Cine y literatura: Intemperie

El maridaje entre cine y literatura es una tradición en España, que se cumple más que en otros países europeos. Muchos libros clásicos, entre ellos «El Quijote», fueron llevados a la gran pantalla en varias versiones.

Podemos recordar film contemporáneos que marcaron hitos: «Divinas Palabras» con Aurora Bautista, «La casa de Bernarda Alba» dirigida por Mario Camus, «La noche oscura» de Carlos Saura, «Sangre y arena», «La Regenta», «Miau» basada en la novela de Benito Pérez Galdós, «La pistola de mi hermano» de Ray Loriga, «La Celestina» con Penélope Cruz, «Alatriste» de Pérez Reverte, «Los girasoles ciegos» y la lista sigue.

Este exitoso maridaje se debe a la riqueza de la literatura española en cuanto a temas, situaciones y sentimientos. El cine sabe que apoyarse en una novela premiada puede darle prestigio y asegurar el retorno económico.

No obstante, en cine no se puede transferir el lenguaje, el estilo, pero sí se puede enriquecer la acción, la pintura de los personajes y aunque con licencias fílmicas respetar el significado de la historia, sin manipularla.

El escritor sabe que el cine es un gran difusor y va a colocar su nombre y su novela en un nivel diferentes. Cine y literatura es un matrimonio muy conveniente.

GEMS-2020-Interperie Cine y literatura: Intemperie

En este caso, el reconocido director de «Solas» (1999) y «La voz dormida» (2011) Benito Zambrano, ha adaptado al cine, la muy premiada novela de Jesús Carrasco «Intemperie», con un guión que le pertenece, en colaboración con Pablo y Daniel Remón.

Zambrano apoyado siempre en el discurso social, aclara que «es un film de productor, no de autor».

Como es lógico, el director recupera de la novela el argumento, los temas y la acción, siendo un film de protagónicos masculinos, los personajes arquetipicos: el capataz, el pastor, el niño, los secuaces, sostienen la estructura fílmica, con excelentes actuaciones de Luis Tovar, Luis Callejo, Vicente Romero y el muchachito Jaime López.

Enteramente filmada en exteriores, como corresponde al título del film, para ser más precisos, en tierras de Granada, Huascar, sin referencias temporales ni geográficas, solo indicando que acontece en la postguerra de 1946. Zambrano toma el paisaje seco, fuerte, de la España profunda, la España rural, de burritos y mujeres lavando en los arroyuelos, del dolor y la pobreza de aquella época, puesto que ahora el problema rural es muy otro, desarraigo, abandono generacional, pueblos fantasmas.

Zambrano reafirma lo que la novela enfoca: el paisaje como otro protagonista y lo muestra a través de la excelente fotografía de Pau Esteve Birba. El guión fílmico y la novela comparten lo compartible, con sus licencias; pero, así es el maridaje de cine y literatura.

La novela tiene el atractivo lingüístico de la precisión del vocablo, de su sonoridad, la presencia del paisaje como verdadero protagonista de la historia, de la tierra con su fuerza posesiva. El atractivo del adolescente y los temas emocionales: lo telúrico, la posesión, el poder, el miedo, la migración, campo versus ciudad, lo animal y lo civilizado, la venganza, la destrucción y el amor. ¡Qué tal! ¡Con estos temas no hay novela, ni film que no triunfe!

A ésto se añade el viaje iniciático del niño que se convierte en adulto y la relación paternal del cabrero con el adolescente, un poco Lazarillo de Tormes y pastor bucólico de Berceo, con quien el lector se identifica.

Se considera a Jesús Carrasco junto a otras voces, como Lara Moreno, Iván Repila, Moises P. Pozas, dentro del movimiento «Neorruralista», tendencia que retomó la narrativa rural del siglo veinte, con una nueva visión del campo.

Quienes hemos leído los autores de la tierra: Delibes, Miró, Laforet, Cela, sabemos de la autenticidad literaria, de la verdad de los temas telúricos de estos autores, que el «Neorruralismo» no logra alcanzar. Una novela como «Los Santos Inocentes» cala en lo más profundo del sentir de la tierra y de una época de latifundio e injusticias sociales; no hay juegos de lejano oeste, es la vida española del campo: dura y descarnada. En esas novelas hay verdad.

En «Intemperie» la influencia de la narrativa de western del escritor estadounidense Cormac McCarthy es notoria, no solo en el dureza de las situaciones, en el enmarque de western y en la presentación de los personajes como arquetipos, sin nombres ni apellidos, también en la violencia y en el deambular por diversos escenarios.

El autor americano, además, ha trabajado en guiones y libretos cinematográficos adaptando alguna de sus novelas como en «Todos los hermosos caballos» que se llevó al cine con Penélope Cruz. O sea, sabe de estos matrimonios entre cine y literatura y de sus efectos.

La novela «Intemperie» de Carrasco puede inscribirse dentro del género western y este concepto pasa al film que se desarrolla como un «western a la española», según me comenta un americano que sigue el Festival Gems del Miami Dade College, donde se estrenó el film «Intemperie». Para este espectador es un «western a la española», bien hecho.

El cine español actual parece moverse con más originalidad en la comedia paródica, que cuando aborda temas comprometidos con los conflictos actuales, no afronta la complejidad social ni psicológica, ni desnuda la esencia humana de los personajes, se queda con la receta comercial.

Parece que la «sociedad del espectáculo», de la que hablan Vargas Llosa y Gilles Lipovetsky. la «Cultura Ligth» está insensibilizando a la cinematografía española, o bien hay una falta de rumbo que la lleva a quedar a la intemperie, a campo raso, sin respuestas frente a los problemas de la contemporaneidad.

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