Pétrus 1990. La vuelta al mundo en 80 vinos/11

«Cuando el Pétrus arriba a la mesa”, decía el gran Feliciano Fidalgo, “lo demás es lo de menos».

¿Será por dinero? 4.400 euros, oigan, una botella de vino. ¿Qué les parece? Pues algún afortunado a fuer de acaudalado amante de los mejores vinos, coleccionista de grands crus, estará a estas alturas tan contento; se habrá ahorrado mil euros. La botella del mítico, codiciado Pétrus 1990 -100 puntos Robert Parker, of course– que hoy martes 4 de junio en que me pongo a escribir esto habrá recibido impecablemente servida por mensajería TNT Express, “solo” le habrá costado 3.400 euros en una oferta especial de cdiscountpro.com.

Mucho más cara le habría salido desde luego la apuesta de haber pujado por tres botellas mágnum dobles que se subastaron el pasado 29 de marzo en Hong Kong por 590.400 dólares hongkoneses, 58.500 euros al cambio. Sí, no hay error: 19.500 euros la botella, 6.500 euros el litro de vino.

Cierto que si hubiera comprado las tres mágnum dobles tendría nueve litros y 54 copas a servir del excelso vino, con lo que cada copa le saldría a 1.083 euros, mientras que con la compra de la oferta de 3.400 euros la copa solo le costará 566 euros. Un chollo. ¡Puede invitar! ¡Salud!

(Para los y las amantes del buen vino dispuestos/as a dejarse convidar procede apuntar que un gran vino francés que suena mucho -para los que todavía no llegaron a la categoría Pétrus-, el Château Latour 2009, también 100 puntos Parker, no pasa de los 10.500 euros la caja de madera con seis botellas, 1.750 euros la botella, 292 euros la copa. Una bagatela, vamos).

L’excellence à l’état pur es el lema de Pétrus. Bien dicho. Este vino, Grand Vin de Pomerol, Burdeos, que ni siquiera necesita incluir la palabra “Château“ en su etiqueta, está siendo noticia estos días por el anuncio del Palacio del Elíseo de sacar a subasta 1.200 botellas de vino, en la que la del mayor precio de salida -2.200 euros-, cómo no, es un Pétrus 1990.

La sede de la Presidencia de la República que ejerce François Hollande se suma así por doble motivo a la excelencia en estado puro que encarna Pétrus: por atesorar los mejores de los mejores vinos en la bodega palaciega y por organizar esta subasta para obtener más ingresos para los presupuestos del Estado al tiempo que renovar la bodega presidencial con caldos más modestos. La austeridad llega a palacio. Atrás quedan los años de lujo y esplendor de la presidencia de Valerie Giscard d’Estaing, que reverenciaba el Pétrus.

«Cuando el Pétrus arriba a la mesa”, decía el gran Feliciano Fidalgo, “lo demás es lo de menos». Fidalgo, que a su condición de ser uno de los mejores periodistas habidos y por haber unía la de ser un consumado experto en vinos y por encima de todo era buena gente, dejó para la historia una de las anécdotas más grandiosas del amor al vino o, para ser más exactos, del más sublime de los maridajes: el vino y la generosidad.

Ya de vuelta en España después de 25 años de corresponsal de en París, reincorporado a la Redacción de El País en Madrid, donde tendría a su cargo la emblemática sección dominical de entrevistas Luz de gas, se pasó el invierno tosiendo como un condenado. Cuando, por fin, llegó la primavera, el director del periódico Juan Luis Cebrián se presenta en su casa, lo encuentra con el abrigo puesto y la calefacción apagada, echa un vistazo y ahí ve recostada en un sofá una botella de vino a la temperatura ideal.

-“¡Qué maravilla, tienes ahí un mágnum de Pétrus 82!”

-“Es tuyo, llévatelo”, respondió al punto sin inmutarse Feliciano Fidalgo.

Pétrus fue el vino que se sirvió en la boda de la princesa Isabel y el príncipe Felipe. También fue uno de los favoritos de los Kennedy. Y del mismísimo Onassis, que lo bebía en su mesa en un rincón del mítico Le Pavillon de Nueva York.

Pétrus, el mito de los grandes vinos bordeleses con nueve añadas de 100 puntos Parker, agota los más excelsos calificativos de un vino. Confieso que todavía no caté el 1990 -tengo tiempo: estará en plenitud desde 2014 hasta 2044-, pero sí uno de una añada anterior, “en la otra vida”.

¡Qué vino, qué tiempos!

………