hong Kong se ha inaugurado “Museo del 4 de junio”., un pequeño memorial que, aparte de llevar a cabo un trabajo d e recuperación de la memoria, pretende establecer la relación que existe “entre el 4 de junio y otro tipo de abusos, más actuales”.