Del romanticismo a la defensa de los animales

En el siglo diecinueve el Romanticismo había conquistado los corazones de los lectores de toda Francia y proporcionado un puñado de grandes obras literarias de autores como Chateaubriand, Lamartine y Víctor Hugo.

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Theophile Gautier por-Felix Nadar

Uno de los autores que se inició como poeta romántico fue Théophile Gautier (1811-1872), quien comenzó a publicar sus versos en 1830 dentro de este movimiento. Pero Gautier quería experimentar con nuevos formatos y encontró en el Parnasianismo, con Leconte de Lisle y Gérard de Nerval, una forma de expresión más acorde con su manera de entender la poesía.

Todos ellos utilizaron las revistas literarias como vehículo ideal para hacer llegar sus obras a grandes masas de lectores. «La Revue du progres», «L’Art», «La Légende du Parnase Contemporain», «La Revue des Deux Mondes» acogieron en sus páginas muchos de sus poemas y de sus narraciones.

Para los parnasianos, antes que el compromiso social y político, la finalidad de la poesía y de todo el arte tenía que pasar por crear belleza. Adoptaron como lema la expresión «el arte por el arte», utilizada por primera vez por Théophile Gautier.

Nacido pues como una reacción al Romanticismo, el Parnasianismo promovía sobre todo la imaginación y condenaba la vulgaridad y el adocenamiento burgueses. Se inspiraba en la antigüedad clásica (su nombre alude al Parnaso, la morada de las musas compañeras de Apolo) y en los ideales de libertad, progreso y república.

Amigo de Balzac, de Víctor Hugo y de Baudelaire, quien le dedicó «Las flores del mal», Theophile Gautier tiene una amplia producción poética y también periodística (actividad en la que cubrió una de las guerras carlistas en España en 1840), elogiada por el crítico Saint-Beuve, quien lo consideraba el mejor periodista de Francia.

Conocido sobre todo como poeta, sin embargo publicó más novelas y relatos que poesías.

Mis animales y otras almas

gautier-zoologico-privado-cubierta Del romanticismo a la defensa de los animales

Se publica ahora en España «Zoológico privado» (Firmamento), seis relatos que tienen como protagonistas algunos de los animales que Gautier y su familia alojaron en sus casas a lo largo de su vida.

Se trata de una declaración de amor a los animales, sea cual sea su especie, que el autor manifiesta con una ternura y una consideración propias de quien aprecia en ellos cualidades humanas, lenguajes propios con los que se comunican con ellos y una inteligencia también cercana.

Hay relatos dedicados a los perros y a los gatos («Tiempos antiguos», «Dinastía blanca») en los que Gautier describe sus comportamientos como si fueran de seres humanos, desde la alegría y la pena al asombro, como cuando la gata Madame Théophile oye a un loro hablar como si fuera una persona. Hay gatos a los que les gustan los libros, como el bautizado Don Pierrot de Navarra y su pareja Serafita. Los tres hijos negros de ambos, que llevan nombres de personajes de «Los Miserables» de Víctor Hugo, el escritor considera que son capaces de razonar.

Para Gautier «El gato es un animal filosófico, formal, tranquilo, que mantiene sus costumbres, amigo del orden y de la limpieza y que no reparte sus afectos a la ligera… te mira con unos ojos tan derretidos, tan delicados, tan acariciadores y tan humanos, que casi nos asustan, pues es imposible suponer que el pensamiento esté ausente de ellos».

A veces descubre que los animales están dotados de extraños poderes: los dos cazadores que mataron a uno de los hijos de Pierrot y Serafita mueren ese mismo año. Por su parte, tras la muerte de Dash, uno de los perros que la familia de Gautier salvó de un sacrificio que iba a terminar con su vida, la dueña del animal murió quemada viva en su cama y su marido corrió la misma suerte.

Las experiencias con sus perros son también extraordinarias. Recién independizado Gautier de la familia, el perro Lutero recorría todas las mañanas una gran distancia desde la casa de sus padres a la suya, situada al otro lado de la ciudad, sólo para hacerle una visita y luego volver. Cuando cogió la rabia, para no perjudicar a sus dueños Lutero se fue de casa y nunca regresó.

Zamore, otro perro de su padre, aprendió a bailar viendo a los perros danzantes de una compañía de títeres y todas las noches, cuando se quedaba solo, iniciaba los pasos de baile que había aprendido viéndolos. Por su parte, Dash, aquel perro salvado de la muerte por la acogida familiar, a menudo intentaba hablar: «daba comienzo a una serie de murmullos, de suspiros, de gruñidos, de entonaciones tan variadas que era difícil no ver en ellas un lenguaje».

Pero no se crea que Gautier sólo aprecia el valor de los animales domésticos habituales. Llegó a tener una treintena de ratones, hijos de una misma pareja, que convivían en perfecta armonía con sus gatos.

Cuando visita el Puerto de Santa María, en Cádiz, Gautier conoce por primera vez los camaleones, animales a los que admira. Más tarde regala a su hija una lagartija, que muere de tristeza cuando su dueña se ausenta durante un largo viaje. Dos yeguas ponis que le servían para tirar de su berlina tuvo que venderlas cuando la crisis de la revolución de febrero. Cada vez que pasaban con el nuevo dueño por delante de su antigua casa, se detenían para saludarlo.

En fin, convencido de que los animales albergan a un ser similar al de los humanos, Théophile Gautier piensa que también tienen un lenguaje que les sirve para intercambiar las ideas que conciben en sus esferas de sentimiento y de acción. Los casos que relata inducen a pensarlo así.

Francisco R. Pastoriza
Profesor de la Universidad Complutense de Madrid. Periodista cultural Asignaturas: Información Cultural, Comunicación e Información Audiovisual y Fotografía informativa. Autor de "Qué es la fotografía" (Lunwerg), Periodismo Cultural (Síntesis. Madrid 2006), Cultura y TV. Una relación de conflicto (Gedisa. Barcelona, 2003) La mirada en el cristal. La información en TV (Fragua. Madrid, 2003) Perversiones televisivas (IORTV. Madrid, 1997). Investigación “La presencia de la cultura en los telediarios de la televisión pública de ámbito nacional durante el año 2006” (revista Sistema, enero 2008).

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