Nueva York es una caja de Pandora, lo bueno, lo sublime y lo malo, todo se encuentra y sucede en la ciudad gótica de Batman. Cada barrio es una sorpresa. Cada museo una revelación.
Hacia el Alto Manhattan esta el barrio Latino, el Bronx, con sus bodegas y negocios de puertorriqueños y dominicanos, lindando con el famoso Harlem, el jazz y la comunidad afro. Hacia el sur, Wall Street, el barrio financiero, la triste Zona Cero que ya ha inaugurado su Museo Calatrava, el barrio chino con sus calles laberintos y sus bazares, subiendo: la little Italy, cada vez más desdibujada, con sabor a pizza y sin muchos italianos.
El Soho, que fuera el centro del arte en los 60-70, con galerías y exhibiciones, aunque ahora, el arte se desplazó a Chelsea-Tribeca, rodeando al nuevo Museo Whitney. La zona de los estudiantes en Greenwich Village, con librerías. Broadway y Times Square, pulso de los grandes teatros y musicales, ahora con una amplia área peatonal donde tomando cafecito se pueden leer las noticias en los tableros luminosos.
Por la 7ª Avenida: el Distrito de la Moda, explotando de encajes y muselinas esta temporada primavera-verano, y por la calle 45 y 47 el Diamond District, la ciudad de las joyas y diamantes.
La 5ª Avenida es un eje que atraviesa la ciudad, llevándonos desde el corazón de Manhattan, bordeando el Parque Central, hasta la Milla de los Museos: el Museo del Barrio, el Museo de la Ciudad de Nueva York, el Metropolitan, la Colección Frick, el Museo del Diseño, el Met Breuer, y el Museo de Arte Moderno (MoMA).
El MoMA, lo conocí cuando era pequeño y guardaba celosamente el “Guernica” de Picasso. Su actividad es incansable y sus exposiciones un lujo de creatividad e innovación. Una maravillosa sorpresa aguarda en abril de 2016 a quien visita la exposición “Edgar Degas: A Strange Nueva Beauty”, título de un verso de Mallarmé: 120 obras que incluyen grabados, pasteles, dibujos y monotipos de este artista a quien todos conocemos como cronista de bailarinas clásicas y que se revela ante nuestros ojos, en esta muestra, como un auténtico vanguardista, un contemporáneo inquieto y audaz, que durante los años 1870 al 1890, explora técnicas cautivado por los nuevos medios del grabado.
El Impresionismo fue una revolución artística y sus integrantes reaccionaron a los lazos académicos con violencia. Degas, es uno de esos transgresores que inventa un repertorio de técnicas: frotado, raspado, esfumado, uso de dedos, espátulas o telas, creando efectos nuevos y no convencionales en el grabado, embadurnando metales con tintas-óleos, con una libertad insospechada. Conoce el monotipo en 1870 y su entusiasmo por este medio es desmesurado porque descubre posibilidades de expresión que hasta entonces no se habían experimentado.
El monotipo es un grabado de impresión única, que no permite reproducción, exige todo un proceso sobre la plancha lisa dibujando con óleo, tinta o acuarela, colocando el papel y presionando hasta la impresión definitiva.
En el uso de esta técnica hay una actitud gestual, de experimentación y espontaneidad que se revelan en estos trabajos. Es como si Degas nos hubiera abierto la puerta de su atelier secreto donde indagaba, buscaba y percibía nuevas visiones plásticas a través del grabado. Es justamente esta actitud innovadora lo que lo presenta como un artista actual en su noción creadora.
La luz, los contornos, el juego de ambiguedades y la evasión formal pero también la precisión en el trazo, todo se experimenta. Los paisajes de Degas se presentan como cuadros abstractos donde se presiente la montaña y foresta. En cambio, la serie del Burdel roza la caricatura y la fuerza gestual. En oposición, en la serie de Bañistas, Degas juega con las contorsiones del cuerpo femenino, la iluminación y las posiciones corporales distorsionadas.
Degas no acepta las reglas técnicas establecidas y fuerza la materia y los materiales, ése es su hallazgo y la satisfacción que le ofrece la monotipia, un lugar de libertad expresiva.
