Discapacidad: Inclusión social y empatía, las asignaturas pendientes

Hablamos de discapacidad y lo confundimos con incapacidad. Según la Organización Mundial de la Salud, (OMS), la discapacidad forma parte de la condición humana; todos o casi todos, sufriremos una discapacidad a lo largo de nuestra vida, lo que sucede es que mientras eso tiene lugar, nunca empatizamos con las personas de nuestro entorno que tienen una discapacidad sobrevenida o que nacen con ella.

La realidad innegable requiere en un país que envejece a marchas forzadas, respuestas concretas que estén enmarcadas en el ámbito sanitario, social, educativo y que sean lo suficientemente correctas como para garantizar el sistema de bienestar de las personas. Dado que la Convención sobre los Derechos de Personas con Discapacidad de las Naciones Unidas, aprobada en 2006, impulsó todo lo relativo a la igualdad, la inclusión y la accesibilidad, todavía nos encontramos, día a día, situaciones, personas, contextos, transportes, empresas, etc. etc. que no solo no consideran a la persona con discapacidad sino que la llaman deficiente, impedida, inválida, incapaz, y otras lindezas que no dejan de sorprendernos.

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Si el envejecimiento de la sociedad española es una realidad y la cronicidad de las enfermedades se prolonga cerca de veinte años, estamos ante un panorama en donde todo cuanto tiene lugar, tiene un espacio destinado a convivir, adaptar y aceptar que la discapacidad es parte de nuestra sociedad y por tanto, es hora de cumplir lo que se firmara entonces.

La aplicación de los instrumentos que garanticen el derecho de las perrsonas con discapacidad es ya una circunstancia innegable y el cambio de paradigma para entender qué significa vivir con una discapacidad es solo cuestión de derechos humanos.

No hablamos de reducir o amortiguar la exclusión, hablamos de algo mucho más profundo que subyace en la vida cotidiana de las personas que ciertamente se levantan viendo menos, oyendo nada, andando sin una pierna o sin brazos. La inclusión plena es posible si se garantizan los derechos de todas las personas sin distinción alguna y se proporcionan a estos sujetos la posibilidad de ser lo más autónomos posible, eliminando barreras, y ayudándoles a ejercer sus derechos; solo eso, haría una sociedad igualitaria y más justa.

Actualmente la exclusión es una realidad porque es más fácil dejar fuera que hacer partícipe de un proyecto a una persona con discapacidad que tenerla entre tus filas. Asimismo, las medidas son insuficientes; las barreras siguen siendo una realidad y las políticas inadecuadas e insuficientes hacen que a pesar de los esfuerzos de colectivos como la ONCE o CERMI, la discapacidad no se enseñe desde la escuela. La escasa financiacion limita la oferta de servicios sociosanitarios, existe inaccesiblidad a entornos físicos; no hay suficiente información y si la hay, no está preparada para tener una discapacidad sensorial o intelectual; faltan datos, faltan medios, faltan personas.

En la convención también se procuraba que la Estrategia Europea en materia de discapacidad 2010-2020 de la Comisión Europea, introdujera avances e identificara los ocho ámbitos prioritarios de actuación tanto en materia de accesibilidad, participación, igualdad, empleo, educación, formación, protección social, sanidad, y acción exterior. La CE ha incluido a las personas con discapacidad en el documento Europa 2020: una estrategia para un crecimiento inteligente, sostenible e integrador, pero los objetivos para dicha estrategia que son el empleo, la investigación, la innovación, el cambio climático, la energía, la educación y la lucha contra la pobreza distan mucho de estar avanzando.

Si a esto, sumamos la carta de los Derechos Fundamentales de la Unión Europea de 2016 en su artículo 26, se reconoce y respeta el derecho de las personas con discapacidad a beneficiarse de las medidas que garanticen su autonomía, su integración social y profesional y también la participación en la vida de la comunidad. ¿Es esto verdad? España, según la ley, ha de reforzar el diálogo civil, la no discriminación en el acceso a bienes y servicios públicos, la ampliación de la reserva de vacantes en la oferta de empleo público (7%), la obligatoriedad de la aplicación de la accesibilidad universal para las nuevas infraestructuras promovidas por la Administración General del Estado, además del impulso que han de realizar para promover políticas sociales en favor de las personas con discapacidad.

Es claro y meridiano, las personas con discapacidad tienen los mismos derechos que los demás ciudadanos. Pero, ¿pueden ejercer ese derecho?

