La vuelta al mundo en 80 vinos/19. Señorío de Rubiós (blanco)

“…era como derramar luz de lámparas de oro.”

Álvaro Cunqueiro sobre una cata de albariños, en La cocina cristiana de Occidente. 

Fuera, crisis. A miércoles noche 31 de julio en que esto escribo, pocas horas antes de que mañana, 1 de agosto, aprovechando fecha tan “propicia” con el país desconectado, sin cobertura, de vacances o en ruta de un lado a otro para que ¡al fin! el presidente del gobierno Mariano Rajoy dé la cara -me da a mí que lamentablemente en clave de “salvo alguna cosa…”, ”en diferido…”, “con simulación…”, etc.-. Casi que estoy por hacer llegar un mensaje a los asesores del presidente Rajoy  para que metan en el texto de su discurso el recordatorio cristiano amortiguador que hace al caso: que justo estos días, como todos los años del Señor viene siendo sagrada costumbre durante la semana del primer domingo del mes de agosto, se celebra en Cambados la Fiesta del Albariño.

Estamos hablando, señoras y señores, españoles todos, de la vicedecana de las fiestas vinícolas de España. El domingo 4 de agosto a las 13 horas es la gran cita en la fiesta que hace al caso, la del Albariño de Cambados, con el desfile del Capítulo Serenísimo do Albariño, acto que, según reza el programa -‘brinda’ estaría mucho mejor dicho-, “estará a cargo de las Cofradías y Autoridades competentes, amenizado por los grupos folclóricos municipales”. De este solemne fiestón de innecesarias mayúsculas es ilustre miembro, faltaría más, Mariano Rajoy.

Antológico donde los haya es el corte de audio de dos segundos en el que el escurridizo inquilino de La Moncloa vocea: “¡Viva el vino!”

Tras el almuerzo, el pregón, el nombramiento de los vinos premiados, a la noche dará comienzo la verbena, amenizada por la orquesta Ritmo y llegada la medianoche, informa el programa, “en el puerto de Cambados, se pondrá el broche final a la LXI Festa do Albariño con un impresionante espectáculo de lucería [sic]”.

Para “lucerío” -“cantidad grande de luces” en el español coloquial de algunos países de América Central- el que irradia un vino tan extraordinariamente bueno como sorprendentemente razonable de precio -5 euros; 4,85 euros para ser más exactos, en la cadena de supermercados Gadis-. Se trata de uno de esos vinos que, tras degustar una botella en buena compañía… abres la segunda.

Ahí estamos. Gloria bendita, puede dar fe este columnista, es el Señorío de Rubiós Condado de Tea Blanco 2012. Se trata ni más ni menos que del “Mejor Vino Blanco Rías Baixas” elegido el pasado 2 de julio en la XXIII Cata de los Vinos de Galicia.

Llueve gloria bendita sobre gloria mojada, pues el Condado de Tea Blanco, vino atípico de la zona -de las mejores de vinos blancos del mundo mundial-, más seco y por ende arcangelical que los monovarietales más afrutados de Albariño, está elaborado con la uva de referencia de los blancos gallegos, la Treixadura, en combinación con tres variedades: Loureiro, Albariño y Torrontés.

Oro limón son las palabras para describir este gran vino fresco, intenso, seductor. “Balsámico y especiado de recuerdos a monte bajo”, dijeron los catadores y están en lo cierto. La presencia de gas carbónico le da la discreta chispa perfecta. Sobre la honesta base de la Treixadura, la Loureiro aporta los aromas vegetales; la Albariño, el “asunto” frutal-floral -la marca-; y la Torrontés, la frescura en boca y la longevidad. Puro placer.

Antonio Méndez, gerente de las bodegas Coto Redondo, y Emilio Castro, alcalde de As Neves, Ourense, y gerente de Bodegas Coto Redondo, están razonablemente exultantes. El vino “bueno” de la bodega es el tinto Señorío de Rubiós Rías Baixas.

¡Bingo! Ya lo hemos catado, por lo que le dedicaremos el próximo artículo.

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