Observando las series, me detengo en el análisis de la serie del Burdel donde el cuerpo femenino se presenta carnal, grotesco, degradado, mientras que en la serie de las Bailarinas, el cuerpo es sublimado mediante el arte de la danza y aunque las posturas sean extremas siempre hay un enaltecimiento del cuerpo femenino y una idealización de la imagen. El arte es revelación en cuanto el artista indaga y nos presenta algo nuevo.
Degas es un contemporáneo que decide la libertad y que se lanza a la conquista de una extraña nueva belleza…
Marcel Broodthaers
La exposición “Marcel Broodthaers: Retrospectiva” es también una rara nueva belleza que se entronca con el Surrealismo y las liberaciones de este artista belga (1924-1976) que vivió las transformaciones del siglo XX .
La muestra de 200 obras e instalaciones ha sido organizada por el MoMA y el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofia (MNCARS) de Madrid.
La museografía y montaje en las salas del MoMA es impecable y nos invita gradualmente a penetrar en el mundo de este artista visual, poeta y cineasta, influido por la literatura y el cine y por el Surrealismo y el Conceptualismo. Insatisfecho como poeta encuentra en el cine cierta aproximación, llegando a filmar 50 cortos y documentales. De la narración visual en movimiento pasa a la narración fija con objetos encontrados (huevos, mejillones, cajas, telas, heramientas, cosas..)
Estos objetos formaron collage o pinturas con textos incorporados. La exposición nos presenta cuadros donde pega mejillones reales, o cáscaras de huevos en una superficie cuadrada, objetos vivientes de significación erótica, acumulados en un espacio limitado y regido por la percepción del artista.
Sus Instalaciones narrativas enfatizaban la crítica y la relación artista- museo- obra; tema que no ha perdido vigencia. Expuso en toda Europa: en el Museo Reina Sofia en Madrid en 1992, en París, en Londres y en Bruselas. Los Angeles lo presentó en 1989, en 2010, expuso en Nueva York.
Si bien la obra de Broodthaers tiene un fuerte componente crítico, lo lúdico y subreal es parte de su estética. Al ingresar a su obra la asociación de elementos y textos parece caótica pero al visualizar el conjunto, la obra toma cuerpo orgánico, aparece el lenguaje con el cual se expresa, la cosa y su cosificación, y el objeto en el contexto junto con la postura del artista como un cuestionador de estos elementos. Observando sus instalaciones, vemos como el artista se cuestiona su rol en la sociedad, presenta entonces sus advertencias. Esta evidencia es fuerte en la Instalación de fusiles y sombrillas, evocando por un lado el placer y el sol y por otro la violencia. O tal vez incitándonos a una terrible asociación: nuestra sociedad y el placer de la violencia…
En todo caso, sus propuestas nos contagian la duda y la inquietud. Su instalación Decors, concebida cerca de su muerte, donde emplea palmeras, alfombras, algunas sillas, remite a la decoración, a la puesta en escena. Los objetos adquieren diferentes significados según su contexto. Lo iconoclasta y anárquico no impide su crítica y una tristeza poética donde realidad y sueño cruzan fronteras.
Lo interesante de un museo es que cuando uno entra, sucede algo y cuando uno sale, uno ya no es el mismo. Eso pasa con el MoMA.
La exposición de Arquitectura “Una constelación Japonesa”, nos invita también a su espacio imaginativo. La muestra arquitectónica está formada por tres generaciones de aclamados diseñadores japoneses: Toyo Ito, Kazuyo Sejima, Ryue Nishizawa, Sou Fujimoto, Akihisa Hirata y Junya Ishigami.
44 proyectos son presentados a través de fotos, maquetas y planos, mostrando las innovaciones de materiales y concepciones, las adecuaciones ambientales y sociales y la búsqueda de una estética arquitectónica de “extraña nueva belleza”.
Creatividad, audacia y libertad es el hilo oculto que une a estos artistas y creadores: Edgar Degas, Marcel Broodthaers, y los arquitectos japoneses, porque el arte se mueve en un tiempo y en un espacio que atravieza la eternidad y la imaginación.