La semana pasada estaba prevista la segunda entrega de esta serie de dos artículos relacionados con el uso y el abuso de las letras mayúsculas y minúsculas, tema que surgió de una inquietud de mi admirada colega periodista venezolana Cynthia Higuera.
Con Cynthia (vía WhatsApp) suelo compartir inquietudes en cuanto al lenguaje de los medios de comunicación social, con especial énfasis en el de las denominadas redes sociales y del habla cotidiana. Varios han sido los artículos que han surgido de esos intercambios, lo cual me satisface doblemente, pues por un lado compruebo que mi esfuerzo no ha sido en vano; y por el otro, me agrada saber que aun con tantos diaristas, educadores y otros profesionales que se conformaron solo con las clases de gramática y ortografía elementales que recibieron en primaria y bachillerato, exista alguien que haya ido más allá.
Para darle continuidad al tema, estimo prudente recordarles que el uso de las mayúsculas y minúsculas está enmarcado en reglas, unas muy sencillas y otras un tanto confusas. Lo risible es que la mayoría de faltas, son de las más elementales. Muchos son los que se disgustan porque no los llaman doctor, licenciado, abogado o ingeniero; pero cuando escriben, demuestran que esos títulos de los que se ufanan, no concuerdan con su pobreza gramatical y ortográfica.
A manera de repaso les repito que los meses del año, las estaciones y días de la semana, excepto si forman parte del nombre, como Viernes Santo, barrio 23 de Enero, van con inicial minúscula. Los gentilicios también deben ir con inicial minúscula: rioplatense, español, acarigüeño, regiomontano, guanariteño, vegabajeño etc. Además, los nombres propios de personas, animales o cosas, se escriben con inicial mayúscula. Y algo que nuestros maestros nos repetían: después de punto y seguido y de punto y aparte, se escribe con inicial mayúscula. ¡No se les olvide!
Los cargos, títulos académicos, dignidades y tratamientos de cualquier tipo, se escriben con inicial minúscula: presidente, secretario general, canciller, ministro (a), magistrado (a), conde (sa), gobernador, alcalde, etc., siempre que estén acompañados del nombre propio de la persona que los posee o del lugar o ámbito al que corresponde: El rey Felipe IV, el papa Juan Pablo II, el presidente de Guyana, el ministro del Trabajo.
En este caso, muchos redactores, por desconocimiento o simplemente por adulación, escriben el cargo con inicial mayúscula: «El Gobernador Ricardo Montalbán estará de visita en nuestro municipio»; «Ramón Valdez, Alcalde de San Ignacio del Cocuy, le dio el ejecútese a la nueva Ordenanza de Convivencia Ciudadana».
Ocurre con frecuencia, por lo menos en Venezuela, que muchos gobernadores, alcaldes, ministros y directores de institutos autónomos, obligan a sus encargados de Prensa, a que sus cargos se escriban con inicial mayúscula, y así apareen en los medios de comunicación, pues por tratarse de notas de entes gubernamentales, no son revisados ni menos aun corregidos. Claro, eso ocurre en medios en los que la buena escritura no es la preocupación fundamental.
Los nombres genéricos que forman parte del paisaje urbano deben escribirse con inicial minúscula: calle Camejo, avenida Páez, plaza Bolívar, iglesia La Corteza, etc. En esta clasificación están los accidentes geográficos, como ríos, caños, montañas, lagunas, mar (mares), etc., que irán con inicial minúscula, a menos que formen parte del nombre: «el río Caparo marca los límites entre los estados Barinas y Táchira».
Cité adrede el caso de la plaza Bolívar, pues cada vez que la escribo de esa manera, en los medios de comunicación a los que les hago llegar mis notas informativas que elaboro en mi condición de director de Prensa de la Alcaldía de Guanarito, me cambian la «p» minúscula por una «P» mayúscula, y en muchas ocasiones me han desazonado el día.
Para cerrar esta entrega y esta serie, les recalco que la palabra ESTADO, cuando se refiere a división territorial o a otros casos, debe ir con inicial minúscula: «El estado Táchira es el estado de Venezuela que tiene más municipios»; «Las calles de la zona céntrica se encuentran en un deplorable estado».
Se escribirá con inicial mayúscula cuando se refiera al país como entidad de derecho público: «En este país la explotación del espectro radioeléctrico es un asunto privativo del Estado»; «Ante la privatización de la empresa de telecomunicaciones, el Estado se reservará el 51 por ciento de las acciones».
Sobre este tema hay mucho más; pero he mostrado los casos más sencillos, en función de que los redactores, sobre todo los diaristas, tomen conciencia de lo necesario que es evitar errores mayúsculos y minúsculos.