Adicción a Internet o al móvil en adolescentes, ¿lo controlan?

¿Hablamos de soledad? ¿Hablamos de amistad? ¿Hablamos de amor? En cualquier patrón, sea el que sea, el adicto al móvil no confeso pasa largas horas conectado a algo. Esto supone, además de todo lo que vamos a analizar, un cambio de hábitos en su vida cotidiana que aumentan conforme baja la edad.
Estos datos aparecen en un estudio referido a la adicción al móvil y la soledad en la adolescencia, publicado en The International Journal of Psychology.

Cuanto más joven es el adicto, menor es la conciencia de serlo. Un adulto puede prever su adicción y es perfectamente consciente de lo que supone estar enganchado a cualquier cosa. El creciente aumento de la adicción en jóvenes comienza con el fracaso escolar; con la baja autoestima; con el desarrollo de un perfil sexual; con el síndrome de estar siempre en línea y con la falta de sueño que genera estar alerta en cualquier ocasión.

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La portabilidad, aplicaciones, la novedad y oferta constante, la funcionalidad y la interactividad que procuran las nuevas tecnologías hace que cada vez sea más la adicción que más se confiesa en esta  sociedad. «No puedo estar sin el móvil»; «miro el móvil 200 veces al día»; «estoy conectado cerca de cinco horas»… El aumento de la nomofobia (No more phone phobia) y de  los llamados «phubbers» (phone and snubbing) prestar más atención al móvil, a teléfonos inteligentes, conocidos por smartphones, hace que los usuarios sean adictos confesos.

Manifiestan tener impulsividad y falta de control que les supone que el aparato sea un condicionante en su vida, ya sea joven o no tan joven usuario. Al igual que otras conductas adictivas, esta no va a dejar atrás la compulsividad, la pérdida de autocontrol y otras conductas que antes no eran comunes. Estar siempre disponible, saltar en cuanto suena una alarma, un pitido, controlar cada minuto Instagram u otras redes, supone que se deterioren entre otras cosas, las funciones sociales de los individuos además de la capacidad para controlar los impulsos sean los que sean.

Existe además una correlación negativa entre la adicción al móvil y el rendimiento académico, si bien, actualmente es normal tener el teléfono en la mesa y consultarlo mientras se está en clase. Esto, que aparentemente es baladí, según el informe acerca del uso y abuso de los teléfonos móviles, existe una correlación entre la adicción al móvil, la autoestima, la depresión, la ansiedad, trastornos de ansiedad y trastornos del sueño. Algunos otros estudios han demostrado también que la calidad del sueño de los adolescentes con adicción al teléfono móvil es generalmente más pobre que la de sus iguales sin adicción al teléfono móvil, y los primeros son propensos a la fatiga, el estrés y otros síntomas depresivos.

Una de las cuestiones más alarmantes es el sentimiento de soledad que experimentan los jóvenes que confiesan que a pesar de la tecnología, están más solos que nunca, aún estando conectados. En su vida real no comparten experiencias y están solos parte del día porque en su casa, refieren que nunca hay nadie. A mayor grado de soledad, mayor prevalencia de otros comportamientos nocivos como son el tabaco y el alcohol. Esto sumado a que las experiencias cada vez pueden conformar menos atractivo, el joven puede verse expuesto a las drogas de abuso en soledad, al juego y a otros comportamientos que le lleven al placer para atenuar los síntomas depresivos que le supone vivir así.

La falta de afecto sumado al rápido desarrollo fisiológico, a haberles arrebatado la infancia y a pasar de la infancia a la madurez de una vez, hace que muchos, arrastren problemas psicológicos que no saben gestionar y que les repercute en la década siguiente. De ahí que los investigadores propongan atenuar esa soledad para que la adicción que no es otra cosa que permanecer comunicados, sea alterada por la presencia de una o varias personas en la vida de ese paciente a lo largo del día. Hablar, comunicarse en directo; contar sentimientos o expresar frustraciones en la vida real, les lleva a aprender a no depender y sí, elegir cuándo, dónde y con quién deben establecer una comunicación irreal. Tener dos mil amigos en facebook y no saber quiénes son es parte del juego; y así, sucesivamente. Jugar en línea con desconocidos o apostar sin saber quién es el que está detrás no es otra cosa que exponer y exponerse a lo que genera precisamente sentirse solo.

Estar en casa y estar cada uno en una habitación y con un aparato distinto hace que la sociedad en la que nos criamos nos enseñe a practicar precisamente eso de lo que nos preguntemos; ¿desde cuándo soy adicto al móvil? Desde que las relaciones entre los familiares se establecieron a través de un canal; desde un dispositivo y desde siempre. Es ya frecuente ver a un grupo de personas en un restaurante en silencio porque todos están pendientes de las redes sociales o del correo. Ver eso en una familia con niños quizá choca aún más pero sucede.

Si se mitiga la sensación de soledad y se advierte un cambio en la conducta del adolescente, probablemente encontremos que la raíz de todo que quizá está en el abuso o adicción al móvil. Esto conlleva necesariamente también un abuso o falta de control de las páginas visitadas; ora compras compulsivas; ora porno; ora juegos online; etc.  Llegar a saber que algo está pasando es el primer paso para el cambio. Hablamos de adolescentes pero actualmente el estudio refiere también a jóvenes hasta los 29 años. Cuando esto sucede en adultos hablamos de algo más; la compulsión no controlada del uso de internet además o mezclado con la adicción a otras cosas. Esto ya es harina de otro costal, aunque todo, siempre se hace por algo; no lo olvidemos.

Ana De Luis Otero
PhD, Doctora C.C. Información - Periodista - Editora Adjunta de Periodistas en Español - Directora Prensa Social- Máster en Dirección Comercial y Marketing - Exdirectora del diario Qué Dicen - Divulgadora Científica - Profesora Universitaria C.C. de la Información - Fotógrafo - Comprometida con la Discapacidad y la Dependencia. Secretaria General del Consejo Español para la Discapacidad y Dependencia CEDDD.org Presidenta y Fundadora de D.O.C.E. (Discapacitados Otros Ciegos de España) (Baja Visión y enfermedades congénitas que causan Ceguera Legal) asociaciondoce.com - Miembro Consejo Asesor de la Fundación Juan José López-Ibor -fundacionlopezibor.es/quienes-somos/consejo-asesor - Miembro del Comité Asesor de Ética Asistencial Eulen Servicios Sociosanitarios - sociosanitarios.eulen.com/quienes-somos/comite-etica-asistencial - Miembro de The International Media Conferences on Human Rights (United Nations, Switzerland) - Libros: Coautora del libro El Cerebro Religioso junto a la Profesora María Inés López-Ibor. Editorial El País Colección Neurociencia y Psicología https://colecciones.elpais.com/literatura/62-neurociencia-psicologia.html / Autora del Libro Fotografía Social.- Editorial Anaya / Consultora de Comunicación Médica. www.consultoriadecomunicacion.com Actualmente escribo La makila de avellano (poemario) y una novela titulada La Sopa Boba. Contacto Periodistas en Español: [email protected]

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