En España esto no es una realidad. Las tasas de actividad y de empleo son muy bajas en este colectivo así como las tasas de plazas destinadas a personas con discapacidad; por ello, la tasa de paro supera en casi diez puntos a la población general. La inactividad, no el desempleo es el gran problema que dificulta la relación con el mercado de trabajo de las personas con discapacidad así como su aislamiento social. A esto hay que sumar las variables de discapacidad si se es mujer, si se tiene una discapacidad u otra y si se tiene un nivel educativo u otro. Segregar y no integrar, separar y excluir, son parte de los aspectos a los que se enfrentan las personas con discapacidad que no solo no tienen los mismos derechos sino que notan en el día a día su exclusión.

Conviene señalar que las empresas deben adaptar los puestos de trabajo a las personas con discapacidad, deben hacer accesible la empresa y deben permitir a las personas con discapacidad no solo acceder al empleo sino desempeñarlo en igualdad de condiciones para que progresen como los demás y puedan acceder de igual forma a la formación para actualizarse y para tener las mismas oportunidades.

Inclusión, accesibilidad, realidad social… España es un país que todavía está lejos de ser inclusivo; las personas que no tienen una discapacidad tienen una importante falta de empatía y de realidad social y no son conscientes, salvo cuando les toca, que todos somos iguales ante la ley; ellos también, los «deficientes»; los «inválidos»; los «incapaces». Todos dejarán de ver poco a poco; todos dejarán de oír poco a poco; todos dejarán de deambular poco a poco; y no serán deficientes, inválidos o incapaces; serán mayores habrá que utilizar lupa, un amplificador del sonido y un bastón o silla de ruedas llegado el caso. Entonces, y quizá entonces, entenderán cómo si no está el audio en el autobús no se pueden bajar, cómo si no hay una rampa, no pueden subir y cómo si no hay letras grandes no lo puede leer.

Y todo ello, sin la necesidad de ser aprobado por nadie, sin la necesidad de ganarse las lentejas y de reinventarse para salir adelante. Todo eso y más sufren a diario las personas que nacen con una discapacidad y no tienen elección. Ya no digamos aquellos que tienen una discapacidad sobrevenida. ¿Hablamos de empatía? ¿Hablamos de inclusión? ¿Hablamos de personas con discapacidad? No, eso no me afecta a mi.

A todos los que cada día sufren la sinrazón de la condición humana; el egoismo en estado puro; la falta de empatía y la incoherencia; a todos los profesores que nunca ayudaron a sus alumnos con discapacidad; a todos los seres humanos que pisotearon la dignidad de estas personas; todos pasaréis por el aro y entonces, no les llegaréis ni a la altura del betún, porque para eso hay que tener lo que tienen ellos; categoría humana y sentido común.

¡Adelante chicos; la vida os espera, a pesar de estos personajes!

Ana De Luis Otero
PhD, Doctora C.C. Información - Periodista - Editora Adjunta de Periodistas en Español - Directora Prensa Social- Máster en Dirección Comercial y Marketing - Exdirectora del diario Qué Dicen - Divulgadora Científica - Profesora Universitaria C.C. de la Información - Fotógrafo - Comprometida con la Discapacidad y la Dependencia. Secretaria General del Consejo Español para la Discapacidad y Dependencia CEDDD.org Presidenta y Fundadora de D.O.C.E. (Discapacitados Otros Ciegos de España) (Baja Visión y enfermedades congénitas que causan Ceguera Legal) asociaciondoce.com - Miembro Consejo Asesor de la Fundación Juan José López-Ibor -fundacionlopezibor.es/quienes-somos/consejo-asesor - Miembro del Comité Asesor de Ética Asistencial Eulen Servicios Sociosanitarios - sociosanitarios.eulen.com/quienes-somos/comite-etica-asistencial - Miembro de The International Media Conferences on Human Rights (United Nations, Switzerland) - Libros: Coautora del libro El Cerebro Religioso junto a la Profesora María Inés López-Ibor. Editorial El País Colección Neurociencia y Psicología https://colecciones.elpais.com/literatura/62-neurociencia-psicologia.html / Autora del Libro Fotografía Social.- Editorial Anaya / Consultora de Comunicación Médica. www.consultoriadecomunicacion.com Actualmente escribo La makila de avellano (poemario) y una novela titulada La Sopa Boba. Contacto Periodistas en Español: [email protected]

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