Vinos: Acústic Rosat

La vuelta al mundo en 80 vinos /39

Sóc contrari al vi fort i de graus. El vi dolç m’horroritza. El vi ha d’ésser sec, fresc i d’escassa graduació.
(«Soy contrario al vino fuerte y de grados. El vino tiene que ser seco, fresco y de escasa graduación. El vino dulce me horrroriza»).
Josep Pla, La nostra vella cuina familiar

“Reivindicar la viticultura tradicional, evitando los excesos tecnológicos y permitiendo que los viñedos expresen sus características de la forma más natural posible.” Con esta divisa inició en 2004 Albert Jané, hijo de Benjamí Jané, propietario de Jané Ventura (D.O. Penedés), su proyecto personal en el Priorato al pie del Montsant.

Con sus 15 hectáreas de viñedos propios al pie del majestuoso Montsant, y otras 30 controladas a otros viticultores, Acústic Celler mantiene una pequeña producción de apenas cien mil botellas al año.

De su padre, dicen quienes les conocen, heredó la prudencia, la meticulosidad en el trabajo y sobre todo su amor al terroir. Un terruño que, en las propias palabras del viticultor, da unos vinos “acústicos”, pues interpretan la música del terroir. Por eso están elaborados únicamente con variedades autóctonas: las tintas Cariñena (Samsó), Garnacha Negra, Garnacha Roja y Sumoll, y las blancas Garnacha Blanca, Macabeo y Pansa.

90 puntos, una calificación muy alta para un rosado, obtuvo ya el primer vintage 2011 del Acústic Rosat por la revista norteamericana Internatinal Wine Cellar, publicada por Stephen Tanzer. Según el periodista especializado en noticias vitivinícolas Ramon Francàs, este vino representa ni más ni menos que “la dignificación de los vinos rosados”.

Incluido en 100 vins catalans que has de conèixer, la biblia actualizada de los grandes vinos catalanes reconocidos internacionalmente, obra de Lluís Tolosa y Clara Antúnez, la esencia del nombre de ‘Acústic’ nada tiene que ver en absoluto con la electrónica y sí, según el bodeguero, con la música tradicional, que hace temblar de emoción sin grandes maquillajes.

Concretamente en el caso del Acústic Rosat, Albert Jané escucha en la copa el recuerdo de un instrumento de cuerda como el violonchelo o la guitarra acústica. Va por solo dos vintages de muy limitada producción, Acústic Rosat 2011 y 2012. Objeto de esta prueba fue el primero.

A la vista presenta un color fresa hermoso, intenso y muy brillante con reflejos violáceos. Un espectáculo visual en una copa de vino.

En nariz la complejidad roza la cuadratura del círculo: de entrada se descubre intensamente aromático con fruta roja fresca y jugosa que prevalece, “junto con notas herbales, toques florales ligeras y delicadas notas especiadas que saltan al agitar la copa, junto con agradables notas minerales que acaban redondeando este vino rosado”.

Potente y amplio en boca. Complejo, pero bien equilibrado con jugosa fruta fresca. Sorprendentemente seco, como sin duda estaría del gusto de Josep Pla. Con un postgusto afrutado y un intenso pero agradable amargor. 14º, servir a 8-10º, 10 euros. En definitiva, un vino rosado diferente y distinto.

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