¡No te confundas con sino y si no! 

Dada la frecuencia con que muchas personas, especialmente docentes y profesionales de la comunicación social incurren en impropiedades, siempre es prudente volver sobre temas ya comentados a lo largo de los casi veinticinco años que he dedicado a la escritura sobre asuntos gramaticales y lingüísticos, siempre con la convicción de que solo soy un aficionado del buen decir, y en tal sentido no pretendo dictar cátedra, pues la finalidad es llamar la atención sobre la importancia de escribir bien, para lo que no es necesario ser catedrático, sino tener un poquito de sentido común.

Se me ha cuestionado el hecho de que escribo en primera persona del singular (yo) y no la primera del plural (nosotros), lo cual a varias personas, incluidos amigos y allegados, les parece una manifestación de arrogancia. Algunos me han recomendado usar el plural de modestia o plural mayestático (nosotros), como también se le llama, pues supuestamente esa es una forma desprovista de altivez.

Eso no es del todo cierto, y aunque que el “yo” individualista pudiera dar muestras de arrogancia, el supuesto plural de modestia es una manifestación de más pedantería y arrogancia, con la que se pretende hacer creer que quienes lo usan son humildes.

Pero no es esto de lo que quiero hablarles, y permítaseme acotar que solo quise hacer la aclaración en virtud de satisfacer la inquietud de algunos lectores a los que siempre les ha preocupado y molestado el “yoismo” al que suelo apelar en mis escritos.

“No se puede hablar de falsa modestia, pues de hecho, toda modestia es falsa”, dijo en una ocasión el catedrático Alexis Márquez Rodríguez, criterio que comparto ampliamente.

El tema de hoy es la confusión entre la conjunción adversativa “sino” y la locución condicional “si no”, que muchos dolores de cabeza les ha producido a personas que emplean el lenguaje oral y escrito como herramienta básica de trabajo, especialmente a periodistas, abogados y educadores. Trataré, una vez más, de mostrar una explicación sencilla con la que puedan disiparse las dudas.

Para entender mejor el asunto, de entrada se debe tener presente que “sino” y “si no” son dos formas de distinto valor, que conviene manejar con facilidad para evitar errores.

Sino es una sola palabra de acentuación grave, a la que no se le marca el acento porque termina en vocal. Se usa para unir elementos (frases) e introducir una relación de contraposición o contrariedad: “Yo no quiero este balón, sino aquel”. Por separado se obtienen dos frases autónomas: “Yo no quiero este balón” y “Yo quiero aquel balón”.

Esta conjunción además permite la construcción de la segunda frase en forma elíptica. Por esa posibilidad, “Yo quiero aquel balón”, se convierte en “aquel”, y con ello se gana espacio y se evitan repeticiones monótonas que pudieran ajar y envilecer la escritura.

En cuanto a “si no”, vale recalcar que son dos palabras pronunciadas sin pausa entre ellas, con entonación aguda (si nó). Indica una condición de tipo negativo que conduce a otra negación: “Si no me invitas a almorzar, no te contaré lo que ocurrió en la asamblea”. Se puede construir la frase de forma afirmativa: “Si me invitas a almorzar, te contaré lo que ocurrió en la asamblea”. Es menester apreciar y entender que la partícula condicional “si” equivale a la locución condicional “si no” en la construcción original.

Hay dos ejemplos, citados en anteriores ocasiones, que pueden mostrar de manera más clara la diferencia entre sino y si no, siempre que se le preste la mayor atención y se entienda cuál es la intención al escribir: “El no trabaja sino descansa”; “El no trabaja si no descansa”. En el primer ejemplo se alude a alguien que no está trabajando, y en vez de ello está descansando. En el segundo debe entenderse que ese alguien, para que no trabaje, es condición que no descanse.

“Sino” y “si no”, como habrán podido ver, son dos expresiones que poseen valor y función distintos, ante lo cual hay que estar atentos para evitar impropiedades.

David Figueroa Díaz
David Figueroa Díaz (Araure, Venezuela, 1964) se inició en el periodismo de opinión a los 17 años de edad, y más tarde se convirtió en un estudioso del lenguaje oral y escrito. Mantuvo una publicación semanal por más de veinte años en el diario Última Hora de Acarigua-Araure, estado Portuguesa, y a partir de 2018 en El Impulso de Barquisimeto, dedicada al análisis y corrección de los errores más frecuentes en los medios de comunicación y en el habla cotidiana. Es licenciado en Comunicación Social (Cum Laude) por la Universidad Católica Cecilio Acosta (Unica) de Maracaibo; docente universitario, director de Comunicación e Información de la Alcaldía del municipio Guanarito. Es corredactor del Manual de Estilo de los Periodistas de la Dirección de Medios Públicos del Gobierno de Portuguesa; facilitador de talleres de ortografía y redacción periodística para medios impresos y digitales; miembro del Colegio Nacional de Periodistas seccional Portuguesa (CNP) y de la Asociación de Locutores y Operadores de Radio (Aloer).

17 COMENTARIOS

  1. Es agradable saber que podemos contar con alguien que, como David Figueroa Díaz, se preocupa por enseñarnos.

  2. Sino y si no son el dolor de cabeza de muchos redactores, y de allí lo oportuno de su artículo, estimado periodista.

  3. Apreciado y estimado colega, muy oportuna esa aclaratoria, pues muchos redactores no saben distinguir entre una y otra. ¡Un abrazo!

  4. Estimado David, interesante y a veces espinoso asunto el de esta columna. “El no trabaja sino descansa” y “El no trabaja si no descansa”, dos frases que utilizaste como ejemplo… Sintetizan efizcamente el meollo del asunto.

  5. El tema que usted expone, es un asunto en el que muchos redactores tienen dudas e incurren en error, de ahí lo oportuno de su aporte. ¡Gracias!

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