Como adelanto al catálogo razonado de los dibujos de Goya que prepara el Museo del Prado, estos días se exponen por primera vez en dos de sus salas más de trescientos procedentes de los fondos del propio museo y de colecciones públicas y privadas de todo el mundo. El Prado cierra así las conmemoraciones de su bicentenario con una exposición del artista más importante en 1819, el año que se inauguró con el nombre de Museo Real.
El orden de la exposición obedece a un recorrido cronológico que abarca desde el Cuaderno italiano a los álbumes de Burdeos.
En la primera sala se pueden ver los dibujos de los primeros años del artista, entre 1771 y 1778, en los que ya dejó constancia de su particular modo de ver y transformar la realidad a través de la imaginación. En un cuaderno italiano hizo los dibujos para los frescos de la basílica del Pilar de Zaragoza. Se incluyen también los preparatorios de los cartones para tapices que pintó entre 1775 y 1794.
Los primeros dibujos para grabados los hizo Goya entre 1772 y 1794. El grabado le sirvió para darse a conocer y para difundir su obra. El reconocimiento le llegó con los dibujos preparatorios que hizo para el proyecto de reproducción al aguafuerte de las pinturas de Velázquez conservadas en el Palacio Real de Madrid.
También se exponen los dibujos que Goya hacía en las cartas a Martín Zapater desde que dejó Zaragoza en enero de 1775 hasta la muerte de su amigo de la infancia. Se conocen 147 cartas, con noticias sobre la vida cotidiana de Goya y su actividad artística, escritas con un lenguaje directo y coloquial, que revela su grado de intimidad.
En Sanlúcar de Barrameda (durante una estancia en el palacio de la duquesa de Alba) y en Madrid realizó Goya, entre 1794 y 1797 ocho cuadernos conocidos como “Cuadernos de Sanlúcar”. Son dibujos que centran su atención en la mujer, que adopta a veces actitudes aparentemente placenteras, y algunas otras dramáticas, protagonizadas por prostitutas.
En el Cuaderno de Madrid (1795-97) el mundo femenino es también el tema central, con majas, celestinas y caballeros galantes, aunque aparecen ya las disputas, las riñas y los celos. En los dibujos finales aparece la deformación en los rostros y en los cuerpos de algunas figuras, un recurso que Goya utiliza para describir el mal, la ignorancia, el drama y también para satirizar al clero.
“Sueños” es de 1797. Son un conjunto de dibujos en los que se encuentran algunos de los temas que preocupaban a los ilustrados: la brujería y la superstición como expresiones de la ignorancia; la prostitución, los matrimonios de conveniencia y el engaño en las relaciones amorosas; la crítica a la nobleza anclada en los valores del pasado; la censura de los vicios y la ineptitud de las clases dirigentes.
Algunos de los dibujos más conocidos de Goya forman parte de la serie “Caprichos”, sátiras con las que critica los vicios y los absurdos de la conducta humana. Son ochenta estampas que se agrupan en torno a cuatro temas: el engaño y los abusos en las relaciones entre el hombre y la mujer, la mala educación y la ignorancia, los vicios arraigados en la sociedad civil y el clero, y los abusos del poder. A pesar de que buena parte de las mujeres que aparecen en las obras de la época de los Caprichos están relacionadas con la prostitución, es destacable que Goya prestase atención a la violencia que se ejercía sobre la mujer. Cuando presenta a la mujer como prostituta lo hace como víctima de abusos y violaciones.
Los “Retratos” se caracterizan por su profundidad emocional, además del obligatorio parecido físico, en el que Goya proyecta la condición social y profesional de los modelos y también su personalidad.
En los “Desastres de la guerra” (1810-15) parte de los sucesos de la Guerra de la Independencia, aunque en sí mismos constituyen una visión moderna de la violencia y de sus trágicas consecuencias. Enfrentamientos, abusos, ejecuciones y muertes, junto a un panorama de las secuelas que acarrea. Junto a niños y viejos, los personajes femeninos son los únicos que merecen una calificación positiva.
La “Tauromaquia” (1814-16), tercera de las series gráficas de Goya, constituyó un rotundo fracaso comercial, sobre todo por la violencia de los dibujos. Se sitúa en el ámbito crítico y dramático de los “Desastres de la guerra” y recoge el debate sobre la legitimidad de la fiesta de los toros en la sociedad ilustrada.
En otra de las salas, dedicada a los tópicos goyescos, hay toros y toreros, brujas y majas, temas recurrentes que aparecen a lo largo de toda su carrera y que perpetúan en la cultura popular la visión de un artista que fue al mismo tiempo el cronista de la sociedad de su época y el imaginativo y torturado creador de escenas protagonizadas por brujas y seres monstruosos. Una mirada cuidadosa descubre sin embargo que las majas son jóvenes abocadas a la prostitución; que las brujas, más que a hacer conjuros se dedican al comercio carnal con niños y jóvenes; y que los toreros, aun siéndolo, se juegan la vida en lances de peligro.
Los “Disparates” (1815-24) reflejan desde la sátira de costumbres y de la sociedad en general hasta la política del tiempo de Fernando VII, que alternó el absolutismo y la represión con breves periodos de mayor libertad.
Los dos “Cuadernos de Burdeos” (1824-1828) fueron realizados en esta ciudad francesa en la que Goya se había exiliado. En ellos dio rienda suelta a su fantasía partiendo de hechos vividos observando a los personajes populares, donde lo satírico se convierte en grotesco.
La vejez es el último de los grandes temas abordados por Goya. La presencia de ancianos desfavorecidos será frecuente en los dibujos y estampas del artista y su significado irá ganando en trascendencia hasta convertirse en una reflexión sobre el destino del hombre. Precisamente la exposición finaliza con su dibujo Aún aprendo, emblema de la capacidad de progreso y resistencia frente a la adversidad.
- TÍTULO. Sólo la voluntad me sobra
- LUGAR. Museo del Prado. Madrid
- FECHAS. Hasta el 16 de febrero de 2020