La vuelta al mundo en 80 vinos/27
Decíamos ayer… Dejamos el pasado 10 de octubre con el artículo sobre la vendimia recorrido el primer tercio de nuestra particular Vuelta al mundo en 80 vinos. Tras un descanso entre lúdico y viajero con colofón hospitalario en un primer tiento médico felizmente superado por Oncología del Hospital de Dénia Marina Salud, retomamos hoy la segunda etapa del más placentero de los viajes de exploración y descubrimiento de colores, aromas, fragancias, texturas, sabores, gustos, retrogustos, paladares… en definitiva, merecidos premios al cuerpo y el alma que nos regalan los vinos que nos gustan.
Ojalá y fuera cierta la leyenda urbana que a uno le intentan propalar unos buenos y grandes amigos que le sobreestiman, en el sentido de que las bodegas más exclusivas hicieran cola a la puerta de casa para pasarme cajas de muestras.Pero qué va, al aprendiz de escritor de esto de intentar humanizar el vino le cuesta convencer a las bodegas de que todo su interés lo enfoca en ser mero contador de historias del vino y las gentes del vino. Nada más –aunque tampoco nada menos–.
Había oído hablar –y bien–, pero que no había tenido todavía ocasión de catar. Ojalá y fuera cierta la leyenda urbana que a uno le intentan propalar unos buenos y grandes amigos que le sobreestiman, en el sentido de que las bodegas más exclusivas hicieran cola a la puerta de casa para pasarme cajas de muestras. Hablo del Ribera del Duero Montecastro y Llanahermosa 2008.
Ojos, nariz, gusto, para qué os queremos, pues.
Muy buena tenía que ser Bodegas y Viñedos Montecastro, constituida en 2001, para conseguir en solo cuatro años en 2005 93 puntos en el Wine Advocate del gurú Robert Parker con su Montecastro Tempranillo 2005, o volver a ser calificada en 2013 con 93 puntos, esta vez la propia bodega y viñedos por la revista Wine Spectator del editor Marvin Ray Shanken.
Entre medias, otro sonado reconocimiento internacional: Montecastro fue elegido en 2010 Mejor Ribera del Duero por The New York Times en una cata de 20 botellas de menos de 45 euros por delante de los Alonso del Hierro María, Arzuaga, Condado de Haza, Federico, Figuero, López Cristóbal, Pesquera, Sastre o Valderiz. El Montecastro 2008 no llega a los 20 euros; puede encontrarse entre los 15 y los 18 euros.
Enclavada en pleno corazón del Duero en Castrillo de Duero a 185 kilómetros de Madrid entre la también vallisoletana Peñafiel y las burgalesas Roa y Aranda de Duero, la bodega, creada en 2001 por el editor Alfonso de Salas, marqués de Montecastro y Lallanahermosa, con unos amigos, se propuso competir abiertamente en calidad y precio con los grandes Ribera del Duero Reserva en la franja razonable de precio por debajo del mítico Vega Sicilia y con el referente del Protos: Hacienda Monasterio, Matarromera, Pago de Carraovejas, Pesquera o Viña Pedrosa, además de los antes citados.
Un gran vino por debajo de los veinte euros, perfecto para un primer ensayo de brindis ‘con pretensiones’ por la salud de los presentes, cortésmente extensivo a la del Hospital que tal sacrosanto nombre lleva y también, ya puestos, la del bodeguero y sus ilustres socios: Juan González, Pedro J. Ramírez, Gregorio Peña, Francisco Torres, Enrique Sánchez y Julio Iglesias, entre otras personalidades relevantes del mundo empresarial.
El ‘puntazo’ de tener como socio a Julio Iglesias, quien sigue cantando aquello de que le gustan las mujeres y le gusta el vino, es un aval de un potencial planetario para el Montecastro, no solo por la fama universal del español más conocido en el ‘mundo mundial’, sino por su portentosa sabiduría en tema de vinos. Pero la Castilla es así de austera y discreta, de manera que el Montecastro hay que seguir abriéndolo lentamente huyendo de los vinos que no resisten la silenciosa liturgia de la cata.
“Acepté participar”, dijo de su condición de socio de la bodega, “porque son todas personas muy serias y el enólogo [Bertrand Erhard] es muy bueno.”
No hay prisa alguna por quemar etapas. En palabras de la voz más escuchada en el mundo en español, “empezamos con un vino correcto y querremos hacer uno grande. Eso será dentro de cuarenta años.”
Así es la pasión tinta de Julio Iglesias. Sin el menor atisbo de prisas. A largo plazo.
Elaborado con uvas de la variedad Tinto Fino, el Montecastro 2008 es un Crianza que viene a ser de hecho un Reserva tras los 18 meses que pasó en barricas de roble francés y americano. Hay que descorcharlo con toda reverencia en silencio para escuchar el suspiro de todo buen vino en el momento de la verdad.
Luego ya viene la liturgia habitual que los pasos de la exploración con ojos, nariz y gusto para apreciar los matices a profundo color púrpura y los aromas a moras, arándanos y bayas silvestres para comulgar con la equilibrada estructura y justa acidez de su buena crianza en bodega.
Un vino con clase, noble y señorial.
600 de las 50.000 botellas bordelesas de , o sea, botellas, tiene ahí a disposición Luis, el bodeguero que no da su apellido y ya creo haber descubierto la razón: él se considera a sí mismo ‘apellido’ del nombre propio de ‘Bodega’.
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38. Naranjas Azules Garnacha 2013
37. Marqués de Riscal Rueda Verdejo 2013
36. Mauro Cosecha 2011
35. Juve & Camps Xarel.lo Essential
34. Elogio del terruño
33. Vinos alemanes (en tres actos)
32. Francis Coppola
31. La Tremenda
30. El Paraguas Atlántico
29. Tinto Pesquera
28. Cune
27. Montecastro
26. Tiempo de vendimia
25. Mara Martín
24. Casta Diva Cosecha Miel
23. Castillo de Liria
22. Dinastía Vivanco (y 2)
21. Dinastía Vivanco (1)
20. Señorío de Rubiós (tinto)
19. Señorío de Rubiós (blanco)
18. Valduero
17. Arnalte
16. Viña Meín
15. Vino de mesa Consum
14. Pago de Tharsys (y 2)
13. Pago de Tharsys (1)
12. House of Mandela
11. Pétrus 1990
10. Marqués de Griñón Syrah 2000
9. Trapiche Gran Medalla Malbec 2008
8. Vinos de la Alsacia (y 2)
7. Vinos de la Alsacia (1)
6.. Vinos de Madrid
5. Bodegas Xaló
4. Raúl Pérez (‘El pecado’)
3. Luis Cañas
2. Vega Sicilia
1. Oremus
Ruido de buen vino